Capítulo 31: Élite en ruinas

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¿Pensaron que me esfumaría así tan fácil? JAJAJ, que equivocados estaban. Estoy arruinado, la mayoría de mis hombres murieron por culpa de esos desgraciados. Han sido meses difíciles, pero no me detendré hasta recuperar mi libertad. Ese montón de estúpidos niñitos me tomaron desprevenido, algo que no volverá a ocurrir. 

Los Ángeles, California. Ahí nací, lleno de riquezas y del amor de mis padres un 7 de enero del 59. Clinton Sr. y Mariette Souberville nunca estuvieron más felices. Para aquel entonces mi familia contó con un gran prestigio y los negocios de turismo de mi padre nunca estuvieron mejor. Mi padre fue nombrado por el gobierno y nos tuvimos que trasladar a una hermosa casa en el centro de Baltimore. Viví toda mi juventud bajo la sombra de mi padre, viendo sus negocios y como se le iba la vida en aquel puesto gubernamental de turismo. 

Siempre fui inteligente, estratega y ambicioso, por eso mediante movidas que hizo mi padre pude entrar a estudiar a Harvard en 1978 y allí me formé como cirujano plástico. Ejercí un par de años y gané más de cinco millones de dólares en total, lo suficiente para formar mi familia con Sonya, mi novia desde secundaria. Tuvimos cuatro hijos: tres varones y una mujer, de nombres Regan, Clinton III, Sam y Mariette. Tras la muerte de mi padre, en 1998, de un derrame cerebral a los 73, pasé a ser el dueño de su inmensa cadena hotelera esparcida por la costa de California, la de Texas, Virginia, Nueva York, Massachusetts y las Carolinas. Ya tenía mi vida, la de mi mujer, la de mis hijos, la de mis nietos y bisnietos asegurada. Distintas situaciones de mi vida me hicieron ser la persona que soy ahora, por ejemplo el obvio autoatentado del WTC, las constantes indirectas que tuve que soportar de Bush y su familia acusándome de evasión de impuestos, entre otras cosas, me desquició. Engañaba a mi mujer día y noche con distintas zorras secretarias, las veía y me preocupaba estar algún día tan miserable como ellas. 

Fue entonces que empecé a construir un plan para obtener un nuevo negocio; mi obsesión por el poder era grandísima, imparable. Ahí conocí a Lars Sladkov, el científico ruso más galardonado por sus distintos descubrimientos en el mundo de los animales, distintos métodos de control de plagas, infecciones y enfermedades humanas. Dio grandes avances para aquel país que nunca compartiría con un americano. Sladkov era idéntico a Mahatma Ghandi, por Dios que sí, cuando lo vi por primera vez pensé que era su reencarnación o su hijo. Nos reuníamos en privado desde el 2000 hasta el año pasado que se dio por finalizado al que llamamos Proyecto Diptera. 

¿Verdadero motivo? Los presidentes eran una mierda. El tema de la migración se volvía intenso con el paso de los años y lo que alguna vez fue tierra de americanos se convirtió en un circo, algo que cualquiera pisoteaba, como una jungla con changos. Odiaba a esos inmigrantes con toda mi vida, a todos los detestaba. Por eso quise llevar a cabo mi plan, pensando en matarlos solo a ellos y liberar a mi pueblo de esa plaga. Tres años después de que Sladkov me dijese que el resultado en insectos voladores daba resultados, decidí hacer una junta y convocar a los que serían mis mayores inversores y amigos: Barry Mansfield, Trent Denbrough y Reggie Thurman. En nuestras distintas cenas conversábamos de temas de ese tipo, burlándonos de los inmigrantes y expresando todo nuestro odio, por ese motivo pensé en ellos para el plan. Al principio parecían confundidos, pero después todos aceptaron. Queríamos recuperar nuestra soberanía y no nos importaba nada. 

Cuatro años después, nuestro mentor y mayor influencia, Reggie, falleció de un ataque respiratorio en su casa de Malibú. Fue un golpe fatal para todos, pues Reggie vivía en profunda tristeza desde que su esposa se divorció de el por sus malos tratos. Nos sentimos incompletos y hasta pensamos en detener el plan, pero decidimos que en su memoria proseguiríamos con este. Mi mujer era mi sucesora de negocios, mis hijos estaban realizados, mis primeros nietos nacían, a mi madre le detectaron cáncer ovárico en 2014 y un año después moriría a causa de éste. No tenía más nada que perder, así que sólo fijamos una fecha para la entrega de las moscas: el 24 de enero del 2019. 

Hasta El Último AlientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora