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Narra Nana

No sé qué pasa hoy. Será que las rosas de la señora Bomsi ya están emanando el aroma primaveral,  o que la temperatura es la ideal para pasear. lo cierto es que se siente el amor revoloteando en el aire.

—al fin martes! Creí que este día nunca llegaría— exclama mientras se sirve su té de hierbas favorito. —fueron las dos semanas más largas de mi vida!!

Sonrió ante su cursilería. Todos los años es lo mismo. Cada vez que jimin se va solo de vacaciones, Bomsi queda cómo un fantasma en pena. Y no es para menos, desde que su esposo murió hace cinco años, ella se ha aferrado a su hijo con uñas y dientes. —iré a traer algo para que acompañes el té. 

—podrías traer algo de ese pastel de manzana? Estoy segura que le encantará— asiento con una reverencia. Me encanta verla tan feliz y llena de vida.

Le llevo lo que me pide y una vez que me aseguro que ya no soy de utilidad, me pierdo en el jardín trasero.

La tranquilidad de ese lugar es indescriptible, glorioso. Silencioso e inspirador. Ideal para hacer lo que tanto amo. 
Abro mi cuaderno y saco un lápiz negro para comenzar a marcar en el papel. Me pierdo en el mundo del arte por lo que me parece una eternidad hasta que la calma es interrumpida por las carcajadas de lo que parece un niño.

Podría ser más molesto?

—Nana! Sabía que estarías aquí!— afirma chasqueando los dedos.  —qué haces?

—lo de siempre. Huir de tí.

Pucherea mientras se deja caer contra el árbol que estoy intentando retratar. —porqué huyes?

Sonrio al verlo ofendido. Es un pesado, pero tengo que admitir que es adorable cuando hace esos gestos con los labios. —estaba dibujando, jimin. Qué más?

—por eso no fuiste a saludarme?

—ajá. Tenía que hacerlo?— me atrevo a jugar con su frustración. Me encanta ver con pone los labios en trompa al mismo tiempo que infla sus cachetes.

—si!— grita con enojo y eso solo aumenta mis ganas de apretar esas mejillas hasta dejarlas rojas. —Nana! No me extrañaste ni un poco?— su tono lastimero cómo su expresión me recuerda lo sensible que puede ser a veces. Aunque, no es propio de él demostrar debilidad frente los demás. Sólo yo tengo el privilegio de sufrir sus berrinches. 

—quédate así!— digo para evitar contestar y extiendo una mano indicando que no se mueva. —déjame retratarte.

—así?— pregunta creando un leve puchero forzado. Pobre... Ya sabe lo que le espera.

—quédate quieto. No respires!— lo regaño cuando se deja caer al pasto con las piernas abiertas. 

Me arrodillo frente a él con entusiasmo y comienzo a trazar el contorno de su rostro en una hoja nueva. 
Sus ojos pequeños, que ya he memorizado a la perfección es lo primero que hago. Sigo con su nariz, cabello y me detengo al comprender que otra vez, no sé cómo dibujar sus labios. —nerviosa?— pregunta con ese gesto de satisfacción en los ojos.

Sonrió de manera sancarrona para no demostrar lo realmente nerviosa que me encuentro. Si... Aunque me cueste admitirlo, jimin me hace cortar la respiración. —me frustra mucho no poder dibujar tus labios.

Arrastra su cuerpo hasta lograr acercarse al mío y descaradamente, toma una de mis manos para apoyarla en su rostro. Acuno sutilmente su pómulo izquierdo y acaricio el contorno de sus labios con el pulgar bajo su mirada llena de intriga. —no puedes porque nunca me has besado— asegura y pego un brinco para alejarme.

—porqué lo haría!?— pregunto entre enojada, confundida y ofendida, sintiendo cómo la sangre se me amontona en las mejillas para ruborizar completamente mi rostro.

—porque eres mi novia! Porqué más?— afirma sin una pizca de vergüenza.

—no soy tu novia!— no quiero gritar, pero su actitud de "harás lo que yo diga" me molesta. Sé que es su personalidad el que lo obliga a querer abarcar todo a su paso, pero también sé que no lo hace con intenciones de someterme. 

—entonces, come y duerme con el perro!

—bien!

—bien! Cásate con él! Bésalo a él! Pero te aseguro que no lo disfrutarás cómo lo harías con un beso mío!

Su comentario me toma por sorpresa. Sin dudas, jimin se vuelve más demandante con la edad. Y eso que a penas tenemos 13 años. Estoy segura que a este paso, me encerrará en un calabozo antes que cumpla los 20. —bien... Lo haré— termino cediendo. No seré hipócrita, en realidad, esperaba que diera más pelea. Que por una vez en la vida! Trabajara por lo que quiere. 

—harás?— su tono es la viva expresión de la victoria. Siempre es lo mismo con él. Siempre se sale con la suya! Lo gracioso es que todo es mi culpa. No puedo ignorarlo cómo debería. 

—te besaré, pero no quiero que mi abuela se entere o me meterá en un convento— suplico con toda la inocencia del mundo. 

Lo oigo carcajear y me alegra que al menos él, vea la situación cómo algo cómico. No exagero, mi abuela me mataría si se enterara que ando con chicos a tan corta edad. Supongo que quedó precavida por lo que le pasó a mí madre. O quizá, se rehúse a quedar sola si llegara a enamorarme. Lo cierto, es que cuando se trata de jimin todo se vuelve menos importante y mis prioridades sólo giran en torno a él. —era mentira, Nana. No voy a obligarte a nada.

—yo quiero hacerlo, pero no quiero que nadie se entere.

Entonces, lo encaro. Se ve entusiasta con la simple idea. En cambio yo, sé que debo lucir aterrada. —y serás mi novia— afirma. Inhalo hondo antes de asentir.

Cómo si en verdad supiera lo que está haciendo, acorta la distancia y se inclina dejándome acorralada entre su cuerpo y el tronco del árbol a mi espalda. Entonces, me doy cuenta que él está tan nervioso cómo yo. 
No siento que respire, parece que se le ha olvidado de cómo hacerlo, sólo está ahí, parado frente a mí con sus ojos recorriendo cada una de mis expresiones. 
Decido ser yo quien termine con  esa agonía. Me paro en puntas de pie y tirando de su sudadera lo obligo a chocar nuestros labios.

No fue lo que esperaba, pero supuse que sólo nos faltaba práctica. Pero eso, se podría arreglar.

—manzana— digo barriendo el suelo con la mirada. Definitivamente, mi rostro arde de la vergüenza. 

—lo hiciste tú?— me sorprende que su voz no delate que está hecho un manojo de nervios. Pero su cuerpo dice lo contrario. Sus manos se ahuecan en mis mejillas obligándome a encararlo y puedo apreciar que tiembla cómo una hoja. Asiento ante su pregunta y me pierdo en esos ojos castaños que nunca se me habían antojado tan brillantes. Eso de alguna manera me hace sentir menos tonta y me relaja. —algún día cocinarás mejor que tu abuela y que madre juntas— reímos para cortar el hilo tenso y mentiría si dijera que no me gustaría volver a besarlo. Pero estoy segura que mi abuela ya ha notado la ausencia de jimin y no tardará en salir a buscarme. —qué harás en la noche?

Retrocede un paso mirando hacia la casa, supongo que él presiente el peligro tanto cómo yo. —dormir, que más?— me hundo de hombros y aprieto los labios para evitar soltar un suspiro. pero es inútil. Sonríe mostrando los dientes y todos mis intentos por mantener la cordura fallan. 

—iré a media noche— lleva su puño a la boca para carraspear la garganta sin dejar de mirarme. —Qué harás? 

Suelto el suspiro e imitando su sonrisa, contesto lo que sé que quiere escuchar. —esperarte, jimin. Eso es lo que haré. 



Siempre Fuiste Tú [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora