Capítulo diecinueve.

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—¿No crees que ya es suficiente, Viana? —le dije, cuando la muchacha entró por la puerta con una bandeja con un plato lleno de frutas en su interior.

—No, Leah. Debes reposar. El señor Cameron ordenó que no dejásemos que abandonaras la habitación hasta su regreso.

Bufé resignada, ya había pasado un mes desde el incidente, y la verdad es que me gustaría retroceder el tiempo y nunca haber salido al frío. La respuesta era muy sencilla. Odiaba esta casa,la odiaba. Y Cameron por alguna extraña razón quiso quedarse acá, y no en la que estábamos anteriormente, a la que llegué yo. En la que tenía mi propia habitación, mis propias cosas, y en la que dormía sola.

Y aunque esta casa era tres veces más lujosa y grande, no entendía por qué cuando habían muchísimas habitaciones, Cameron insistía en que durmiera en esta habitación, con él.

Tampoco es como si pudiera poner algún tipo de objeción a su petición, nunca se podía hacer algo diferente a lo que Cameron deseaba, su palabra era ley y lo había aprendido en muy poco tiempo. De todas formas, todas las noches antes de acostarme colocaba una almohada entremedio de nosotros cuando él comenzaba a dormirse, para así poder sentirme más segura. Su respiración tan cerca de la mía me producía sensaciones inexplicables, y a decir verdad no las entendía.

Y si yo no me entendía, ¿Cómo me podría entender las demás personas?

Viana salió de la habitación, hablaba conmigo lo estrictamente necesario y eso estaba comenzando a cansarme, en verdad necesitaba una amiga en este lugar. La soledad me estaba causando cólera. Me levanté, la exageración de Cameron no podía conmigo, ¡La doctora dijo que no había daño alguno¡ ¿Por qué se colocaba de esa manera?

Suspiré y tomé un poco de ropa, colocándomela con cuidado, ya que en cuanto la doctora se fue, y el beso jamás hablado de Cameron, me di cuenta del rasmillón que tenía en la costilla derecha, supuse que había sido producto de la caída a la nieve.Nuca creí que yo fuese capaz de llega tan lejos. Tomé una bocanada de aire y me apliqué una crema color verde claro que estaba encima del mueble, ardía.

En toda esta semana Cameron me había dirigido la palabra dos veces, y ninguna de ellas fue paraa hablar del beso de esa noche. Y eso más que doloroso, era un tanto decepcionante y humillante. Todas las noches esperaba que él hiciese algún tipo de comentario, lo que fuera. Pero no sucedía.

Me terminé de colocar la ropa, hacía frío, y era claro pues estábamos en temporada de invierno. Un pantalón holgado beige junto con una blusa morada estaban sobre mi cuerpo. Parecía una señorita de sociedad y no pude detestarlo más. Suspiré, en el espejo se observaba una figura distinta. Digo, era yo, pero a la vez no lo era. Algo había cambiado, algo era diferente.

No te pierdas,Leah.

Agarré el plomo de la puerta y mirando hacia ambos lados como una espía salí de la habitación, ya no aguantaba más estar entre cuatro paredes, y lo sentía por desobedecer a Cameron, pero terminaría volviéndome loca si seguía en esa habitación. Digo, esta era una mansión gigantesca y me tomaría por lo menos unas horas recorrerla entera. Quería hacerlo. Estaba cansada de lee r libros y ver televisión ,y la saga Hush Hush ya había terminado para mi

Caminaba por los largos pasillos de aquella mansión desconocida para mi, era oscura y sombría, no tenía ni una pizca de calidez ni mucho menos de buenas vibras.

Mi madre siempre me decía que debía de creer en las energías, que aquellas nos representaban y que eran importantes. Definitivamente no sentía una buena energía en esta casa,no entendía el por que.

—Carajo—murmuré, observando cómo una de las puertas se abría. De ella dos hombres salían con unos trajes que a mi parecer se veían bastante lujosos. Me escondí rápidamente tras un tipo de estante, no era mi intención escuchar su conversación, pero ya que no podía salir de ahí sin ser vista debía esperar a que ellos se fueran del lugar.

CRUELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora