Por la mañana, se encontró una pila de novelas sobre su escritorio, todas publicadas recientemente y todas con buenas críticas. Dos de ellas ya las había leído. En la parte de arriba del montón había una nota en un post-it azul:
Disfruté con nuestra conversación de ayer sobre ficción, aunque terminó demasiado repentinamente. Me gustaría continuarla esta noche durante la cena. Te recogeré frente a la biblioteca a las seis._____ miró rápidamente a su alrededor, como si la hubieran pillado haciendo algo malo, y se metió la nota en el bolso.
—¿Qué pasa, Finch? ¿Te pagan con libros gratis? —le preguntó Alex.
—No —respondió ella, mientras dejaba los libros a un lado—. Tengo que leer algunas cosas para el jurado del premio de ficción.
—Ah, pues tienes una cosa más. Un tipo ha dejado esto para ti.
Alex le entregó un gran libro ilustrado, con una morena bastante ligera de ropa en la cubierta. Llevaba el flequillo corto y su estilo le recordó a la mujer del espectáculo de burlesque. El título del libro era Bettie Page: Una historia fotográfica. El nombre le resultaba familiar.
Dio la vuelta al libro. No pertenecía a la biblioteca.
—Espera, ¿qué es esto? —le preguntó a Alex. El chico se encogió de hombros.
—Pensaba que quizá habías decidido investigar un poco por tu cuenta.Y entonces _____ recordó que Alex le había dicho que llevaba el mismo corte de pelo que Bettie Page. Hojeó el libro. Todas las fotografías, en blanco y negro, eran de la impresionante morena en varias fases de desnudo; algunas demasiado extrañas y sexuales para mirarlas sin sonrojarse. A mitad del libro había una página marcada con un pequeño sobre blanco. La foto en ella reproducida era una imagen en blanco y negro de Bettie Page sentada en el respaldo de un sofá de aspecto normal. El pelo le caía hasta los hombros en suaves ondas y llevaba unos guantes negros hasta el codo, un corsé negro, medias de red sujetas con ligueros y zapatos de tacón como mínimo de diez centímetros.
Dentro del sobre había una pequeña tarjeta blanca como las que normalmente acompañan las flores. Con la misma letra prieta y pulcra del post-it de las novelas, ponía: Tus deberes para casa.
Volvió a meter la tarjeta en el sobre y miró a su alrededor para asegurarse de que nadie la estaba mirando. Entonces se dio cuenta de que la cita para cenar con James Maslow no era una invitación. Era una orden
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La Bibliotecaria (James Maslow) [TERMINADA]
Fiksi PenggemarHola, les traigo aquí una nueva novela , que en realidad me gusto mucho También para decirles que no es mía, la leí en una pagina y le agradezco mucho a la autora porque es algo que nunca había leído Espero que les guste