Ángel Guardián [Proyecto 127 #1] (Justin Bieber Fanfic)

Capítulo 16: Cartas Sobre la Mesa - Parte 2

—Quiero empezar con Callie —dije, sin tiempo para ser solidaria y dejarlo dormir—, porque estoy segura como el infierno de que no es una contadora, ¿verdad? ¿La universidad y todo eso? ¿Lo de vivir lejos por trabajo? ¿Algo de eso es cierto?

—Uh… no, tu hermana no es contadora, solo una cerebrito de las matemáticas. También se crio junto a la Organización y fue enseñada por tus padres.

—¿También hace experimentos raros como ellos? —murmuré, en parte seria y en parte de broma.

—Algo así.

—Genial, simplemente genial —suspiré—. ¿Y por qué de repente tuvo que mudarse tan lejos?

—Pensó que si se mantenía lejos de ti, sería más difícil para la Organización rastrearte.

—Entonces al final todo es sobre mí, ¿no? —solté una risa sin humor—. Y justo cuando pensé que era un ser humano totalmente común y corriente e irrelevante para el resto de la sociedad.

—Es una buena forma de reducir la situación.

—Cuando… luego de que le dispararas a esos hombres, dijiste que el Proyecto 127 se había visto comprometido. ¿Con quién, exactamente, estabas hablando?

—¿Recuerdas que te dije que la Organización se había dividido? Bueno, aún tenemos nuestra parte de ella y seguimos utilizando los mismos códigos y procedimientos que antes que se disolviera, aunque en realidad, más que dividirse, solo una pequeña parte se desprendió de ella, pero aún tenemos ingenieros en informática, científicos, contactos, guardaespaldas… todo sigue cubierto.

—¿Y tú qué eres, exactamente?

—Normalmente agente.

—Y tu trabajo es cuidarme desde que tengo trece años.

—Lo es.

—Y yo nunca siquiera me percaté.

—Soy bueno.

—No tiene sentido.

—Estoy seguro de que nada tiene sentido para ti ahora.

—Ése es un buen punto. ¿Y qué sabes hacer de especial?

—Uh… ¿en qué momento esto se convirtió acerca de mí?

—Desde ahora, así que solo responde.

—No mucho.

—¿No mucho? Por la manera en la que insertaste dos balas en las cabezas de esos hombres justo en el centro no me parece que esa sea la respuesta adecuada.

—_______...

—No te estoy juzgando ni mucho menos. Sé que lo tuviste que hacer.

—Estoy entrenado con muchos tipos de armas diferentes, en muchos tipos de combates y técnicas de pelea diferentes. ¿Feliz?

—Ambiguo, pero sí.

—¿Algo más?

—Sí, algo más. ¿Por qué simplemente no pudiste acercarte a mí en plan amistoso en vez de lastimarme tanto?

Me miró como si de verdad le importara la forma en la que mi voz salió quebrada. En realidad, no había querido decir esas palabras, pero habían querido salir durante mucho tiempo y ya no podía retenerlas más.

—Porque no podía.

—¿Por qué no? —insistí.

—Porque no quería.

—¿Por qué no?

 —Te lo expliqué.

—Lo hiciste, y no te creí.