54. DISCULPA, PERO SOY UN MONSTRUO

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VELKAN

- Todo comenzó en Transilvania, yo era una persona muy diferente de la que soy ahora.- Suspiré, buscando fuerzas de donde fuera para continuar.- Vivía en un lugar acomodado, y las personas solían llamarme príncipe.- Carmen frunció ambas cejas en señal de confusión.

- ¿Príncipe?.- Dejó de abanicar su mano a pesar de que todavía estaba un poco roja de la cara.- ¿Eres de la realeza y no me lo dijiste?.- Sonrió de manera peculiar y extraña.

- Nunca preguntaste.- Le devolví el gesto pero con algo de incomodidad.

Ella se rió.- Tienes razón, no pregunté.- Me dio una ligera palmada en la espalda.- Pero no pregunté porque nunca lo pensé, no es como sí fuera por la vida preguntándole a todo el mundo sí es de la realeza, además un "príncipe" nunca estudiaría en una escuela pública.- Se recargó en mi hombro.- Pero te dejaré pasar eso por esta vez.- Asintió con la cabeza para que continuara.

- Yo me había enamorado de una joven dama, que por desgracia no era perteneciente a la burguesía.- Estaba diciendo todo con ambigüedad para que Carmen no sospechara nada.- Pero yo ya tenía un compromiso con otra mujer de mi mismo estatus social, sin embargo, seguí frecuentándola porque realmente amaba a la campesina y no podía dejar ir así, sin más, a la persona a la que había permitido entrar en mi frío corazón.- Seguí, agaché un poco la cabeza para que la chica que tenía a mi lado no notara mi desesperación y ganas de huir, que en ese momento me invadían.- Un día, en forma de carta, llegó una amenaza a mis manos, esta me exigía de forma inmediata que cediera mis tierras para poder ser gobernadas. Yo no podía simplemente renunciar y hacer eso, en ese momento yo era el encargado de proteger miles de vidas, pero la última frase había hecho que reconsiderara la petición. Decía que sino lo hacía la lastimarían a ella, a la persona más importante en mi vida, en mi entera existencia.- Cerré fuertemente los ojos, recordando esa sensación de ira, cólera, rabia e impotencia que tenía en ese momento.

- ¿Cómo se llamaba?.- Con tranquilidad, tomó mi mano apretando mis dedos débilmente.

- Ella...- Dudé.- Ella se llamaba...- Suspiré.- Me duele recordarlo, ¿Puedo no mencionar el nombre?.- Iba a decírselo, pero le había dicho a Samael que no le diría el nombre de Lleana por la seguridad de Carmen, y también, un poco, por mi propio bienestar.

- Si te sientes mal, por mi no hay ningún problema.- ¿Por qué tenía que ser tan comprensiva?, eso ocasionaba en mí un sentimiento de culpa, de alguna manera sentía que le estaba mintiendo, pero esta mentira era para mantener segura a Carmen ¿Verdad?, ¿O sería solamente que me estaba protegiendo a mi mismo para no quedarme nuevamente solo? Ya no sabía de qué estar seguro.

Le di un fugaz beso en la cabeza.- La mandé lejos de mí, por su propia seguridad, vivir cerca de mí, sabía que le ocasionaría serios problemas y la ponía en peligro, era un blanco fácil para hacerme daño por medio de su vida.- Apreté los puños.

- Ya se como termina esto.- Dijo tristemente.- Estás hablando de la chica que no salió ilesa, que mencionaste el primer día que te declaré mis sentimientos, ¿No es así?.- Vaya que Carmen tenía buena memoria.

- En efecto. ¿Cómo es que lo recuerdas?.- Estaba interesado.

- Ese día lloraste, y parecía que recordar eso te causaba un horrendo dolor, nunca te había visto así. ¿Cómo hubiera podido olvidar eso, si el amor de mi vida estaba sufriendo?.- Ella reflejaba compasión en el rostro. ¿En serio ella me consideraba el amor de su vida?

- Perdón, no debiste haber visto esa faceta de mí.- Giré mi cabeza para desviar la mirada.

- No tienes porqué disculparte, es necesario que en una relación se conozcan las peores versiones uno del otro, sino no habría confianza mutua y no sería una relación sana.- Tomó mi barbilla e hizo que la mirara a los ojos.- Además, estoy aquí para escucharte y consolarte, si es que tus demonios internos llegan a consumirte y a controlarte.- Tocó mi pecho, en donde estaba ubicado mi corazón.- Si aquí, llega a dolerte, cuenta conmigo para sanarte.- Acarició mi mejilla y después se volvió a recargar en mi hombro.

FUERA DE LUGAR (EN PROCESO DE EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora