I
10 de febrero de 2019
El día siguiente al fuerte altercado entre todos los miembros del grupo fue silencioso. Nadie se habló en todo el día. Estaba cada uno por su lado. Yo permanecía sentado en los escalones pensando en la mejor solución para reunificar el grupo. Una simple charla no convencería, ya no más. Debía ser algo más sensato. Algo que nos una de verdad como familia, que nos permita conocernos el uno al otro. Se me ocurría una idea... muy bizarra, pero quizás era la solución. Tal vez todos ellos estaban falta de eso, tal vez. Por cierto, esta noche había eclipse lunar, según el reporte de NWS que leí casualmente un día antes del fin.
Ya eran las cinco de la tarde. Nadie se habló. Si acaso le preguntaban a Norma por su bienestar y seguían de largo. ¿En qué nos habíamos convertido? Nadie, siquiera, se acordaba que hoy viajaríamos a Arizona con el fin de intentar salir de este infierno. Nos volvimos rutinarios. Estábamos vacíos. Éramos como ellos; como los avispones. (TIC TAC, TIC TAC)
El reloj seguía dando vueltas. Ahora eran las 8 de la noche. La ciudad estaba totalmente oscura. Los chicos estaban distribuidos por toda la casa, así que fui de uno en uno a citarlos en la recámara principal a las 10 en punto.
- Reunión importante en la recámara del matrimonio a las 10 en punto. - le dije a Sid, que estaba tomándose las últimas botellas de cerveza que estaban en el refrigerador. Asintió y siguió bebiendo.
- Espero contar con tu presencia, por favor - supliqué a Aline. Era muy importante la presencia de los seis allí. Ella se limitó a mirarme de forma altiva y volvió a leer las revistas.
- Necesito que estés ahí - le dije a Blair. El encogió los hombros y siguió su camino a su recámara.
- Todos irán, ¿Estás dispuesta? - pregunté a Millie. Ella sonrió y asintió diciendo:
- No te preocupes, no tengo nada contra tuyo - le sonreí, aliviado.
- ¿Cuento contigo? - le dije a Jenny, que estaba leyendo un libro que se encontró entre las cosas de la señora Lewiston. Ella asintió.
- No me falles. No quiero seguir así contigo, por favor. Sabes que te quiero, esto no es justo. - le dije con el corazón en las manos a Norma. Ella estuvo a punto de llorar, pero finalmente solo sonrió y me acarició la mejilla.
Antes de bañarme, les serví a todos un café. Todos lo tomaron sin conocer que les puse una pequeña dosis de cocaína que encontré en una de las gavetas del hijo Lewiston. No les haría ningún efecto negativo, solo relajarlos un poco.
II
Me estaba duchando, tenía mucha calor y entre eso, pensaba en lo que iba a decirles. No tenía nada. Me miré al espejo y bajé la cabeza. Me sentí derrotado. Iba a defraudarles. Pero... ¿Qué carajos? No puedo estar pensando en esto enserio. ¡No!... ¿Será la solución? No sé, pero lo intentaré.
Tal idea me revolvió la cabeza en menos de 3 minutos. No podía creer lo que estaba a punto de hacer. Me quité la toalla, y me manipulé un poco. Estaba erecto, mas no excitado. Esto no se trataba de excitación, simplemente era un ritual de unificación. Para mi siempre se trató solo de eso.
Así salí del baño y me dirigí al cuarto. Completamente desnudo y cubierto de agua. Creo que mi rostro nervioso y confundido era el punto clave de todo. Al entrar en la habitación, los vi a todos: En los sofás al lado de la ventana estaban sentados Blair, Jenny y Millie. En la cama, al fondo estaba Sid y en los bordes Norma y Aline. Todos, apenas me vieron entrar así, obviamente se sorprendieron. Empezaron a murmurar, e incluso escuché a Norma interrogarme. Pero ninguno se colocó de pie. Nadie cuestionó nada.
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Hasta El Último Aliento
Science FictionUn grupo de jóvenes de un instituto estadounidense se percatan de la existencia de un virus letal que rápidamente se esparce por toda la ciudad e intentan sobrevivir dentro del plantel, aunque en cualquier momento pueden morir... Igual que los demás