En la playa se alivian las penas...

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Abatidos y derrotados. Así nos sentíamos. Cinco jóvenes sin rumbo en California que no habían logrado su objetivo. Esto despertó aún más mi melancolía, lo mucho que extraño a mi loca familia. La vida me dio golpes muy pronto, no estaba preparado para perderlos, sin embargo lo tuve que aceptar para que no me vieran flaquear mis amigos.

Desde que llegaron a Estados Unidos, mis abuelos se instalaron en Washington D.C, donde mi abuelo, Wong Norris, ejercía como embajador. A pesar de asegurarse el resto de su vida, tras doce años ejerciendo el cargo, finalmente renunció, ya que pensaban despedirlo por "limpieza de personal" (así le llamaban los de investigaciones privadas a sacar a los corruptos o a los que no hacían nada), pero ese nunca fue mi problema. No me incumbía. 

Tras esto, mi abuela Selva quedó embarazada. Mi abuelo se seguía negando a vivir cerca de la Casablanca así que compraron una casa en las afueras de Littleton y allí nació mi padre. Toda su vida se crió en la nieve y la buena vida en dicha hermosa casa junto a mis abuelos, que no volvieron a tener hijos. Esa casa la decoraron a su modo y vivieron plenamente... Hasta que mi papá en secundaria se enamoró de Kerry Emory, mi madre y con quien compartía sus raíces chinas.

Tras finalizar sus estudios secundarios, empezó a estudiar finanzas para ganar puntos en su trabajo y simultáneamente mis abuelos decidieron dejar Littleton para irse a Calistoga. Se enamoraron del agradable clima de dicho sitio.

Mi padre terminó sus estudios exitosamente y cambió de trabajo, se alió con una empresa de robótica futurista y se mudó junto a mi madre, ya casados, a un anexo de la casa de mis abuelos en Calistoga

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Mi padre terminó sus estudios exitosamente y cambió de trabajo, se alió con una empresa de robótica futurista y se mudó junto a mi madre, ya casados, a un anexo de la casa de mis abuelos en Calistoga. Pasaron los años, y en 2002 mi madre quedó embarazada de mi. Nací en la mansión con ayuda de una partera china y fueron pocas las veces que fui a un hospital tras nacer.

El 25 de noviembre era especial todos los años en la mansión. Como era mi cumpleaños, nos uníamos y celebrábamos al único estilo que el Oriente sabe. Nunca compartí las creencias de mi familia, siempre he sido ateo, pero aún así los respetaba y quería mucho. Por eso me pegaron tan fuerte sus muertes.

Mi sueño siempre fue estudiar Inteligencia Artificial y Robótica. Me encanta la tecnología; lo heredé de mi padre, pues el también la amaba. Nunca la estudió, pues mis abuelos querían que se dedicara a asuntos diplomáticos, como ellos, aunque de cualquier forma no les hizo caso. Soy un genio de la computadora, videojuegos, armas. Me encanta hackear sitios web y alarmas. ¿Cómo aprendí? Pues de la práctica, nada más. La ansiedad que me provocaba dichas prácticas me hacían comer tanta grasa, azúcar y todo lo malo, nunca frutas ni vegetales, y a medida que pasó el tiempo me engordé y así me he quedado por siempre.

Tuve la fortuna de tener muchos amigos a lo largo de mi vida, sí, la mayoría con aficiones a los videojuegos como yo, y en el colegio podía ser amigo de todos excepto del grupito de Ty Macallan, odiaba a ese tipo. La única que me agradaba de ese tipo de gente siempre fue Norma, pero por su historia con Liam. 

Liam... Mi mejor amigo por siempre. El único que siempre estuvo ahí, me apoyó y viceversa. Vamos, yo suelo ser muy torpe, pero siempre me acordaba de su cumpleaños y no porque me interesase, pff, ¿ni que fuera quién?, solo que es dos días antes que el mío. Le debo la vida a ese hombre, aunque siempre fue muy madurito, serio, reservado y se drogaba desde los 8. Y por cierto, toda mi familia lo odiaba. Yo le tenía mucha lástima en el fondo, no debe ser fácil crecer con un padre alcohólico y violento, una madre maltratada y una hermanita retrasada (¡CREO! ¡creo que era retra! buenooo, parecía, ¡pero no estoy seguro!). 

Mi virginidad me dijo chao a los doce. Fue con una prima que recién conocía, nos pasamos la noche jugando Blackfloor en la consola y luego sucedió, una y otra vez. No crean, este gordito también tiene lo suyo, algo que ninguna quiso averiguar jamás. Por eso están muertas. Bien hecho. (¡No mentira, que en paz descansen!). 

¿Qué puedo decir de mi nueva familia? Los amo. Me he encariñado mucho con todos ellos. No niego que al principio sólo pensara en follarme a las chicas, pero luego se redujo con la torpeza de Millie, la rara relación entre Norma y Liam, la loca histérica de Aline y la ingenuidad de Jenny. Todas con sus errores, pero ahora son como hermanas. Aunque Aline, creo que tu si me atraes un poco. ¡Solo un poco! Y no, Terri  bebé, no te estoy traicionando y jamás lo haría.

A Blair también lo quiero, ese cabrón se ha ganado mi cariño. Al principio si me enervaba mucho, ya que bueno, tienen que entender que Blair tiene un carácter muy jodido y soberbio, pero con el paso de las horas se volvió importante. Por eso es que se lleva tan bien con Liam, en carácter son tal para cual, aunque Blair la caga mucho como líder, dejemos a Liam como tal. Mayor seguridad. Bueno... eso creíamos todos, hasta aquel fatídico día en Santa Mónica. 

La derrota consumía por dentro a Liam, le intenté calmar con Aline anteriormente, pero era algo con lo que no podíamos. 

Sí, logramos salir del edificio antes del derrumbe, pero Liam estaba destrozado. Norma ardía en fiebre y tras eso, un disparo le atravesó. La chica se debilitaba cada vez más. Yo sólo oía los llantos de Aline y Jenny, las discusiones de Liam y Blair y el mar. Ese cálido y espectacular mar que nos invitaba a acercarnos. De pronto todo se silenció para mi y solo quería caminar las anchas calles y llegar a posar en una de las rocas mientras dejaba que el mar me llevara con el. 

Norma quería ir al mar, se lo dijo en un tono agudo a Liam. Bajamos corriendo, todos tenían ganas de disfrutar las playas. Nos bañamos, nos metimos a jugar y mojarnos entre nosotros, aunque sin sonreír. Aquellas hermosas aguas californianas nunca se vieron más deprimentes. Los policías que protegían la zona nos advertían en un megáfono y en su inmensa lejanía una y mil veces que si intentábamos cruzar la zona que ellos cubrían, nos acribillarían. Ellos podían notar que estábamos curados, pero era entendible, más vale proteger a cientos de millones de personas que a cinco mojigatos y una moribunda. 

- ¡Socórranla! ¡Se me muere imbéciles! ¡Se me muere mi chica! ¡Ayúdenla, desgraciados! - gritaba Liam desesperado con una Norma en brazos, feliz, aunque con los ojos cerrados, de recibir el mar golpeando su cuerpo débil y febril. Las aves encendían aquel cielo cubierto del humo de la explosión con su hermoso cántico apaciguador. Dicha felicidad terminaba con los policías de la zona asesinándolos a sangre fría antes de que cruzasen la línea divisoria. El sonido de las olas se impregnaba en los oídos como melodía del fin del mundo. 

Ya era inútil, no podíamos hacer nada en ese sitio. Norma se ha ido 


Hasta El Último AlientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora