Capítulo XCVII.

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_____ estaba sentada a la mesa del comedor de James , observando las fotografías. Apenas reconocía a la hermosa, segura y extremadamente erótica criatura en blanco y negro que le devolvía la mirada. Había intentado evocar el espíritu de Bettie Page, pero era una encarnación más oscura y peligrosa. Cada instantánea parecía revelar una capa diferente de sí misma y la secuencia en que las había organizado James , creaba una poderosa progresión de dominación y deseo.

Las fotografías eran perturbadoras y emocionantes al mismo tiempo.

—No puedo creerlo —afirmó en voz baja.

—Yo sí —replicó él, mientras se paseaba detrás de ella y se asomaba por encima de su hombro de vez en cuando—. No te presioné más con el tema de las fotografías para no incomodarte ni intentar ejercer ningún tipo de control, pero tenía la sensación de que el resultado sería algo especial. —Se sentó a su lado y le cogió la mano—. Y tenía razón.

—Hay muchas fotos.

—Siempre hago muchas durante una sesión, lo cual en sí mismo no es excepcional. Pero sí lo es que todas sean buenas. O casi todas. A veces sólo pueden usarse unas pocas de una sesión, por lo que me permito mucha menos flexibilidad. Pero lo que tenemos aquí... es oro. —Y luego la miró muy serio—. No quiero que te preocupes por nada. Ni por tu trabajo, ni por mí ni tampoco por nosotros.

Le tomó el rostro entre las manos y la miró a los ojos con una intensidad que exigían lo mismo a cambio. _____ sintió el habitual cosquilleo en el estómago y en los ojos de él vio el omnipresente deseo, pero también algo más. Había algo diferente en cómo la miraba y se dio cuenta de que, por primera vez, había un elemento de admiración.

James bajó la cabeza y la besó en el cuello, haciendo que la recorriera un escalofrío. _____ se estremeció y se inclinó hacia él cuando la rodeó con los brazos. Se llenó los pulmones de su aroma y sintió que su cuerpo se veía inundado por el deseo, a pesar de los persistentes dolores de la noche anterior.

La besó en la boca ávidamente, como si hubieran estado separados durante semanas. Le desabrochó el sujetador. Su mano se deslizó bajo la blusa para buscar los pezones. Los tenía erectos. Se los acarició una y otra vez hasta que a _____ se le escapó un leve gemido y sólo entonces le abrió la blusa, tirando de ella con tanta fuerza que algunos botones saltaron y cayeron al suelo con un leve tintineo.

Sus labios y su lengua se entretuvieron en sus pechos, juguetearon con los pezones al principio y luego los succionaron tan fuerte que le dolió. _____ jadeó con las manos en su pelo, asombrada de que su cuerpo fuera su peor enemigo. Lo deseaba descaradamente a pesar del persistente dolor que sentía debido a cómo la había follado hacía menos de veinticuatro horas. Pero notó la humedad entre sus piernas y se retorció de deseo.

La Bibliotecaria (James Maslow) [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora