6. SORPRESA

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La mañana era cálida, un viento gentil entraba por la pequeña ventana de la recamara y llegaba como un tierno, lento y frío beso a la mejilla de un rostro que se encontraba recostado en una almohada, eran ya pasadas las diez de la mañana y Carmen no estaba dispuesta a levantarse, alrededor de la semana se había pasado sobreesforzándose y ahora su cuerpo se lo recordaba por medio del cansancio, la espalda y el cuello le estuvieron doliendo de maneras horrendas todos los días y los ojos le ardían como si hubieran vertido ácido en sus córneas. Pero no había nada que un buen sueño reparador no arreglara.

La puerta de la habitación se abrió levemente, permitiendo la entrada de un delgado rayo de luz que paró sobre la nariz de Carmen, esta sólo alcanzó a mover su cuerpo en otra dirección sobre la cama con un suspiró profundo y tapó su cara con la sábana, aún estando dormida ya que era de sueño pesado. Una figura delgada y alta se subió lentamente al cuerpo de Carmen y sorpresivamente comenzó a moverla.

- ¡Ey!, ¡ya es tarde, ya levántate!- La desorientada chica abrió los ojos con complicación mientras su hermano le retiraba la sábana del rostro.

Poco a poco el joven fue aumentando los zarandeos hasta incrustar con delicadeza sus dedos en las costillas de su hermana, iniciando así una guerra de cosquillas.- Pero es fin de semana.- Dijo entre risillas y cubriéndome nuevamente todo su cuerpo con la sábana.- Estoy muy cansada, la semana estuvo muy pesada y estresante.- Y era la verdad, las ojeras que tenía debajo de sus ojos los confirmaban, su existencia en las últimos días se había limitado a leer e investigar sobre las materias que cursaba, no salía mucho de casa por hacer las tareas que, a su percepción, le parecían interminables y había estado estudiando para los exámenes que determinarían su calificación definitiva del semestre.

El moreno se levantó lentamente de la cama y la miró por unos instantes mientras una sonrisilla se asomaba en sus labios.- ¡Ah!, ¡pero que decepción!, yo solo te despertaba para que fueras a ver la sorpresa que te trajeron, está en la sala por sí te dignas a levantar.- La sonrisa del joven hermano era burlesca y cínica, Carmen inmediatamente detectó aquel tono de insinuación en la voz de Caleb, provocando en ella curiosidad, así que sin perder más tiempo dio un brinco de la cama, caminó descalza medio dormida sintiendo el frío del piso en las plantas de sus pies, cerró por inercia los ojos ya que se sabía el camino de memoria y se sentó en el sofá mientras bostezaba.

Después de haber salido Caleb de la habitación, se despidió del ahora invitado que se encontraba sentado en su sillón y de su madre, quien le advirtió que llegara temprano. Salió de la casa con sus ojos cansados y se persignó. 

Velkan miró con gracia a Carmen cuando hubo salido de su cuarto con los ojos cerrados, al sentarse a su lado una prominente sonrisa invadió su lánguido rostros. En la mañana se había preguntado así mismo si era prudente ir a la casa de Carmen cuando a él se le diera la gana, era fin de semana y probablemente toda la familia estaría descansando, pero, sin importar que creía que era una actitud intrusiva, no dejaba de pensar en cuánto deseaba estar con ella, con su querida Carmen, quería saber qué era lo que estaba haciendo, cómo se sentía, en sus más recónditos pensamientos se imaginaba con ella, abrazando su cuerpo y tomando su cabello entre sus largos y pálidos dedos para olerlo. Así que sin pensarlo demasiado, tomó una ducha rápida, se vistió como acostumbraba, tomó las llaves de su auto y condujo hasta la casa de su amada. Para su sorpresa esta se encontraba dormida, un breve pensamiento recorrió su mente, comparó cómo los tiempos habían cambiado, en su época, una joven de su edad ya estaría bien despierta atendiendo a su familia.

- ¡Mamá!- Velkan admiró callado la escena, la castaña exclamaba la presencia de su madre sin dignarse a abrir los ojos y eso le producía suma diversión, de alguna forma u otra, le encantaba la inmadurez de la susodicha.- ¿Me puedes dar la dichosa sorpresa para que me pueda ir a dormir otra vez?- El sonido de las ollas chocando entre sí y un olor penetrante a comida invadieron las fosas nasales de Carmen, dando por hecho que Betania se encontraba cocinando y la ignoraría por completo, por lo que al no obtener respuesta alguna Carmen bostezó de nuevo y se recostó en la parte sobrante del sofá, sobresaltándose un poco al sentir que su nuca se reposaba en un par de piernas, no le dio importancia pensando que se trataba de su abuelo o incluso de su hermano mayor, no le pasó mínimamente por la mente que la persona que le prestaba su regazo era Velkan.

FUERA DE LUGAR (EN PROCESO DE EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora