Capítulo 16: Cartas Sobre la Mesa - Parte 4

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NOTA IMPORTANTE: lo dije al principio de la novela y lo repetiré de nuevo, solo para que no haya confusiones: esta novela es, en efecto, mía, la he escrito yo pero no la he escrito con el nombre de Justin, el personaje principal se llama Aiden y la protagonista se llama Aria, ambos son mis creaciones y adapté sus nombres para que pudiera ser un fanfic, así que cualquier error no tiene nada que ver con que la novela sea adaptada o algo por el estilo, es simplemente que me equivoqué de cambiar un nombre. Cada vez que esto pase, les agradecería que me lo indicaran para arreglarlo.

Ninguno de los dos dijo nada más después de eso. Justin dejó que llorara en silencio entre sus brazos, y cuando el llanto finalmente se convirtió en sollozo, nos arrastró hacia la cama aún sin decir nada, y sin romper su agarre de mí cogió una manta y nos tapó a ambos.

Dormir no fue fácil, no con tantos monstruos atormentándome en cuanto cerraba los ojos, pero en algún momento entre el perfume embriagador del cuello de Justin y sus brazos sosteniéndome con fuerza fue más fácil lidiar con todo y finalmente pude quedarme dormida, aunque tan solo hubiera sido por pocas horas.

Tuvimos que partir a primera hora de la mañana al otro día, y viajamos de nuevo durante más de ocho horas tan solo haciendo una que otra parada en alguna gasolinera a comer algo o a llenar el tanque de la moto. A pesar de haber estado manejando durante horas, cuando llegamos al Estado de Dakota del Sur, Justin lucía como si acabara de tener uno de sus refrescantes viajes a altas velocidades por una carretera desierta. Parecía más descansado que nunca, en cambio yo que no había hecho nada más que sujetarme a su cintura estaba derrotada totalmente.

Lo primero que hice en cuanto entramos a la habitación de nuestro motel en medio de la nada de turno fue tirarme a la cama y dejar que mis músculos finalmente pudieran relajarse luego de tantas horas de viaje. No creía que siguiera sintiendo mi espalda a esta altura.

Con el sueño invadiéndome rápidamente, observé a Justin mientras cerraba cada ventana y cortina que hubiera en la habitación, las cuales en realidad solo eran dos.

—Te traeré algo de comer de la máquina del pasillo. ¿Algo en especial?

—Cualquier cosa estará bien —murmuré con voz adormilada.

Justin volvió con unas galletas de marca dudosa de la máquina expendedora y la comimos en silencio mientras él ojeaba un diario del día y yo lo miraba de reojo de vez en cuando como una acosadora.

—Justin, ¿dónde me llevas? —pregunté luego de darme cuenta de que no sabía a dónde demonios estábamos yendo.

—Washington —respondió mientras se sentaba en el sofá junto a la cama.

—¿Por qué Washington?

—Porque es lo más lejos que hay de Maryland y de New York.

—¿Qué hay en Maryland?

—Las oficinas de la NSA, y en New York las oficinas de la A.M.A. Además, es un lugar concurrido. No se les ocurrirá buscar en Washington como primera opción.

—Bien.

—_______ necesito que tengas en cuenta de que no puedes realizar ninguna llamada telefónica; no puedes abrir ningún ordenador y definitivamente no puedes hablar con nadie. La NSA intercepta líneas de todo tipo de todos los ciudadanos de Estados Unidos, y te encontrarían en un abrir y cerrar de ojos.

—Lo entiendo —dije en un susurro casi inaudible.

Sentándose a mi lado en la cama, Justin se inclinó contra mí y habló igual de bajo que yo.

—Te prometo que haré todo lo posible por mantenerte a salvo y que recuperes tu vida.

—No creo que haya nada que recuperar.

—Lo hay, y te darás cuenta eventualmente.

En vez de replicarle, levanté mi mirada y lo miré con mi mejor cara de cachorrito abandonado.

—¿Dormirías conmigo?

Justin no pareció muy contento con la idea. Pude ver la lucha interior librándose en sus ojos. Sabía que él quería, pero también sabía que no creía que fuera correcto.

—No creo que sea una buena idea.

—No dije que lo fuera.

Pareció dispuesto a seguir discutiendo, pero en cambio solo suspiró con resignación.

—Está bien.

Cuando ambos estuvimos con nuestras respectivas prendas de dormir, meterse en la cama no me había resultado tan emocionante en lo que parecían años. Justin me sostuvo entre sus brazos en cuanto ambos estuvimos cubiertos por las frazadas, y una embriaguez cálida invadió todo mi cuerpo mientras escondía mi rostro en el aroma embriagador de su cuello.

Y en ese momento me di cuenta de que no quería dejarlo ir. Por primera vez en mi vida, quería perdonar una traición, porque este era un sentimiento que jamás había experimentado. La forma en que su aroma y su tacto se llevaban lejos todos mis problemas era increíble, y la manera en la que se sentía estar enredada a él era inexplicable e imposible de duplicar.

Justin me había estado protegiendo todo este tiempo de algo que estaba más allá de peligroso, y no me lo había dicho porque no había sido su decisión. No era su secreto. Era de mi familia.

—Justin —susurré en medio de la oscuridad.

—Dime.

—Tenías razón.

—¿De qué hablas?

—No es tu culpa.

—¿Qué cosa? —preguntó con confusión.

—Esto. Tenías razón, me mentiste, pero no porque quisieras.

—Eso ya te lo había dicho.

—Solo… necesitaba estar enojada con alguien, y eras la única persona conmigo.

—Está bien.

—¿De verdad te gusto?

Él se rio suavemente.

—¿Gustarme? No solo me gustas, ________. Estoy simplemente… enamorado de ti.

Ángel Guardián [Proyecto 127 #1] (Justin Bieber Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora