Ya harta de que fuera tan desesperante, me detuve otra vez.
—Voy a aclararte una cosa —dije, cruzándome de brazos y mirándolo con una ceja arqueada—. No porque seas guapo, significa que tienes privilegios.
—¿Crees que soy guapo? —esta vez él arqueó una ceja hacia mí, con una sonrisa sabionda en sus labios.
Sonrojándome, me di cuenta de que retirar ese comentario solo empeoraría la situación, así que me recompuse de nuevo y me ordené poner cara seria.
—Sí, lo creo —admití, deseándole a todos los dioses que mis mejillas sonrojadas no me delataran—. El caso es que incluso si creo que eres guapo, eso no significa que voy a estar a tu merced. Si decides ponerte estúpido y no hablarme por Dios sabe qué, bien, no voy a salir detrás de ti como perrito faldero a preguntarte qué es lo que hice mal para que me ignoraras. ¿Entiendes?
Casi parecía complacido por mi discurso, y se limitó a sonreír con esa sonrisita que nunca parecía abandonar su rostro.
—Y tampoco puedes actuar como si no me conocieras y luego aparecer de la nada y actuar como si nada hubiera pasado. ¿Estamos ahora en la misma página?
—Lo estamos —asintió enfáticamente—. No volveré a hacer algo tan terrible como lo de hoy, por el motivo que fuera.
—Bien.
—Bien, ahora realmente quiero besarte —se mordió su labio inferior y casi me derretí ahí mismo, pero me las arreglé para recomponerme en tiempo record.
—Pues entonces hoy no es tu día de suerte, ahora enciende esta porquería para que pueda llegar a mi casa de una vez por todas —murmuré, mientras me subía a la condenada moto.
—¿Porquería? —pareció genuinamente ofendido—. Eso no es nada agradable.
—Tú tampoco eres agradable.
—Entonces eres libre de insultarme todo lo que quieras, solo deja a mi chica en paz.
Rodé los ojos.
—Está bien, nunca más, solo apresúrate.
Como si quisiera vengarse por mis palabras, la moto aceleró tan rápido que casi sentí que mi alma se despegaba de mi cuerpo, y me aferré rápidamente a su cintura en un chillido. Por suerte, mi casa estaba a tan solo tres minutos y la tortura terminó rápidamente.
—Eso no fue nada agradable tampoco —le dije casi sin aliento mientras me apresuraba a bajar de la moto.
Él agarró mi brazo en cuanto tuve los dos pies en el piso y me atrajo hacia él. Ni siquiera me había dado cuenta de que él también se había bajado, pero me olvidé de eso en cuanto nuestros cuerpos se juntaron. Tuve que poner las manos contra su pecho para no estamparme la cara contra él. Justin era demasiado alto y demasiado fuerte como para el bien de la humanidad.
—Eso no fue agradable… tampoco —levanté mi rostro para poder mirarlo a los ojos. Eran tan brillantes y llamativos como el oro mismo, y me dejaron en un trance del que no podía salir.
Sin decir ni una palabra, se inclinó contra mí y juntó nuestros labios. Tomada desprevenida, me tardé unos segundos antes de reaccionar y relajarme entre sus brazos cuando estos rodearon mi cintura con facilidad. Entonces el beso que comenzó siendo suave y dulce, se profundizó y de pronto era desesperado e intenso, como si hubiera extrañado besarme y estuviera recuperando el tiempo perdido. Podía conocer al chico hace tan solo días, pero estar entre sus brazos se sentía como una sensación familiar, como regresar a casa luego de un largo viaje. No podía explicarlo, solo sabía que era adictivo y que me gustaba.
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Ángel Guardián [Proyecto 127 #1] (Justin Bieber Fanfic)
FanfictionJustin Bieber solo parece el típico chico malo del que ninguna secundaria de los Estados Unidos puede prescindir. _________ Grey no es de las chicas que son lo suficientemente listas para resaltar, pero sí de las que son lo suficientemente tontas co...