Capítulo 44: La vida no es fácil

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En Las Vegas, La tragedia empañó a Millie y Blair. Fueron perseguidos por numerosos avispones que sólo buscaban hacerles daño. A medida que corrían a través del suburbio, escuchaban los múltiples disparos de los hombres de Souberville asesinando a los prisioneros. Tuvieron que maniobrar pasos muy sigilosos para salir con vida de la ciudad, mientras los hombres la llenaban de azufre y quemaban cada una de sus hectáreas. Con el fuego, se incineraban todas sus fuerzas, sus ventajas; sus ganas de seguir viviendo. Habían acabado con dos de sus amigos y eso era algo que nunca se podría olvidar. 

Blair no soltaba la mano de su amada por nada del mundo, mientras buscaba la manera de escapar de la ciudad. Un paso en falso y serían asesinados, así como los prisioneros. Por fin, y después de tanto caminar, sudorosos y exhaustos, lograron llegar a Henderson, la ciudad más cercana a Las Vegas y que también estaba completamente abandonada.

I

Henderson, Nevada; 27 de diciembre, 7:30 pm

Blair siempre ha tenido un buen gusto por la elección de lugares donde se hospedaban el y sus amigos a lo largo de la zona de cuarentena. Esta vez, no sería la excepción; Millie merecía descansar cómodamente para olvidar todo lo que le sucedió hoy, aunque sabía que era imposible. La casa era de dos pisos, con una alberca inmensa. 

Antes, recordó que una de las metralletas eraTerri, la tan preciada arma de su amigo Sid

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Antes, recordó que una de las metralletas eraTerri, la tan preciada arma de su amigo Sid. Junto a Millie, cavó un pequeño agujero donde decidieron dejarla enterrada honrando la memoria de su amigo y así despedirlo para siempre. Guardaron un minuto de silencio y procedieron en su travesía. 

Blair se metió por la ventana de la casa y abrió el seguro, dejando pasar a su chica.

Una vez dentro, en la lujosa y cómoda casa que había sido desalojada aquel fatídico día, Millie se recostó en el sofá más grande del juego que había en la sala, donde también había una mesa de billar y el comedor justo al lado de una enorme ventana de cristal que permitía ver la piscina. Blair se paró delante del cristal y veía al horizonte. La noche larga y deprimente que les esperaba. Como era de esperarse, Millie comenzó a llorar en posición fetal en el sofá y abrazada a una de las almohadas. Su llanto era silencioso, pero intenso y destrozador. Tenía la almohada pegada a la boca, se quitó los anteojos y observó el reflejo de la luz en una copa de plata que tenía la mesa principal.

- Se han ido, Blair. Se han ido para siempre. Nuestros amigos, Blair. ¡Me rehúso a aceptarlo! ¡Tiene que ser una maldita pesadilla! - exclamó, entre sollozos y una voz impetuosa. 

Blair mostraba melancolía a la situación, más no lloraba, le era imposible hacerlo por algún motivo, quizás porque no era el momento, y menos en frente de su sensible novia.

- Sus muertes no serán en vano. De eso estate segura - respondió, lleno de ira y melancolía mirando la luna. 

Cerraba sus puños y los abría en un acto de nerviosismo contundente. - No estoy seguro de que podamos salir mañana de aquí, Souberville nos está pisando los talones y es mejor dejar calmar las aguas. Vamos a tener que quedarnos.

Hasta El Último AlientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora