Capítulo XXXIV.

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_____ se despertó desorientada.

La habitación estaba a oscuras, pero algo le dijo que era por la mañana, no de noche. Se dio la vuelta y se encontró mirando fijamente una pared llena de cuadros dignos de un museo, un recordatorio de dónde estaba y cómo había pasado la noche.

El lado de James estaba vacío, aunque se había quedado dormida con él a su lado. Alargó el brazo hacia la lámpara de la mesilla de noche y la encendió para orientarse. Las cortinas hacían que resultara difícil saber qué hora era, pero tenía la sensación de que iba a llegar tarde al trabajo. Entonces vio un trozo de papel doblado sobre la almohada de James. Lo cogió.

Hermosa _____:

Espero que hayas dormido bien.

Cuando estés lista, reúnete conmigo en el salón para desayunar.

El baño está a la izquierda. Encontrarás toallas limpias y una bata. J.

Ella se levantó de la cama. A pesar de que estaba sola, su desnudez la cohibió. James había insistido en que durmiera desnuda y, aunque ella había protestado diciendo que nunca sería capaz de dormir profundamente sin llevar nada encima, la intensidad de la noche la había dejado agotada y se había sumido en un profundo sueño en cuanto apoyó la cabeza en la almohada.

Se metió en el baño y cerró la puerta con pestillo. Como había esperado, todo estaba inmaculado y era elegante y moderno, lleno de espejos y mármol negro. Había una bañera grande y una ducha de baldosas blancas rodeada por una mampara de cristal.

Como le había dicho él, detrás de la puerta había colgados un camisón y una bata a juego de La Perla. Sobre un banco negro, encontró un cepillo de dientes aún sin abrir, una pila de suaves toallas negras y una bandeja de plata llena de productos Kiehl y Molton Brown.

Se cepilló los dientes y se lavó la cara con un jabón de soja. Tenía el pelo revuelto, el flequillo torcido y supo que lo que realmente necesitaba era una ducha.

Abrió la puerta de cristal. No se parecía a ninguna otra ducha en la que hubiera estado nunca. La alcachofa colgaba sobre el centro de la cabina, perfectamente redonda y plana como una crep. Cuando abrió el agua, cayó como si fuera lluvia.

Encontró champú en el estante. Supo que si buscaba por el baño, probablemente daría con una maquinilla de afeitar, pero no quería entretenerse demasiado. Cuando se enjabonó el cuerpo, sus manos se demoraron en los pechos y entre las piernas, donde se frotó con delicadeza. Se sentía dolorida, pero era un dolor que acogió con agrado.

Su cuerpo era como un nuevo amigo desconocido. Quién habría dicho que podría darle tanto placer a ella misma y a otra persona. Pensar en James hizo que la recorriera un delicioso estremecimiento. Cerró los ojos y visualizó su miembro y una intensa sensación la embargó cuando se dio cuenta de que lo había tenido en su interior.

Por supuesto, hacía tiempo que imaginaba cómo sería practicar sexo por primera vez. Pero ahora se daba cuenta de lo ingenuas y limitadas que habían sido sus fantasías. ¿Cómo podría haber imaginado el olor de su piel, el modo en que sentía su boca en los pechos, la presión de las manos detrás de ella cuando la guió hacia su miembro o cómo se abriría su cuerpo para él como si le estuviera ofreciendo alimento tras una huelga de hambre...?

Cerró el agua. Aquello era una locura. Tenía que volver a la realidad. No tenía ni idea de qué hora era y tenía que pasar por casa antes de ir a trabajar, porque la única ropa que tenía era el vestido negro que había llevado en el Nurse Bettie.

Se secó con la toalla, se peinó y se arregló el flequillo. Cogió el camisón de La
Perla y vio que aún llevaba la etiqueta. La arrancó y se lo puso. La tela tenía un tacto tan suave que era como si le acariciara la piel. Y se dio cuenta de que se transparentaba. Se puso la fina bata encima y se la ató a la cintura. Finalmente, se miró en el espejo y por primera vez en su vida se sintió verdaderamente hermosa.  

La Bibliotecaria (James Maslow) [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora