Capítulo LXXV.

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—Lo que tú necesitas es un chico guapo y normal —afirmó Carly.

Era última hora de la mañana, una interminable mañana durante la cual _____ había sentido cómo pasaban las horas en la oscuridad, en vela, hasta que el sol finalmente le indicó que ya podía levantarse de la cama.

Ante los bollos y el café, no pudo evitar desmoronarse delante de su compañera de piso. Le habló del Jane Hotel, sospechando que incluso la imperturbable Carly se escandalizaría por los acontecimientos de la noche anterior. Pero ésta se limitó a abrir unos ojos como platos y a suspirar:

—Me encanta el Jane.

Luego, como si recordara de repente que sus deberes de amiga y compañera de piso requerían un poco más de empatía, le apoyó una mano en el brazo y dijo:

—¿Qué te he dicho desde el principio? Diviértete, pero no esperes nada más. Así que triunfaste y ahora puedes apuntar esto como una loca experiencia amorosa en Nueva York que podrás contarle a tus nietos algún día.

_____ la miró.

—¿Crees que ésta es una historia que podría contarles a mis nietos?

—Bueno, quizá a los tuyos no. Aunque estoy segura de que a los míos les encantará oírla. —Se rió a carcajadas mientras se daba palmaditas en los muslos.

_____ se pegó las rodillas al pecho y se las abrazó, deseosa de que el sofá se la tragara.

—Me alegra mucho que esto te parezca divertido.

—No me río de ti, _____. Sabes que yo he pasado por lo mismo.

Sí, Carly había experimentado ese tipo de sufrimiento tras su ruptura con Rob. El dolor que era casi físico, la incapacidad de comer o dormir. Era como el estallido de energía que _____ había sentido cuando vio por primera vez a James , pero atrozmente al revés.

Y Carly tenía razón. Se lo había advertido.

—Sabes que después de lo de Rob me quedé destrozada —continuó la chica como si le leyera la mente—. Pero ¿qué hice?

—No lo sé —reconoció _____.

—Volví a subirme al caballo, como diría mi madre.

_____ no sabía a qué se refería. Por lo que a ella concernía, no se había cabalgado mucho en aquel apartamento desde la ruptura. Aunque quizá había estado demasiado absorta en su drama como para darse cuenta de qué había estado pasando últimamente con su compañera de piso.

—¿Qué me sugieres? —preguntó entonces, más por continuar educadamente la conversación que por verdadero interés.

No había nada que Carly pudiera decirle para que se sintiera mejor. Se había enamorado locamente de un hombre inalcanzable y sin duda jodido, destrozado, y las probabilidades de que ella encontrara la felicidad con otro hombre eran las mismas que tenía de llegar a Narnia a través de su armario.

—Yo te organizaré algo con alguien —comentó su compañera.

—Eh... No, gracias —se negó _____, aún estremeciéndose al pensar en Nick y sus colegas en el Nurse Bettie.

—Sé que no te será fácil salir con un mero mortal después de James
Maslow, pero tienes que confiar en mí —insistió.

—Sí —afirmó _____—. Últimamente he estado oyendo mucho eso. Volvió a su dormitorio y cerró la puerta

La Bibliotecaria (James Maslow) [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora