Capítulo 28: La decisión final

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Blair había disparado contra un inmenso y metálico tinaco de basura. El ruido fue tan estruendoso que hizo vibrar a los avispones. Ronnie dio un respingo del susto provocado por aquel ruido. Jenny aprovechó dicho momento y volvió a golpearlo en los testículos. Ronnie gimió del dolor y se agachó un rato. Jenny saltó donde estaban Liam y Sid, este último que la abrazó. Pronto, Norma y Blair apuntaban a Ronnie, que tenía su arma escondida. 

- Ríndete ahora y evita que te asesinemos - dijo Norma, apuntándole directo a la nuca. El se volvió hacia ella y le respondió:

- Maté a cuatro malditas personas, no creas que voy a tenerle miedo a una estúpida perra como tú - respondió, entre risas y muecas. Sacó el arma de su chaqueta y disparó al aire para así poder escapar del acorralamiento de Norma y Blair. Liam y Sid estaban tratando de matar a todos los avispones, sin éxito alguno. 

Un busito blanco se acercaba a toda velocidad a la escena y estrellándose con todos los objetos a su paso. Se estacionó justo al lado de donde estaban los chicos. Ronnie quiso escapar hacia la dirección donde estaba Liam, pero éste posicionó su arma y le disparó en la pierna. Ronnie cayó en el suelo, a solo un metro de los avispones que se aproximaban trotando a máxima velocidad hacia el. Liam quiso ir a ayudarlo, pero la distancia con los avispones era tan cercana que tuvo que tomar una cruel decisión. 

- ¡Liam, mueve el culo, idiota! - gritó Blair, ayudando a Norma a levantar a Jenny. Ronnie suplicaba que lo fuese a ayudar. Liam no podía creer que estuviese pasando de nuevo. 

- Pero... ¿y qué hacemos con el? - preguntó desde aquella distancia. Ronnie se arrastraba hacia la pared de la choza para intentar ponerse de pie. A su paso, dejaba un gran rastro de sangre pura y fresca.

-  ¡No hay tiempo, Liam! ¡Vámonos ya o moriremos todos! - gritó Norma, logrando entrar a Jenny y subiéndose de inmediato a la camioneta junto a Blair. Liam se volvió una última vez hacia Ronnie, con una expresión arrepentida, y empezó a correr hacia la camioneta con todas su fuerzas. Desde la camioneta, Norma y Jenny incitaban al chico a apresurarse. Se subió abruptamente a la camioneta y Sid aceleró sin siquiera dejar tiempo para cerrar la puerta. 

- ¡No se vayan! ¡Ayúdenme por favor! ¡Vuelvan! - suplicaba Ronnie gritando con todas sus fuerzas. Estaba de pie, pero Liam le había disparado en la misma pierna donde Vitz lo apuñaló, abriéndole una herida profunda y sin remedio alguno. Intentó correr, siempre apoyado de la choza, pero solo cojeaba inútilmente. Los avispones estaban ensangrentados y el olor fétido y vomitivo impregnado en su piel era insoportable. Al llegar a Ronnie, le rodearon y empezaron a pelearse por devorarlo.

- ¡Noooo! ¡Suéltenme basuras! ¡Aaaaahhh! ¡Ayudaaaaa! - gritaba sin respuesta. Un avispón comenzó a rasgarle la pierna herida, provocándole un dolor espantoso y un potente y horrible grito que no hizo más que espantar un poco al resto de avispones. Todo a su alrededor se volvió deprimente, incoloro y nauseabundo. Los ruidos se apagaron completamente y para siempre. Imaginó a sus víctimas; imaginó a sus padres. Por un rápido milisegundo imaginó el dolor que les causó a todos antes de morir y el que sufrieron sus padres. En otro fugaz milisegundo se imaginó la vida que pudo tener con Jenny, esa que siempre pensó que sucedería pero al final lo llevó a la tragedia: su propia muerte. Las heridas que le provocaban los avispones no eran nada comparadas a las que su corazón sentía cada vez que su mente pronunciaba "Jenny". Se vio derrotado. Este dolor mental hizo que sacase su arma y la apuntase bajo su mandíbula, cerró los ojos y disparó. Todo se oscureció para el.

El dolor mental pudo más que el físico, pues para el no hubo nada más doloroso que el no poder realizar su meta a largo plazo que tanto anheló y por la cual sobrevivió, mintió y mató en aquel infierno. Finalmente la dictadura infernal que Ronnie Barnes había construido acabó con su muerte, y no sería recordado por nadie, pues sus restos desaparecerían en menos de diez minutos devorados por aquellos hambrientos avispones

Hasta El Último AlientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora