Dejaré una breve narración de quién soy en realidad... mi nombre completo es Les Cormack, tengo 39 años y nací en una humilde familia en los suburbios de San Francisco. Mi meta en la vida era ser doctor especializado en oftalmología. No sé porque me encantaba tanto esa carrera, pero era lo que quería ser de adolescente. Aunque me costase. Mi sueño se vio truncado cuando dejé embarazada a mi novia, Lizzy Selling, una hermosa pelirroja, con la cara inmersa en pecas trozo por trozo, de contextura voluptuosa y con una voz similar a la del Pato Donald. Ella también creció en barrio. Me tuve que casar con Lizzy a los 19, haciéndome responsable de nuestro error, y con el paso del tiempo tuvimos dos hijos más. El hambre abundó en la familia por cinco años y las infidelidades no se hicieron esperar: Lizzy me engañó con mi propia hermana, que murió de neumonía el año pasado. Yo, totalmente decepcionado, decidí pagarle con la misma moneda y me revolqué con el viudo de mi hermana, pero como dicen por ahí: Todo queda en familia, ¿no? jajaja. Lizzy y yo nos reconciliamos y el amor creció a flote, pero la pobreza siguió aumentando cuando nuestro hijo mayor enfermó de leucemia. Mi desesperación por no conseguir trabajo llegó al límite, e intenté tirarme del Golden Gate, pero pensé en mi familia. No los podía dejar solos. Un mes después, por azares del destino, conocí a Cutbert Bertrand, con quien hice una gran amistad y me sacó de la miseria ofreciéndome trabajo como vigilante de las cámaras de su colegio. Por eso no puedo juzgarle después de todos sus fraudes con el tal Souberville, porque a pesar de todo, fue él quién evitó mi muerte hace 7 años. Así fue como llegué a Calistoga. He logrado vivir de forma estable con mi familia, con deudas, pero logré darles una mejor vida. Todo se vino abajo ayer, cuando la pacífica y armoniosa ciudad se convirtió en un campo de matanzas, producto de ese maldito virus. Jim, mi hijo mayor, logró vencer la enfermedad y se fue a estudiar a la Illinois State University, con una beca apadrinada por Bertrand. Por lo menos me puedo ir en paz sabiendo que uno de nosotros se salvó, pues seguramente en estos momentos Lizzy y mis otros dos hijos, o están muertos, o son avispones... Que en paz descansen los cuatro: Lizzy, mis hijos y Bertrand.
I
Liam, Norma y Blair regresan velozmente al ático en medio del temblor que aumenta de 3.0 a 4.2 en toda la falla. El trío decide sostenerse de las paredes, pues el movimiento les impide seguir avanzando hacia el ático, dos metros lejano a ellos. Cuatro minutos después, el terremoto finaliza y todo vuelve a la "normalidad". Los chicos continúan su camino en pasos lentos y silenciosos.
- ¡Miren lo que me encontré! - exclama Norma con una mirada pícara y perfecta reflejada divinamente por los rayos solares, y saca del bolsillo de su falda un walkie-talkie. - Estaba tirado en medio de los escombros de la oficina de Bertrand, con alguien debió estarse comunicando.
- Entremos rápido al ático y allí ataremos cabos, de paso averiguaremos con quién se comunicaba Bertrand - responde Liam, alarmado, pues quiere evitar toparse con otro avispón. Blair empieza a sonar la puerta de forma silenciosa, como si hubiese algo por lo cual temer. Liam y Norma se colocan tras el. Aline procede a abrirles.
- ¡Qué bueno que llegaron! Este segundo terremoto fue horrible. Estábamos todos muy asustados - dice Aline, con una mirada dubitativa, como si faltase algo. - Y... ¿Dónde está Bertrand? - finalmente pregunta.
- Murió. Los avispones lo asesinaron. Aparte, Blair lo empezó a torturar psicológicamente. - dice Liam, en un tono reprochador hacia Blair, que le mira con el ceño fruncido.
- Pe-pero... ¡¿Qué mierda hicieron?! ¿Cómo que lo dejaron morir? ¿ESTÁN LOCOS O QUÉ? - grita Sid, frenético, contra Liam, Norma y Blair. - ¡EL ERA NUESTRA SALIDA DE ESTA PESADILLA, UN ADULTO! Todos los chicos, menos Liam, lo miran perplejos y temerosos. Sid empieza a dar vueltas lentas a través de la sala como un molusco envenenado.
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Hasta El Último Aliento
Science FictionUn grupo de jóvenes de un instituto estadounidense se percatan de la existencia de un virus letal que rápidamente se esparce por toda la ciudad e intentan sobrevivir dentro del plantel, aunque en cualquier momento pueden morir... Igual que los demás