Capítulo LX.

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A las seis y media, _____ deslizó la tarjeta en la habitación 2020 del Four Seasons. Pero esa noche sería la única de las instrucciones de James que seguiría. Dentro, el gélido aire acondicionado la hizo estremecer. Cerró la puerta a su espalda.

—¿Hola? —dijo, a la vez que entraba en el salón. Las flores cubrían prácticamente todas las superficies, rosas, orquídeas, calas, todas enjarrones de cristal tallado.

Por una vez no había asistenta/doncella esperándola para ayudarla a vestirse y eso fue un alivio. Quizá James suponía que ya podía hacerlo sola.

Dejó el bolso Chanel en la banqueta color cereza de la entrada y se asomó al dormitorio. La enorme cama estaba llena de bolsas y cajas envueltas con lazos de todos los colores. _____ se dio media vuelta y regresó al salón. Se sentó en un sillón de ante y empezó a golpear el suelo con el pie con mal reprimida agitación.

Ahora todo empezaba a tener sentido. Sloan arrebatándole de las manos la invitación de la galería. Cómo miraba a James en las reuniones y cómo había ido mostrándose cada vez menos tolerante respecto a cualquier atención que James tuviera con ella. Estaba claro que no sólo había tenido algo con James , sino que, con o sin prometido, Sloan aún sentía algo por él.

La puerta se abrió.

James entró y su sorpresa fue evidente al encontrarla sentada en medio de la sala. El asombro en su rostro fue probablemente el primer momento de descuido que _____ vio en él y en otras circunstancias ese gesto con toda seguridad habría hecho que le cogiera aún más cariño. Pero no en ese momento.

—¿Por qué no estás vestida? —preguntó, más alarmado que irritado. Claramente, fue lo bastante inteligente como para saber que algo iba mal.
—Estoy vestida —replicó y se levantó para atravesar la habitación y plantarse delante de él—. Y me voy. Sólo quería darte esto.

Le puso el colgante en la mano. Él bajó la cabeza y lo miró como si lo viera por primera vez.

—No lo entiendo —dijo.

—No, soy yo quien no lo entendía. No me di cuenta de que el colgante era algo común entre el personal femenino de la biblioteca.

Sus ojos brillaron por la comprensión, pero igual de rápidamente le dirigieron una serena mirada neutra.

—Dudo que alguna de tus compañeras del mostrador de préstamos lleve esta cadena —afirmó.

—Ah, ¿no te has enterado? Ya no estoy en el mostrador de préstamos. He sido degradada al mostrador de devoluciones. Al parecer, mi jefa no está demasiado contenta conmigo últimamente. ¿Tienes alguna idea de por qué podría ser?

—Parece que tú sí. Así que ¿por qué no dices simplemente lo que tienes en la cabeza, _____?

—¿Por qué no me dijiste que te habías acostado con Sloan?

—No hablo de ex amantes. Y fue hace mucho tiempo.

—¡Maldita sea, James ! No puedo creerlo. Me siento tan estúpida... — Sintió que los ojos se le llenaban de lágrimas y se dio la vuelta para que él no pudiera verlas—. Estuvimos en la cama hablando durante horas anoche y, aun así, no sé por qué, ¿no pensaste en mencionar esto?

—No tiene absolutamente nada que ver contigo, _____ —insistió él, a la vez que le apoyaba una mano en el hombro.

Pero ella no se dio la vuelta. En lugar de eso, mantuvo los ojos fijos en las ventanas, desde las que podía verse el centro de la ciudad.

—A mí no me lo parece —susurró.

—Fue hace mucho tiempo, _____. Y fue algo breve.

—¿Estabas enamorado de ella? —preguntó en voz baja.

—Nunca he estado enamorado. Todo esto no tiene nada que ver con el amor. Las lágrimas surgieron más rápido, más de lo que ella tardaba en enjugarlas.
El cuerpo empezó a temblarle por el esfuerzo de no llorar. Cogió el bolso y pasó por su lado en dirección a la puerta.

La Bibliotecaria (James Maslow) [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora