Capítulo 34: Frenesí doloroso

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Han pasado algunos días desde lo del bar en Hawthorne. Nos estamos quedando en un lugar tétrico y fantasmagórico llamado Austin que nos llevaría en camino directo a Ely. Lo malo fue que Misterio no nos volvió a llamar desde aquel día en Hawthorne y por eso no hemos podido avanzar, pues no sabemos a qué nos enfrentaremos en Goldfield o Ely. Sólo estamos esperando su llamada, teniendo la esperanza de que nos siguiese ayudando. 

Estos días nos han funcionado, pues tras el disparo, Liam enfermó y Jenny con ayuda de Aline tuvo que extraerle de urgencia la bala que recibió. Lo bueno fue que la herida no se le infectó, pero no pudieron evitar que enfermara en los próximos días, quizás por no recibir la atención debida y aparte de eso, cojeaba y no mostraba mejoría alguna en su andar. Aline tenía razón; ese día le dispararon en la pierna, pero al otro no vivirá para contarlo. Por ello, no queríamos arriesgarnos a seguir sin Misterio, sería como andar en un bote náufrago sin capitán.

Los primeros cuatro días fueron difíciles, con Liam enfermo, no había quien pusiera orden en el grupo; por tal razón, Liam conversó conmigo en privado y me ordenó ser el líder mientras se recuperaba. Me sentí nervioso, la sangre me corría rápidamente; las piernas de pronto me temblaban. Esas sensaciones eran porque sabía que no haría el trabajo mejor que Liam, pero yo, Leonard Blair, un simple marinero a la deriva, tenía que aprender a manejar el timón sea como sea. 

I

Ya había iniciado septiembre. Liam se recuperaba poco a poco y la comida en Austin escaseaba de igual forma. En diecisiete días cumplo 17. Así es, un 18 de septiembre llegué al mundo en Napa, California; mi madre no aguantó las contracciones y parió en la ciudad de los viñedos, dónde residía junto a mi padre desde meses atrás. Nos quedamos un par de meses en Napa hasta que mi padre arregló los papeles de la casa y nos fuimos a Calistoga. Sí, viví toda mi vida en esa ciudad. 

Mi madre siempre fue neurótica y ella sabía perfectamente sobre los negocios de mi papá y el tráfico de drogas. Siempre me pregunté porqué vivíamos tan cómodamente si casi no manteníamos contacto con nuestras familias debido a que los Blair vivían en Chicago y la de mi madre en Sacramento, pero a los once lo descubrí todo. Nunca toqué el tema con mis padres, pero siempre hacía lo posible por mantener las apariencias y que nadie supiese las andanzas de Percy Blair. Mi actitud cambió por completo ese año; pasé de ser el niño estúpido y juguetón a uno frío, reservado y mediador de sus problemas personales y familiares. Entré en una extraña etapa de frenesí doloroso interno que me impedía ser feliz. Siempre que escuchaba habladurías, aclaraba que el trabajo de mi madre en sus tiendas de ropa crecía cada vez más; digo, no era un Forever 21, pero tampoco era uma pocilga. Mi mamá generaba muchas ganancias con la boutique, más que mi padre, que poco a poco salía del negocio. Y eso me alegraba, aunque significase acercarnos poco a poco al acantilado en lo económico, cosa que nunca pasó, hasta que fue asesinado y mi madre luchaba contra las deudas que nos había dejado. Ella si vivió un infierno, estaba enferma de odio y era algo que no le podía transmitir a mis hermanitos. Aún sigo extrañando a mi padre, pese a sus errores, fue el único que siempre me comprendió y si era tan estricto con mis estudios, era justamente para que no cometiese sus mismos errores. 

Siempre traté de guardar las apariencias. Nunca demostraba flaqueza, pues conociendo el pueblo de hipócritas que era Calistoga, hubiesen despotricado contra mi madre cuando ella fue una víctima más. Tanta presión en mi vida en estos últimos años fue lo que me incursionó en el tabaco y el alcohol; no era adicto, pero encontraba consuelo en ellos.

Zac y Sky, los gemelos, tenían siete años. Zac amaba los deportes y era titular en el equipo infantil del colegio; Sky era la que se robaba los corazones de sus compañeros, pero ella no quería noviecitos a su edad, le gustaba dibujar y muchas veces ayudó a la socia de mamá con sus diseños en la boutique. No sé que habrá pasado con ellos, tal vez murieron, pero si no, si existe la mínima posibilidad de que estén vivos, quisiera reencontrarme con ellos y nunca separarnos. 

Hasta El Último AlientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora