*Lana en multimedia*
Había dejado a Shownu y a Jimin plantados para ir a tomar un café con Daniel. Cosa que se alargó y se convirtió en una cena con alcohol de por medio.
Me sorprendí de lo rápido que pasaban las horas junto a él. Quizá fuera por las tantas anécdotas de mi madre que él guardaba en su mente cómo un hermoso recuerdo. O tal vez, porque no era tan desagradable cómo imaginaba.
Él saber, que ella no estaba sola, que tenía un amigo que la apreciaba, me hizo bien. Mi abuela siempre la recordaba cómo una mujer solitaria, aburrida e insípida. Pero Daniel, conocía un lado que ni siquiera Yong contaba. Bueno... Digamos que él jamás me habló de ella, pese a que se lo he pedido en muchas oportunidades. Siempre se disculpaba diciendo que recordarla era doloroso.
Por él supe que mi madre era amante del arte. Qué dibujaba con tanto realismo que asombraba a cualquiera, pero que jamás lo había visto cómo una profesión ya que no le parecía que tuviera un futuro lucrativo y que por eso, decidió estudiar odontología. En parte, eso lo sabía. Mi abuela me había dicho que mi talento era heredado. Quizá por eso, me costó tanto cuando decidí dejarlo. Pero que debía hacer? El corazón se me estrujaba cuando quería dibujar y decidí dejar todo en el pasado. Para que no doliera, para poder disfrutar de otras cosas que no me recordaran a mi vida pasada.
Lo que me sorprendió, fue darme cuenta que Daniel no sabía de la relación de mi madre con Yong. En parte me alegró por que eso me liberaría de dar explicaciones a cerca de mí descendencia. Por otro lado, quería que supiera. Así podría tener una aliado cuando Soomin dijera algo estúpido en referencia a su padre. (Cosas cómo que nos acostamos)
Cuando la noche fría nos atrapó, se ofreció en llevarme hasta a mí departamento. Lo cual acepté sin chistar. Digamos que había superado esa sensación de incomodidad con él y no voy a mentir. Quería que siguiera contando alguna tontería o travesura hecha por mi madre.
Insistió en subir y despedirse en mi puerta. Fue gentil, todo un caballero. Hasta llegué a plantear una duda en mi cabeza. ¿Porqué lo alejé todos estos años? Lo había juzgado injustamente sólo por ser amigo de Soomin. Porque siendo sincera, él jamás había sido grosero conmigo. Todos esos malos pensamientos hacia él, estaban sólo en mi cabeza sin razón.
***
Mi celular rebosa de mensajes. Tanto Shownu, Lana, jimin y wonho, me preguntaban donde estaba. Qué hacía, porqué no contestaba, bla bla bla. Decidí contestarles lo mismo. Qué estaba bien, que había surgido un imprevisto y que mañana los buscaría para ponerlos al tanto. Bueno... A Jimin, no. A él le había escrito que me esperara. Qué esa noche dormiría con él.Hasta a mí me resultó extraño ese mensaje. Jimin me había pedido varias veces que me quedara en su habitación y siempre me negaba. Pero esta noche, estoy tan feliz que me muero por compartirlo con alguien y él se lo ganó.
Cómo Bomsi dormía plácidamente, no sentí la necesidad de hacerlo esperar demasiado y después de ponerme algo más cómodo, trepé por su balcón cómo todo amante huyendo de algún esposo celoso.
Su habitación estaba a oscuras, iluminada sólo por la lámpara de noche. Su cama estaba intacta, con algunas pequeñas arrugas bajo un libro, lo que me decía que no estaba durmiendo y ocupaba su cabeza en cosas para no hacerlo. Aunque recién se hacía media noche, se me hizo extraño que decidiera leer en lugar de escuchar música o buscar algo que ver en su televisor. No le di importancia y me acomodé boca abajo para echarle un vistazo a aquel libro.
"La princesa y el sapo" era lo que estaba leyendo. Reí por el título, pero las entrañas se me retorcieron cuando recordé aquellas líneas. En nuestra infancia, a su padre, el señor Park. Le encantaba leernos este tipo de cuentos y ese justamente, era mi favorito. Tenía una historia, cómo un significado muy grande para mí. Bueno... Para los dos.
Estaba perdida entre esa líneas, cuando el colchón se hundió a mi lado. —sabías que es de mala educación entrar a una habitación sin golpear la puerta?
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Siempre Fuiste Tú [TERMINADA]
FanfictionEs ley de la vida. Que nadie elige de quién enamorarse. Cómo también, es ley que no hay edad para hacerlo. Lo seguro, es que, donde hubo fuego, cenizas quedan. Lo realmente verdadero perdura y aunque creemos superarlo, sólo basta con una mirada para...