Capítulo LXI.

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El sofá de Carly estaba lleno de pañuelos arrugados y empapados.

—Lo siento —lloró _____—. Estoy dejándolo todo hecho un desastre. Cogió el último pañuelo de la caja.
Carly se dirigió al armario del pasillo y sacó otra caja nueva.

—Sólo necesitas verlo objetivamente. ¿Qué te dije desde el principio? Diviértete y no le des más vueltas. Mira, ahora tienes ropa fantástica. Y joyas. No puedo creer que le devolvieras el colgante.

Ella negó con la cabeza.

—No puedo divertirme si no hay nada más, si no tiene sentido. ¿Puedo preguntarte una cosa? ¿Qué pasó contigo y ese tipo que te gustaba de verdad?
¿Rob?

—Oh, eso. —Carly se soltó el pelo, se lo retorció y volvió a recogérselo de nuevo antes de hablar—: Él no quería tener una relación «exclusiva». La cuestión es que al principio lo pasé mal pero luego pensé que la mejor forma de enfrentarme a ello era manteniéndome ocupada.

—Con otros chicos.

—Bueno, sí. De esa forma no pensaba en él ni estaba demasiado necesitada. Cuando estaba con otros chicos, no me preguntaba dónde estaría Rob o qué haría. Al menos, no tanto como lo habría hecho si me hubiera quedado sola en casa. Pero entonces él descubrió lo de Derek y lo de ese otro tipo y se cabreó muchísimo.

—Pero ¿él sabía que estabas viendo a otras personas? —_____ decidió ser eufemística en vez de ser más exacta y preguntarle: «¿Sabía que te estabas acostando con un chico diferente cada semana?».

—Sabía que, en teoría, yo podía ver a otros chicos, así es como él quería que fuera nuestra relación. Pero cuando se dio cuenta de que lo estaba haciendo realmente, se volvió loco. Aunque él se estaba tirando a esa chica, Amanda Donovan, que mi amiga Sherry conoce por Spence.

—Eso es hipócrita —afirmó _____.

—¡Totalmente! Los hombres pueden repartir golpes a diestro y siniestro pero no recibir. Así que se puso hecho una furia y me dijo que se había acabado.

Sonó el interfono.

—¿Has pedido algo para comer? Porque me muero de hambre —preguntó
Carly.

—No —respondió _____—. No he pedido nada. —Y luego, al percatarse de que probablemente sería James , le dijo rápidamente—: No contestes.

Carly asintió despacio mientras seguía la dirección de sus pensamientos.

—Entonces, ¿no estás? —preguntó, mientras se acercaba al interfono.

—Exacto. No estoy —asintió _____—. De hecho, ninguna de las dos está.

Su compañera levantó los pulgares y le dio la espalda al interfono. Volvió a sentarse en el sofá.

Pero entonces llamaron a la puerta. Las dos se miraron.
—¿Qué coño? —articuló Carly sin emitir ningún sonido.

—Alguien le ha abierto —susurró ella.

—Sé que estás ahí, _____ —gritó James desde el pasillo. Su voz sonó fuerte, pero calmada.

Ella se metió debajo de la mesa del comedor.

—¿Qué demonios haces? ¿Es que tiene visión de rayos X? Vete a tu habitación. Le diré que estás durmiendo.

_____ se fue corriendo a su habitación y cerró la puerta. Luego apoyó la cabeza en ella y pegó la oreja derecha a la madera, pero apenas pudo oír nada, porque las paredes eran macizas. ¡Malditas construcciones anteriores a la guerra! Un fuerte golpe en la puerta la hizo echarse hacia atrás de un salto.

—_____, no me voy a ir hasta que hables conmigo.

¡Maldita compañera de piso! ¿Cómo podía ser tan fácil de manejar?

Abrió la puerta de su dormitorio. James entró como si hubiera estado allí decenas de veces. Al parecer, era la única que estaba desconcertada al verlo en su apartamento. De hecho, le parecía que estaba soñando despierta.

Él cerró la puerta y ella recuperó el equilibrio sentándose en la cama individual.

—Este sitio es diminuto —comentó él. Ella asintió.
—_____, escúchame. Lo que pasó con Sloan fue hace mucho tiempo. Ahora está prometida y va a casarse. Ya lo sabes.

Ella volvió a asentir.

—Supongo que pensé... Para mí esto es tan intenso... Supongo que pensé que era especial. No sabía que lo hacías con todas.

La idea de Sloan en su apartamento, de James atándola, tocando su cuerpo desnudo... de ella tocándolo a él la asqueó.

Se levantó y le dio la espalda pero él le apoyó las manos en los hombros, la hizo volverse con delicadeza y sentarse en la cama, a su lado. Luego la rodeó con un brazo.

—_____, el modo como estamos juntos, las cosas en las que te he introducido, no son exclusivas de nosotros. Así es como soy sexualmente. Y he conocido a otras personas, mujeres, que son como yo. Existe una especie de comunidad —le explicó.

—Una comunidad —repitió _____.

—Sí, a falta de una palabra mejor. Conocí a Sloan a través de un amigo que sabía que también le iba esto.

—¿Qué quieres decir?

—Me refiero a que no a todas las mujeres con las que estoy las introduzco en esto. He conocido a algunas que conocen su papel como sumisas, tienen sus límites establecidos y entramos en una dinámica fácil que nos va bien a ambos.

—¿Sloan?

_____ intentó visualizar a su dominante jefa, arrogante e irritable de sumisa en el dormitorio. Sólo podía imaginarla blandiendo el látigo, no inclinándose ante él.

—Sí. Nos conocimos a través de un amigo común, nos divertimos y después seguimos siendo amigos.

—Amigos —repitió _____, aturdida.

—Sí. Creo que estar conmigo, ver mi interés por la biblioteca, hizo que aceptara el trabajo.

_____ apenas podía procesar la información. Era como contemplar toda su vida en Nueva York a través de un caleidoscopio que lo convertía todo en un millón de fragmentos de color.

—Cogió el trabajo por ti —dijo.

—No, por mí no. Estaba buscando algo que hacer después de que desapareciera su puesto en Ralph Lauren. Yo sabía que necesitaban a alguien en la biblioteca...

—Bueno, eso explica muchas cosas —comentó _____.

James no picó el anzuelo, aunque si lo hubiera hecho, le habría dicho que era evidente que a Sloan le daban igual los libros o la biblioteca, que para ella era un mero pasatiempo hasta la boda o hasta que le saliera otra cosa.

Y entonces le vino otro pensamiento a la cabeza, uno doloroso que la impulsó a hacer una pregunta cuya respuesta no deseaba saber realmente.

—¿La fotografiaste alguna vez? —preguntó en voz baja. James la miró directamente a los ojos.
—Sí —respondió.

_____ hizo una mueca de dolor, como si la hubiera golpeado. Así que habían hecho algo que ella, _____, no había hecho, no podría hacer, con él. Puede que su relación física formara parte del pasado, pero Sloan siempre la superaría en eso. A la vez que lo pensaba, a la vez que ya sufría por ello, sabía que era irracional. Pero no pudo evitarlo.

—¿Le diste por el culo? —preguntó.

—No digas cosas así. No suenan bien viniendo de ti.

—¿Lo hiciste?

—No —contestó.

Se sintió aliviada. Y fue entonces cuando se dio cuenta de que todo aquello no podría ser nunca sólo diversión para ella. No sería capaz.

La Bibliotecaria (James Maslow) [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora