Capítulo 61: La última cuenta regresiva

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I

Utah quedó atrás. Estábamos de regreso a Arizona e íbamos directo a Duncan, de hecho, ya estábamos llegando. No teníamos ni idea de cuáles serían los planes de Ricky, pero sin duda no serían beneficiosos para nosotros. Los puestos en el auto fueron los mismos de la vez pasada; yo manejando, Norma como copiloto y el resto detrás, excepto Ricky, que iba prácticamente en el maletero de la camioneta que robamos en Utah.

Pero aún todas mis dudas no fueron esclarecidas. Si bien, Ricky nos contó todo su macabro procedimiento y la forma en la que conoció a Trent, como engañó a Amanda y Roger, pensé que tal vez el sabría quién era Misterio. 

- Ricky - llamé, sin dejar el volante. Ricky respondió al llamado, seco pero tolerante. - Aún hay algo que necesito saber. ¿Quién era la persona infiltrada que nos pasaba la información de los documentos que inculpaban a los responsables del virus? 

- Buena pregunta guapo - respondió, recargando el arma de una forma habilidosa y única enseñada por mi. Lo sé, fue un suicidio total. - Paula Mansfield. 

- ¿Qué? - dije, anonadado. ¿Cómo podría ser ella? - No tiene sentido, ¿Paula Mansfield? ¿La esposa de Barry? - pregunté.

- Sí, retrasado. La misma. Trent lo supo todo porque Perabo, el peón de tu fallecido amigo, se lo confesó para volver a ganarse su confianza - respondió. Mi rostro impactado, pero atento lo decía todo. - El prefirió guardárselo y hacerla pagar más tarde, así que imagino que a estas alturas Paula Mansfield debe estar tres metros bajo tierra - rió. 

- Son unos infelices si le hicieron eso a la pobre mujer. Ella no era como ustedes. Siempre le agradeceré el habernos dado todos sus malditos datos - dije, enojado.

- Pues es lo mismo que hizo Blair al enterarse del traidor, ¿no? No justificas el asesinato de ella, pero apoyas el que cometió tu amigo - respondió, evidentemente con ganas de provocar.

- ¡Tú lo mataste! - gritó Blair, volviéndose hacia él. Ricky lo apuntó con el arma y dio un movimiento violento.

- Hey, ¡Cállate y no vuelvas a hacer eso o te disparo! - respondió Ricky, apuntándole en la nuca.

- Blair, por Dios. Basta - susurró Millie, muy asustada por él. 

El camino siguió. Pese a que jamás había venido a estos estados, me guiaba por los letreros para llegar a nuestro destino. Pudimos notar como el cambio climático afectó tanto en la zona de cuarentena que de pronto el día estaba soleado, pero a la vez había frío y eso era poco común en Arizona, principalmente en esa zona.

Norma hizo una maniobra muy peligrosa de la que Ricky no se dio cuenta cuando estábamos en Utah. Ni siquiera nosotros nos habíamos dado cuenta de lo que hizo; por la noche, se levantó sin que nadie se diese cuenta y colocó una de las armas pequeñas en la guantera para poder combatir a la par contra nuestro secuestrador.

Con uno de los pies, abrió la guantera despacio. Me sorprendió esto, pues no sabía que tramaba y me asustaba el sólo hecho de saber que ella moriría intentando una estupidez. Intenté advertirle, lo juro, con señas y gestos faciales, pero simplemente estaba decidida. Tomó el arma con los dedos y luego cuidadosamente la pasó hacia sus manos. 

Maldición, no sé en qué diablos estaba pensando, pero tuve que vigilar a Ricky por el retrovisor todo el tiempo asegurándome de que no mirase. Estaba tan distraído cuidando a los de atrás que no se percataba de lo que pasaba a sus narices. 

Norma pasó su mano derecha a través del asiento y le dio palmadas en la pierna a Amanda, que era quien estaba atrás suyo. Ingenua, no sabía que hacer ante la tan incómoda situación. Miraba de reojo a Ricky para que no se diese cuenta de su intento de comunicación.

Hasta El Último AlientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora