Capítulo LXXIX.

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—Ésta es una lista de la compra bastante larga —exclamó Carly, mirando la gran nota rosa que _____ había ido escribiendo a lo largo de los días.

Era sábado por la mañana y _____ no pudo evitar pensar que hacía sólo una semana había ido de compras con James para el Baile Bondage. Ése había sido un día que había empezado con una gran promesa y había acabado con ella cuestionándolo todo.

Esperaba que esas compras le dieran las respuestas. Siguió a Carly hacia el este, hasta la calle Christopher.
—Por eso te necesito. He pensado que podía pasarme horas en Yelp, confiando en desconocidos, o podía reclutar a mi propia gurú de la moda.

—Soy una diseñadora, no una personal shopper —gruñó Carly, pero _____ sabía que la hacía feliz embarcarse en ese proyecto—. Espero que podamos encontrarlo todo en dos sitios. ¿Y de verdad ya tienes un corsé y un liguero?

—Sí —reconoció _____, sonrojándose.

Había escondido el corsé en el fondo del armario y no lo había mirado desde la noche en que Greta la había embutido en él, la noche en que James le había dado el dilatador anal.

La primera tienda se llamaba My Cross to Bare, y el escaparate estaba lleno de esbeltos maniquíes de plástico blanco ataviados con corsés, gorras de piel, botas de plataforma y esposas colgando de las manos.

Carly llamó a un pequeño timbre blanco y les abrieron la puerta. _____ vio a unas cuantas dependientas paseándose, pero ninguna parecía tener prisa por ayudarlas. Probablemente, suponían que las clientas que acudían a la tienda sabían qué querían y cómo conseguirlo.

Carly se recogió el pelo hacia atrás en una rápida e improvisada coleta, miró la lista y se puso en jarras, como si se preparara para la batalla. Luego empezó a recorrer la tienda cogiendo los objetos en cuestión: unos guantes largos de piel negros y otros blancos; un corsé de terciopelo negro con unos cierres grandes y visibles en la espalda; un látigo de mango de piel negra trenzado y tiras de piel rojas y negras; un látigo largo, espectacular y de aspecto muy poco práctico y una fusta de cuarenta y cinco centímetros.

Le entregó la pila a _____.

—Ha sido fácil —afirmó—. Ahora, ¿puedes decirme qué vas a hacer con todo esto?

—Es mi versión de llegar a un término medio para James —respondió.

—No lo pillo —admitió Carly.

—Lo sé... es difícil de explicar. Yo misma estoy empezando a pillarlo. Una dependienta asiática apareció.

—¿Necesitan un probador?

—No, gracias. Nos lo llevaremos todo —respondió Carly, sonriéndole a _____.

La Bibliotecaria (James Maslow) [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora