Nunca había odiado tanto algo en mi vida como odié mi celular en ese momento, y a juzgar por el rostro de Justin él estaba pensando algo parecido.
Cuando estuvo completamente apartado de mí, me permití incorporarme y contestar la mierda de celular, que seguía sonando y sonando. Resultó ser Callie, así que tuve que recomponerme y asegurarme de que no iba a mandarla a mierda en cuanto contestara, porque no se lo tomaría bien.
—¿Qué pasa, Call? —traté de sonar normal, pero enseguida noté mi voz saliendo con toques de frustración palpable.
—¿Dónde estás? Conseguí llegar… sé que no es una hora apropiada pero llegué… y resulta que no estás, y ya es muy, muy tarde.
—Yo… uh… —sin saber muy bien qué decirle, miré a Justin por ayuda, cuyo único aporte fue un encogimiento de hombros—... estoy con Justin.
Ni siquiera era buena mintiendo por teléfono, así que ni siquiera lo intenté.
Hubo un silencio en la línea.
—¿Con Justin? —su tono de voz me dijo que no estaba feliz. Amaba a Callie, pero muchas veces me ponía de los nervios.
—No te pongas en plan hermana gruñona —murmuré, suspirando—. Al menos él está aquí.
En cuanto esas palabras salieron de mi boca me arrepentí. Sabía que no era culpa de Callie que su jefe fuera un idiota, y que todo lo que ella hacía lo hacía mayoritariamente por mi bien.
—_______, lo siento tanto…
—No, Callie, no importa —la interrumpí—. Lo siento, sé que no es tu culpa. Me iré a casa ahora.
—Está bien, ¿dónde estás ahora? Por favor dime que no en la casa de Justin, porque si es así voy a tener que matarlo con mis propias…
—Estamos en la playa —la interrumpí de nuevo, despacio para que Justin no escuchara—, solo la playa. Dios, Callie, en serio, Justin no es tan malo como lo pintas.
—No malo. Mujeriego.
—La gente cambia.
—Generalmente no.
No iba a dejar que Callie me hiciera sentirme insegura respecto a Justin, porque esa la cosa acerca de mí: según yo, todos merecían una oportunidad, un voto de confianza que yo estaba dispuesta a dar. Mientras no traicionaran ese voto de confianza, no iba a cambiar la manera en la que pensaba de ellos. Confiaba en Justin, incluso con todas las razones racionales que me decían que no debería, pero lo hacía, y lo seguiría haciendo hasta que él me diera una razón para pensar de otra manera.
—Lo sé, Callie, solo deja que yo me ocupe de eso, ¿sí?
—No quiero que te rompa el corazón, ________.
Frunciendo el ceño, miré a Justin, quien estaba mirando perdidamente hacia el océano, y me pregunté brevemente si él tendría suficiente poder sobre mí como para romper mi corazón. No estaba segura, pero me daba miedo la respuesta. No lo conocía hace mucho, pero pareciera como si lo hubiera estado conociendo toda mi vida, así que no podría decir con exactitud qué tan intensos eran mis sentimientos por él. Una parte de mí estaba feliz y delirante de estar enamorada, pero la otra no estaba tan segura de estar realmente enamorada, y la otra, la más oscura y recóndita, no quería estar enamorada, quería que esto fuera solo un juego, que no hubiera dolor asociado, porque ese es el problema de estar enamorado. Siempre duele.
—Si me rompe el corazón le romperé la cara, no te preocupes —dije de nuevo en voz baja para que Justin no pudiera escuchar.
—Eso puede que me haga sentir mejor.
—Me alegro —me reí, rodando los ojos—. Volveré ahora, nos vemos ahí Call.
—Nos vemos aquí hermanita.
Corté el celular y me levanté, sacudiendo la arena que tenía en los pantalones y en realidad en todas partes debido al pequeño revolcón que me di con Justin en ella. Decidí que actuar normal frente a esta situación haría las cosas menos incómodas.
—¿Te importaría llevarme a casa? Callie está ahí —murmuré, con voz tranquila, aunque sentía mis mejillas arder y mis labios hinchados, y para qué hablar de mi cabello. Probablemente lucía como si una zarigüeya hubiera hecho una fiesta con sus amigas.
—Por supuesto —Justin se levantó con su gracia habitual y arrojó todas las cosas dentro de su mochila.
No tomó mucho tiempo llegar a la moto, pero sí tomó otro buen rato llegar a Hamilton, así que para cuando llegamos ya eran casi las tres de la madrugada y todas las casas habían apagado ya sus adornos navideños. El único sonido perceptible era la moto de Justin. Ni siquiera escuchaba cantar a los grillos.
—Aquí estamos, hogar dulce hogar —murmuró Justin deteniendo la moto frente al porche. Mi casa era la única que aún tenía los adornos funcionando.
—Gracias por traerme, y gracias por el viaje a la playa —dije mientras me bajaba—. La pasé muy bien.
Incluso solo diciendo eso sentí mis mejillas arder. Era increíble como la temperatura de mi cuerpo podía cambiar a caliente tan rápido, sobre todo luego de un viaje en moto bajo el frío invernal.
—También yo —Justin me guiñó un ojo, y yo lo miré mal—. Y te recomendaría no intentar nunca más una bebida alcohólica en tu vida.
Me sonrojé más.
—Lo tendré en cuenta, de verdad que sí —me puse de puntitas y dejé un corto beso en su labios—. Nos vemos.
—Nos vemos.
La moto de Justin rugió a la vida en cuanto estuve sana y salva dentro de mi casa. Callie estaba mirando el televisor mientras se comía un paquete de galletas y parte del otro helado que había comprado junto con el que ya me había comido. Nos abrazamos y nos deseamos feliz navidad, y luego proseguimos a abrir los regalos en el árbol.
Resultó que Cher me regaló unos shorts de corto desmedido, y para complementar, Luce me regaló una blusa con escote cuestionable. No ayudó a que la tarjeta en el regalo de Luce dijera “este también será un regalo para Justin” y que además mi hermana la leyera y me diera una charla de quince minutos sobre cómo acostarse con Justin Bieber me quedaba estrictamente prohibido. Abrimos otros dos regalos que eran de unos vecinos y me encontré con uno que era de Justin. Probablemente lo había dejado ahí antes de subir a mi habitación, lo cual era extraño porque nos habíamos intercambiado regalos hace dos días luego de que se suponía que no íbamos a vernos. Yo le había dado una playera (así de obvia, lo sé) y él me había dado un simple per lindo collar con la inicial de mi nombre colgando.
Sin darle más vueltas al asunto, desenvolví el pequeño sobre y me encontré con un brazalete dorado, del cual colgaba la figura en miniatura de lo que parecía una réplica exacta de su Harley. Me reí como una tonta mientras me la ponía alrededor de la muñeca izquierda… solo a Justin se le ocurriría darme un brazalete con la figura de su motocicleta, pero viniendo de él, y considerando lo mucho que ama esa cosa, tenía que significar que esto realmente iba en serio.
Nota: Me demoré en subir, así que como ya dije hace algunos capítulos, si lo hago, subiré harto, así que disfruten de este mini maratón c:
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Ángel Guardián [Proyecto 127 #1] (Justin Bieber Fanfic)
FanfictionJustin Bieber solo parece el típico chico malo del que ninguna secundaria de los Estados Unidos puede prescindir. _________ Grey no es de las chicas que son lo suficientemente listas para resaltar, pero sí de las que son lo suficientemente tontas co...