FUERA DE LUGAR (EN PROCESO DE EDICIÓN)

40. ALMOHADAS Y PIJAMAS

CARMEN

- ¿Entonces?.- Preguntó Minerva, llevaba un rato intentando que le dijera la verdad.

- ¿Entonces qué?.- Respondí de manera ambigua ante su insistencia, me estaba haciendo la desentendida.

- ¿Vas a contarnos porque estamos en casa de Velkan o no?.- No quería que nadie ajeno a mi familia y obviamente Velkan, supiera que me estaba quedando a vivir por un tiempo en la casa de mi ahora novio, podía prestarse a rumores que tacharan al pelinegro de una mala reputación, por mi parte yo ya estaba acostumbrada y solo los ignoraba, pero no podía permitirle a nadie que lo molestara. 

- Creo que se están haciendo ideas erróneas en la cabeza.- Era irónico que intentara mentirles a las chicas que en el pasado siempre descubrieron mis mentiras.

- ¡¿A sí?!.- Edith colocó ambas manos en su delgada cintura.- ¿Sabes que no eres muy buena mintiendo, no?.- Como la había sospechado, no estaban creyendo lo que le decía.

- Okey, lo admito, estoy aquí desde ayer.- Me resigné, no haría ni un intento más por mentirles porque era inútil.- Me quedaré un par de semanas aquí.- Suspiré sacando mucho aire por la nariz.

- ¿Ves?, no era tan difícil decirnos la verdad.- Minerva tenía un tono de satisfacción en su voz.

- Pero no crean que me estoy aprovechando de la amabilidad de Velkan, es solo en lo que dura mi recuperación.- Dije un poco nerviosa.- Él insistió que cambiar de aires sería buena idea, además todos en mi casa me veían y no podían evitar llorar.-

- Ninguna de las dos te juzgará, sabemos que tú serías incapaz de aprovecharte de alguien.- Edith posó su mano en mi espalda, haciendo pequeñas caricias para darme más confianza.

Sonreí con serenidad, la respuesta de las dos ante mi comportamiento me ponía muy alegre y me hacían sentir más confianza de la que ya les tenía.- ¿Quieren cambiarse?.- Me levanté de la cama en donde las tres estábamos sentadas.

- No sería una pijamada, si no hay pijamas.- Dijo Minerva mientras tomaba algunas cosas de su mochila.

- Pueden cambiarse en el baño.- Señalé la puerta que estaba a un lado de la cama.

- ¿Te da pena que nos cambiemos aquí?.- Edith me miró divertida.- Somos todas mujeres, o al menos eso tengo entendido, no debería darte pena.- Se quitó la bonita blusa que tenía puesta.- A menos que Minerva sea travesti.- Se rió después de decir esto último.

Minerva tomó una almohada lanzándosela en la cabeza.- Ya quisieras.- Se quitó sus pantalones dejándome ver su ropa interior.

Caminé a uno de los cajones del ropero y saqué mi pijama. Ver como se comportaba el dúo dinámico me causaba mucha gracia, y lo admitía, en un principio había llegado a pensar que cambiarnos todas juntas sería raro, pero al contrario me pareció más natural de lo que creía. Sin contar que me tendrían que ayudar con el yeso para poder cambiarme.

Gracias a la ayuda de Edith, logré ponerme la pijama en menos tiempo de lo habitual. Después de lavarnos los dientes y acostarnos en la cama nuevamente, ellas comenzaron a hacerme muchas preguntas otra vez. Por más que intentará hablar de otras cosas, la plática giraba alrededor de mí.

- ¿Cómo es que te diste cuenta que te gustaba?.- Al ser la más interesada en el tema del amor y lo romántico, Edith fue la primera en preguntar.

- No lo sé.- Cepillaba mi cabello con los ojos viendo al piso.- Solo pasó y ya.- Respiré lentamente.- ¿Cómo decirlo?, en un principio sentía un gran aprecio por él como lo tengo con ustedes, es decir, sentía que era un gran amigo, pero después de algunos días me fui dando cuenta que pensaba todo el tiempo en él. La verdad ni siquiera ahora sé si lo que siento es una simple atracción porque es una sensación que nunca había experimentado con alguien más. Es como si el simple hecho de su existencia me hiciera sentir feliz. Lo que siento no puedo explicarlo con palabras, ustedes necesitarían sentir lo mismo para que entiendan lo que quiero decir.- Terminé de hablar, dejando la habitación en silencio.