I
9 de febrero de 2019
Soy yo, nuevamente, y me estoy muriendo de hambre. Ayer cuando llegamos a Modesto pensábamos en salir al supermercado y conseguir comida, pero ninguno tenía armas. Sólo yo, y porque me la robé de la casa de aquel policía. Si me preguntan, pues no, no se usar armas. Sé que es fácil porque he visto tutoriales, sabía que este día llegaría alguna vez. Pero no. Una sola arma no bastará para acabar con cientos de esos.
25 de marzo de 2002, ese fue el día en que llegué al mundo. Nací en el Gilmore Hospital de Sacramento. Allí vivían mis padres antes de mudarse a Calistoga en busca de "nuevos propósitos". Recuerdo mi fiesta de cumpleaños el año pasado. Nadie fue. Invitaron a la familia de mi padre, pero ninguno se presentó. Estábamos el, mi madre y yo. Pero solo ese día. El resto del año solo fui yo. Nadie me jodía la paciencia. Mi madre era una chismosa que vivía hablando con sus viejas vecinas idiotas de toda la villa. No se miraba el miserable trasero y las mierdas que se cargaba encima. Era evidente que mi padre la engañaba con su asistente y eso era un secreto a voces. Follándosela en los rincones de su empresa, ¡que lindos!
Recalco: NADIE me jodía. Hasta que me decidí unir a estos imbéciles. El día en que salimos del colegio, sin la ayuda de Ty no lo hubiese logrado. A partir de ese día se volvió un inútil. Una maldita carga. Todos son una carga, nadie aporta nada ni intenta hacerlo. La única que intentaba aportar era Tiff, pero me enervaba cada vez que abría la boca. Esa maldita perra estaba intentando derrocarme desde el primer momento y todos en el fondo estaban de acuerdo.
Llevamos días sin comer; viviendo del agua y de restos de comida que encontráramos por ahí, pero ya no podíamos más. Moriríamos uno a uno y no podríamos hacer nada. La muerte nos asechaba y seríamos platillo de ellos pronto. Así como lo fueron Remi, Sabrina y Lil'Blackie. Estábamos refugiados en una pequeña casa en las afueras de la ciudad. Era horrenda. El color celeste pastel que le cubría era desagradable. No estaba acostumbrado a este tipo de chozas inmundas, toda mi vida viví en comodidad. Sólo habían dos recámaras y yo tenía que compartir habitación con los idiotas de Brook y Tiff. Todos estábamos hambrientos, somnolientos y desquiciados. Nos estábamos volviendo locos.
- Ronnie - decía una Tiff notablemente agotada - Nos estamos muriendo de hambre. Tenemos que salir. ¿Cuándo vas a tomar la batuta del asunto? - Vitz y Ty, postrados en un sofá con una fuerte jaqueca me miraron. Brook intentaba mantenerse firme, estaba cansado.
- ¿Tienes una idea mejor, maldita idiota? - pregunté. Ella fijó sus ojos odiosos en mi. Perra esa, la odiaba con todo mi corazón. - No tenemos armas ni mucho menos para enfrentarnos a lo que está pasando. Repito, ¿tienes una idea, Tiffany?
- ¡No quiero morir! - exclamó. Empezó a llorar desconsoladamente en un rincón. Se arrodilló con una mirada cabizbaja y su cara enrojeció al igual que sus ojos. Ty y Vitz se quejaron de los lamentos de la chica, en cambio Brook la intentó levantar.
- Ronnie eres una mierda. ¿Lo sabes? - dijo Brook, notablemente enojado y con las pocas fuerzas que le quedaban. Tenía ganas de patearle el culo a ese indio desgraciado, pero me resistí. Si de verdad necesitaba que esos estúpidos siguieran confiando en mi y no me intentasen asesinar, debía guardar la calma y dejar que ese bastardo limpiase el suelo conmigo.
Ty y Vitz me miraron, extrañados. Lo único bueno de nuestra estancia en aquella casucha era la ropa que podíamos cambiar. Me pude colocar una camisa normalita con un short marrón. Vitz una camiseta manga larga blanca y un jeans, mientras que Ty una camiseta sin mangas y un jean. Tiff y Brook tenían ropa más reservada.
- Ronnie, seguimos confiando en ti. Tienes que solucionar esto lo más pronto posible - dijo Ty, sosteniendo a Vitz en sus hombros. Ese estúpido me servía, así que necesitaba contar con el para llegar a mi objetivo: Bertrand y los otros que se salvaron. Analizándolo mejor, Souberville quiere que yo acabe con los sobrevivientes para no dejar evidencia de su crimen, pero... ¿Cómo? Son como seis personas contra un arma. No lo lograré sin su ayuda. Aprovechando el enojo del resto, salí un momento al portón del lado oeste de la casa y le llamé. Por cierto, la ciudad se veía deprimente. El viento apenas resoplaba y no habían aves sobrevolando el lugar. Nunca me gustó Modesto. Así que me da igual como haya quedado.
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Hasta El Último Aliento
Bilim KurguUn grupo de jóvenes de un instituto estadounidense se percatan de la existencia de un virus letal que rápidamente se esparce por toda la ciudad e intentan sobrevivir dentro del plantel, aunque en cualquier momento pueden morir... Igual que los demás