Capítulo LXVI.

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Y entonces supo que las vibraciones procedían de James y la siguiente vez que gritó, él también lo hizo, al mismo tiempo, sus cuerpos se unieron en una vorágine de placer mayor que los dos juntos.

Sentado en el banco, James observó cómo se vestía. No hizo ningún ademán de ponerse él también la ropa y su cuerpo desnudo la distraía. Allí sentado, con sus brazos y su torso bien cincelados, su rostro de rasgos aristocráticos concentrado en ella, apenas podía fijarse en lo que estaba haciendo. No dejó de echarle miradas, pensando que parecía una obra de arte. Debería ser a él a quien se fotografiara, no quien estaba detrás de la cámara.

Echó los brazos hacia atrás para abrocharse el vestido y James se acercó, se detuvo detrás y lo hizo por ella.

—Gracias —le dijo.

—Espera, aún no he acabado.

Cogió los vaqueros oscuros que había dejado sobre una silla y metió la mano en el bolsillo delantero.

—Date la vuelta —le pidió. Sintió que le ponía algo frío y pesado en el cuello—. Mucho mejor —decidió.

Supo incluso antes de tocarlo que el candado volvía a estar en su sitio. Y
también supo que aquél era su lugar.

La Bibliotecaria (James Maslow) [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora