Capítulo 11: Siempre tuyo,...

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Esta mañana me atreví. Bajé al primer piso. Si bien es como un viejo depósito con un verde acuático desgastado, la pintura desgarrada de la pared producto del moho que se acumula en ellas debido a las filtraciones de agua de las frecuentes lluvias invernales de Calistoga. Un espacio pequeño, no debe medir más de 3 metros de largo. El olor a humedad es insoportable, me imagino que desde hace tres días que comenzó todo. Al lado izquierdo pude observar las preciadas páginas que necesito, aunque no tantas como querría. Están en un viejo y malgastado estante chocolatoso devorado poco a poco por las termitas. A la derecha, está la sucia nevera blanca, que aunque lo sea, resalta más el negro chocolatoso de su proceso de oxidación. Dicha nevera sólo contenía una leche encajetada, una jarra de agua que seguramente me produzca una diarrea letal, queso, jamón, mantequilla, todo rancio, pero ¿Qué más da? Para mi es como almorzar en el hotel Beverly Hills. Tomé todo lo que pude y lo llevé conmigo arriba. Esta pequeña comida me sirvió para retomar fuerzas y seguir escribiendo acerca de esos siete marineros, aquellos siete jóvenes que son los únicos supervivientes de la masacre... O eso creen ellos... O eso creo yo, también. 

I

Amaneció. No hubo canto de las famosas alondras que sobrevuelan nuestras colinas, no estaba ese potente rayo lumínico del sol que aunque nos indicara un días más de esclavitud, nos ayudaba a tomar fuerzas y levantarse a trabajar. Los cinco gallos colorados que criaba Nance Duty en su patio trasero no volaron sobre su cerca y dieron su fastidioso pero agradable cántico armonioso que anunciaba firmemente otro día más de trabajo. Esos gallos eran como nuestros One Direction en esta pequeña pero agradable ciudad. Ya nada de eso quedaba. Ni las alondras, ni el sol, ni los cinco gallos colorados de la señora Duty, ni la señora Duty, seguro. Simplemente amaneció.

Liam fue el primero en levantarse. Amaneció con un punzante dolor en el cuello que le provocó un pequeño gemido adolorido. Trataba de hacerse masajes en el área con sus manos, pero el dolor era tan potente que no hacía más que aumentarlo. Jenny fue la siguiente en levantarse, más que todo por uno de esos sueños en el que sientes que te caes al vacío. Se levantó asustada, dando un sollozo grave que despertó a Sid, a pesar de que se encontraban más o menos a 5 metros distanciados. Los tres chicos se levantaron a preparar el desayuno, aunque cada vez se quedaban con menos suministros. Lo prepararon en la mesita. Sid cortaba el jamón, y emitió un fuerte estruendo con el cuchillo, provocando que Millie se levantase asustada. Se parecía a Regan MacNeil en su etapa endemoniada; estaba despelucada, sin sus lentes ovalados de colores negro y turquesa. Tenía la frente marcada de una de las líneas del suelo. Poco después se integró al grupo, ayudando a preparar el desayuno. Los más dormilones del grupo son Aline y Blair, esos no se levantan ni aunque un tornado esté destruyendo el colegio. Tras levantarse Norma, Liam se acercó a los dormilones y los despertó de forma calmada. Blair se mareó y volvió a caer en el suelo, aunque con ayuda de Norma se reintegró a los demás. Aline torció los ojos a Liam y se levantó totalmente encabronada. Su cabello despelucado la hacían ver como un nido de pájaros, cubriéndole sus ojos saltones y dándole un aspecto de bruja. Tras un desayuno completamente silencioso, Liam empezó a organizar grupos para ir a la ducha. Siempre se empezaban con las chicas, excepto Norma, ya que no podían ir todas a la vez. 

Una vez finalizado el trote de ducha, se iniciaron las clases de supervivencia. Liam se notaba un poco adolorido aún, así que se sentó en una de las sillas. El papel de instructor esta clase lo tomó Sid, quien ha sido el mejor de la clase. Norma y Blair le ayudaban de vez en cuando en su explicación. Liam, sentado y con una mano frotándose el hinchado cuello, hace un inmenso suspiro de alegría al saber que ya casi están preparados para salir de aquel infernal lugar. A su lado se sienta Millie. Liam torna su mirada hacia la chica, que posee ojos brillosos y una pequeña sonrisa de alegría mirando a alguien. Liam sigue la dirección de sus ojos, que apuntan al chico con el palo del Jogo de pau que practica con Aline. Su curiosidad no le permite cerrar la boca y da el paso en preguntar:

Hasta El Último AlientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora