3. UNA NOCHE ESTRELLADA

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La oscuridad invadía ya las calles de la alebrestada ciudad, dos figuras iban caminando una junto a la otra, al escuchar sus voces sonreían como lo que eran, un par de adolescentes, no se sabía si enamorados o no, pero sí interesados el uno en el otro.

- Y... ¿Hacia dónde te diriges?, supongo que un chico que es hijo de un padre con una gran empresa de vinos tiene un coche propio para viajar a donde quiera.- Carmen había tomado un tono divertido, si sus amigas y conocidos hubieran sido testigos de su actitud estarían completamente sorprendidos, una particularidad de la chica era la de ser tímida, depresiva y callada, pero con Velkan se sentía en confianza, una confianza a la que ni ella misma le encontraba explicación.

El pelinegro había sido coqueto desde un inicio, pero al parecer ella no lo notaba, ¿O quizás no lo quería ver?- ¿Eso crees?, pues sí, tienes razón y me tomaré el atrevimiento de invitarte a salir.- Velkan era una joven al que no le gustaba darle vueltas a las cosas y ser directo le parecía la mejor solución para sus problemas.- No aceptaré un "no" por respuesta.- Hizo media sonrisa y extendió su mano con galantería, intentando persuadir a la castaña con sutileza.

Carmen, miró unos segundos a la nada aparentemente confundida, ¿Qué se suponía que tenía que responder?, no tenía ni la mínima idea de cuáles eran las palabras que se tenían que usar ante la situación; no tenía familiaridad con aquellos tipos de acercamientos que ahora, un completo desconocido, le ofrecía.

- Luces como los chicos de las novelas románticas.- Los pequeños dedos de la chica, cerraron con amabilidad los dedos de la palma extendida de Velkan, una sonrisa de incomodidad hacía que sus blancos dientes se asomaran con discreción de sus rosados labios.- Me agradas, eso es innegable, pero sólo pensar en la idea de que te molesten simple y sencillamente por juntarte conmigo, me parte el alma y, a decir verdad, me aterra muchísimo.- Una última sonrisa se plantó en el gesto triste de la joven.

Con algo de enfado y decepción Velkan escudriñó a Carmen con la mirada, intentando no gritarle a los cuatro vientos que eso era irrelevante, pero se contuvo e intentó, con todas sus fuerzas, mantener la calma.- ¿Crees que en realidad eso me parece importante?, en las pocas horas que llevo de tener la dicha de conocerte y convivir contigo me di cuenta que eres dulce y amable. A pesar de recibir el odio reprimido de la mayoría de tus "compañeros".- El chico usó un tono burlón al pronunciar esa palabra.- Tu mirada no pierde esa humanidad que te caracteriza.- Abrazó el hombro de la chica, se agachó para estar a su altura.- Después de verte durante todo el día, me di cuenta de que no quiero apartarme de tu lado, mi corazón me pide a gritos que quiere estar contigo.- Con atrevimiento y casi como si sus pies fueran tan ligeros como una pluma se plantó frente a Carmen, impidiendo que siguiera su andar.- Tengo que agregar algo más.- Agachando levemente la parte superior de su cuerpo, casi tocando su respingada nariz con la de Carmen, susurró con seducción.- Mi disposición a aceptar un "no" como respuesta es inexistente.- Sin previo aviso, tomó la cintura de la chica, la cual se encontraba casi hipnotizada por la belleza del individuo, al estar en aquel estado no opuso ni la menor resistencia, sólo cuando miró con claridad el trasero del pelinegro regresó en sí.- Así que, por lo visto, tendré que llevarte a la fuerza.- La joven sintió como su estómago estaba reposando sobre el hombro del rumano, pero por alguna razón eso no le importó.

Carmen después de sentir como se ruborizaba comenzó a pensar que la situación era embarazosa, o al menos para ella.- Velk, debes de entender que esto está mal y es demasiado extraño.- En un intento vano por convencerlo, sus labios a duras penas pronunciaron aquellas palabras.

Además de ver las posaderas que se encontraban a unos centímetros de su rostro, veía también cómo pasaban en repetidas ocasiones las líneas características del suelo de la ciudad, en señal de que Velkan caminaba con total naturalidad a dónde quiera que fuesen. "Probablemente estemos llegando a su auto", pensó mientras intentaba comprender todo lo que pasaba a su alrededor.

FUERA DE LUGAR (EN PROCESO DE EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora