Capítulo XXIII.

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_____ lo vio en cuanto entró en la galería de paredes blancas y tan bien iluminada de la calle Greene.

James estaba rodeado de gente en el centro de la sala. Iba vestido con su descuidada elegancia. Llevaba el cuello de la camisa abierto, mantenía los amplios hombros rectos y su resplandeciente y oscura cabeza superaba en unos cuantos centímetros a todas las demás de su alrededor. Alzó la vista y sus ojos oscuros se clavaron en los de ella. _____ sintió una sacudida y apenas pudo mantener la compostura. No quería interrumpirlo y decidió dar una vuelta para ver las fotografías. Pero James ya estaba alejándose del grupo y acercándose. Cuando la miró, también lo hicieron la mayor parte de los presentes en la sala.

—Me alegro de que hayas podido venir —le dijo James sonriente.

Así que la invitación sí era para ella, después de todo. El descubrimiento hizo que se sintiera un poco mareada. Sabía que debería decir algo despreocupado, como: «No quería perdérmelo», o indiferente como: «Estaba por el barrio». Pero lo único que pudo hacer fue esbozar una tímida sonrisa y él pareció contentarse con eso.

Entonces, _____ se dio cuenta de qué era lo único que debía decir, algo que pensaba sinceramente.

—Felicidades. No entiendo mucho de fotografía, pero estoy segura de que esto es algo grande.

James se rió, aunque no burlándose.

—Diría que es algo más bien pequeño o mediano. Pero se podría considerar como que me estoy abriendo camino hacia el estrellato.

Entonces, una familiar rubia se deslizó entre la multitud como el mercurio y apareció de repente a su lado. Sloan llevaba recogida la melena rubia platino en una coleta baja, una falda de tubo negra y un top sin mangas, lo que le permitía lucir sus brazos bien tonificados y bronceados.

—Qué sorpresa verte aquí, _____ —exclamó. Su tono fue cordial, pero cualquiera que viera la mirada que le lanzó habría comprendido que la joven se estremeciera. Por suerte, Sloan desvió en seguida la atención hacia James —. Así que al fin has conseguido la exposición que deseabas.

La afirmación indicaba una familiaridad entre ellos que sorprendió a _____. Su jefa alzó su copa de champán en un discreto brindis.
—No es exactamente lo que quería, pero es un paso más en la dirección correcta —contestó James . Su tono fue más educado que amistoso—. ¿Nos disculpas un momento?

Y eso fue más una orden que una petición. Aunque si Sloan se sintió desairada, lo disimuló.

—Por supuesto, estás trabajando. Ve... a relacionarte. Yo estudiaré a la competencia —le dijo con un guiño.

James guió a _____ a través de la gente que los rodeaba por todas partes. Ella se resistió al impulso de volverse hacia Sloan, consciente de que, de algún modo, le haría pagar el desaire de James .

Se sentía fuera de lugar y deseó que Carly hubiera accedido a acompañarla. Lo siguió hasta el fondo de la sala y se fijó en que en una de las paredes
estaba escrito su nombre con grandes letras negras.

—¿Es éste tu trabajo? —preguntó, deteniéndose.

—Sí —respondió él.

—Quiero verlo —dijo, mientras se acercaba a las fotografías. James parecía impaciente y eso la sorprendió—: ¿No es para esto para lo que me has invitado? ¿Para que vea tus fotografías?

—Te he invitado porque quería verte.

No supo qué responder a eso, así que se volvió hacia la pared. Todas las fotos eran en blanco y negro y se dio cuenta de que todas eran de la misma mujer, un rostro tan famoso que incluso _____ la reconoció: la modelo holandesa Astrid Lindall.

—Son increíbles —afirmó—. ¿Para qué revista las hiciste?

—Son fotos personales mías —contestó él—. Nunca se publicaron.

_____ sintió un desagradable fogonazo de celos... e inseguridad. ¿Había salido con Astrid Lindall? Y si era así, ¿cómo podía estar interesado ahora en ella?

—Son realmente... hermosas. ¿Son tus favoritas? —inquirió. James soltó una risita.
—No, ¿por qué?

—Bueno, las has escogido para la exposición.

—Yo no las he escogido, es lo que la galería me pidió. Las hice cuando estaba empezando. En parte por eso las he expuesto aquí. Esta exposición es sobre los inicios de la carrera de los tres fotógrafos. ¿Conoces el trabajo de Luc Carle? Si es así, te sorprenderá la temática de sus primeras fotos.

_____ no sabía nada de Luc Carle. En lo referente a fotografía, era una completa ignorante. La única razón por la que había reconocido a Astrid Lindall

era porque su cara estuvo omnipresente durante la juventud de _____.

—¡James , bravo! —exclamó una mujer de pelo blanco y corto, con unas grandes gafas de montura redonda negra—. Qué serie tan magnífica. ¿Sabes?, hace mucho tiempo que oía hablar de tus fotografías de Astrid, pero creía que era sólo un mito... como el de Big Foot. —La mujer rió.

—Gracias por venir —le dijo él, pero no se molestó en ocultar que estaba distraído.

Con la mano apoyada en su espalda, guió a _____ hasta un discreto rincón bajo una escalera.

Ella se dio cuenta de que Sloan los miraba, aunque fingía no hacerlo.

—¿Por qué no llevas los zapatos que te regalé? —preguntó James . Ella lo miró sorprendida.
—¿Estás en tu exposición de fotografía y te preocupas por qué zapatos llevo?

—Es evidente que soy una persona visual, _____. Te dije que ese tipo de cosas eran importantes para mí. ¿Al menos llevas la lencería?

—Oh, sí —mintió.

Él la miró fijamente y ella se rió nerviosa.

—Sígueme.

Empezó a subir la estrecha escalera negra y _____ fue tras él. El segundo piso estaba más oscuro y con las paredes desnudas. Había mesas y sillas amontonadas a un lado de la estancia y unas grandes cajas de cartón plegadas apoyadas en una pared.

Estaban totalmente solos.

—Creo que no deberíamos estar aquí arriba —susurró _____.

—Yo estoy seguro de que no —repuso con una devastadora sonrisa—. Ahora enséñame tu ropa interior.

—¡No voy a hacer eso!

—Sabía que mentías. A ella le ardía la cara.
—Vale, te he mentido. Pero aunque no lo hubiera hecho, no te enseñaría la
ropa interior. Por favor, debes de estar bromeando.

—No podría hablar más en serio —afirmó James .

Y su modo de mirarla hizo que el corazón se le parara un segundo.

Se acercó más a ella, hasta que apenas un par de centímetros separaron su cuerpo del suyo. Al principio, la puso nerviosa que pudiera tocarla. Luego, cuando no lo hizo, se sintió decepcionada. Pasó un minuto y _____ miró al suelo. Notó los ojos de James sobre ella y se sintió cohibida.

—La próxima vez, haz lo que te diga —susurró.

Y, a continuación, pasó a su lado y bajó la escalera.

La Bibliotecaria (James Maslow) [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora