1. COMO MUERTA

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El reloj estaba a punto de marcar las 3:00 p.m., sólo faltaban unos 15 minutos, la calle estaba repleta de adolescentes caminando a un paso apresurado a las afueras de la escuela, en las rejas amarillas marcaba con un azul fuerte "CCH Azcapotzalco". El día parecía ser bastante soleado y caluroso para ser otoño, algo extraño para la temporada.

Entre el cúmulo de gente iba una chica de no más de 16 años, que pareciese insignificante ante los demás, y aunque fuera cruel admitirlo, tampoco era importante.

Llevaba puesto unos pantalones con corte recto, una blusa de tirantes negra con una chamarra de cierre, grande, demasiado grande, para su pequeño y robusto cuerpo, una vestimenta tan común y corriente como ella consideraba que lo era su vida; tenía colocados sus audífonos ignorando a todo el mundo como el mundo la ignoraba "Otra vez a la maldita escuela", pensó con inexpresión pero con malestar y miedo. Llevaba ya un tiempo estudiando en aquel colegio,  al inicio, pensaba que era grandioso, pero al averiguar que el infierno que había vivido en los grados anteriores también lo viviría en su educación media superior no le parecía tan extraordinario. Para su desgracia, muy en el fondo sabía que su depresión había empeorado a causa del martirio vivido en su día a día.

Se encontraba divagando en medio del camino a su salón de clases, llegando temprano, aparentemente antes que todos, ya era una costumbre que había adoptado desde algunas semanas atrás. Por su mente pasaban varios escenarios en dónde se daba cuenta que sus logros académicos de alguna u otra forma opacaban la relación con sus terceros, provocando que su círculo social se limitara a unos dos o tres individuos en la escuela. Siempre era objeto de burlas, no se sabía si era por azares del destino o simplemente las personas estaban llenas de malicia y encontraban placer en hacerle la vida imposible a una chica tan sumisa como lo era ella, causando que no tuviera (o si quiera conociera) un concepto claro de lo que era autoestima, ni siquiera sabía si todo lo que sentía o no sentía era la forma correcta de reaccionar ante estas situaciones.

La escuela, ante sus ojos, parecía ser un campo de batalla y su mente y cuerpo eran los que cobran la factura de aquello. Como si se tratase de un trabajo constante, no había un solo día en el que sus compañeros no la molestaran, incluso la joven se había acostumbrado a los abusos y burlas, o eso era lo que se obligaba a creer. Era evidente que cualquier individuo que tuviese un mínimo sentido de coraje, libertad, orgullo y dignidad nunca se acostumbraría a doblegarse ante nadie.

A mitad del camino, desvió su andar para poder entrar al sanitario a hacer sus necesidades, se miró un minuto en los sucios y opacos espejos, arrugó un poco la nariz al ver que su rostro se veía cansado y que unas ojeras prominentes habían marcado territorio en gran parte de sus ojos, pasó una mano por su cabello para poder acomodarlo un poco. Cuando menos se lo esperó, cada una de la chicas que se encontraban allí comenzó a desalojar el espacio, dejando todo el sitio sumido en un incómodo silencio que presagiaba un mal augurio.

"Tap, tap, tap", el sonido de algunos pares de zapatos chocando contra el piso de cerámica, en el que segundos antes estaban varias estudiantes, llamaron la atención de la alarmada joven. Sin pensarlo demasiado aferró su mochila a su cuerpo y trotó lentamente a uno de los baños, intentando no hacer tanto ruido.

Sabía de quién se trataba comenzando a rezar desesperadamente por algo divino que la salvase, pero ya era demasiado tarde. "¡Por favor, que se vayan!"

A pesar de haberse subido al excusado completamente y ponerse la mochila en las piernas, en una muy complida posición, unos golpes estruendosos irrumpieron en su cubículo.- ¿Cómo se levantó hoy mi querida marrana?, ¿Tienes hambre?, ¿Qué comerás hoy?, ¿Embutirás en tu boca mierda?- Una voz, que provenía evidentemente de un sujeto masculino, gritó y unas risillas sonaron tras de este.- ¡Claro! porque es lo que hacen los de tu especie, comer y comer y engordar, ¿No es así?- Sin dejar lugar a una respuesta, él mismo se respondió.- ¿Qué le haremos hoy a la gorda?, ¿Qué quieres hacer hoy maldita gorda?- Estas palabras cedieron lugar a un silencio largo.

FUERA DE LUGAR (EN PROCESO DE EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora