42🔞

892 93 13
                                    

Narra jimin

Tal y cómo Soomin lo predijo. Había perdido hasta la última gota de orgullo por Nana. Había tocado fondo, me estaba humillando, sólo por tenerla.
Pero lo necesitaba. Tenía que sufrir todo lo que ella quisiera porque yo tampoco tenía la conciencia limpia. Yo también la había humillado en el pasado, yo también... La había lastimado y era hora de pagar. Estaba listo para esto.

Me tomo unos segundos para admirar su cuerpo desnudo. Se siente cómo si el tiempo no hubiera pasado entre nosotros. Ella, vuelve a tener la misma intensidad en la mirada. Vuelve a mirarme con admiración y eso... Eso me hace sentir más vivo que nunca.

La Nana que podría hacerte correr con un simple roce, la mujer erótica que te calienta con sólo mirarla, ha desaparecido dejando a la niña llena de dulzura en su lugar. Es sensual, tierna. Es mi Nana. —quiero lastimarte, quiero que sufras— lo dice con un pequeño hilo de voz tembloroso.

—está bien— contesto conforme y termino de quitarme la playera bajo su mirada llena de confusión. No la culpo, debe pensar que estoy loco! Incluso hasta yo creo que he perdido la cordura.

Me toma de rostro, obligándome a que la vea directamente. Sus ojos recorren desesperados quizá, buscando un ápice de lucidez. —jimin, a caso no tienes amor propio?— su cuerpo se tensa. Tengo que tomarla de la cintura para acercarla a mí ya que todavía me encuentro parado junto a la cama. Apoyo una rodilla en el colchón y beso su frente restándole importancia a su pregunta. —no tienes? Deberías ser más sensato! Amarte un poco!

La imito, ahueco su rostro entre mis manos y con una pequeña sacudida la obligo a sostenerme la mirada. —es tuyo. Todo mi amor es tuyo— le aclaro. Ella niega con frustración, pero no dejo que hable. —lo merezco. Merezco sufrir, Nana.

Deja caer sus hombros en señal de derrota y después de soltar el aire de manera pesada, me ayuda a terminar de desvestirme. Pero lo hace lento, cómo si el sexo no fuera una urgencia y no estemos a punto de hacerlo por bajar la calentura. Creo que ella también lo comprendió. No iba a ser igual que las otras veces, esta vez. Le haría el amor cómo dios manda. Con el único objetivo de sentirla mía, de unir nuestros cuerpos y nada más.

Gateo en la cama hasta quedar encima de ella, mientras voy besando cada parte que encuentro. Comienzo por sus muslos. Puedo sentir cómo su piel se eriza cuando la toco. Eso me vuelve loco, me encanta saber que todavía puedo provocar eso en ella.
Subo a su cadera, en donde me detengo para propinarle una leve mordida. Ella se retuerce bajo mi cuerpo y abre sus piernas en señal de que necesita más cercanía. Obedezco a sus pensamientos y llego a sus hermosos senos. tomo uno en cada mano, presiono sólo un poco para dejarlo en punta en dirección a mi boca. Se sienten más llenos de lo normal, pesados, duros y exigentes de ser devorados con urgencia. La miro antes de hacerlo y sé que está ansiosa. Puedo notarlo por cómo aletea las pestañas efusivamente mientras relame sus labios. Entonces, lamo la cima de sus senos, uno a la vez. Dejando que ella sea espectadora y participé del acto.

Sus manos se aferran a mis cabellos, hace un puño con ellos y tira con furia cuando siente que succiono sus pezones. Chupo con insistencia, tirando levemente sin dejar de mirarla.
Su boca se abre un poco dejando salir un pequeño chillido cuando mis dientes rozan la dureza de sus pezones. Entonces, mi lengua se arrastra por toda su aureola y jugueteo en la cima provocando que su espalda se arquee y su centro se eleve hasta pegarse al mío.
Por un momento, siento que se deja llevar, pero me sorprende cuando sus piernas se cruzan en mi espalda y su cadera comienza a frotarse sobre mí. Me encuentro excitado ante su movimiento, pero no la dejo llevar el ritmo. Me arrastro hasta quedar sobre ella sacándole un gemido con aquel roce inconsciente entre mi miembro y la humedad de su entrada.

Comienzo a saborear sus labios, lo hago de manera lenta a pesar que sus dedos se clavan en mis brazos en busca de más sensaciones.

Siento que lucha por intensificar el beso. No estoy dispuesto a romper la dulzura del momento, por lo que me resisto a azotarla con la lengua. En su lugar, acaricio su rostro dejando un camino de besos en cada parte de su cara. La veo hacer un pequeño berrinche interno y sé que está esforzándose por llevarme la contraria. Entonces, tomó sus manos que jugaban a arañar mis brazos y los coloco sobre su cabeza. Sujeto ambos con una sola mano y la otra la uso para sostener su rostro.
Se retuerce en busca de más contacto, pero no dejo de besarla y acariciar su piel mientras que comienzo a frotar nuestros centros. Pero no lo hago de manera brusca, lo hago sutilmente, con delicadeza, haciéndola desear mi carne tanto cómo yo la deseo a ella.

Así, sin soltar sus muñecas. Me remuevo entre sus piernas hasta que la penetración se da por si sola. Su expresión es dolor, sé que no la estoy lastimando y lo que duele es no llevar el ritmo que pretende. Aún así, comienzo a empujar mis caderas dentro de ella. Sintiendo cómo la lleno poco a poco.
Está tan empapada que se me hace imposible no gemir al sentir lo caliente de sus paredes. Mi miembro entra y sale de ella con tanta facilidad que mis piernas tiemblan con cada embestida.

Minutos después, siento un calor bajo mi ombligo que me pide a gritos que aumente la velocidad. entonces, coloco ambas manos sobre sus muñecas y flexiono los brazos dejando caer todo el peso de mi cuerpo en mis caderas. Nuestros pechos no se tocan, sólo mis labios llegan a ella, succionando su cuello y parte de sus senos, provocando que se esfuerce por arquear la espalda y así tener más contacto. 
Froto nuestros centros, creando círculos dentro de su apretada y sensible vagina de manera lenta, cómo una deliciosa tortura que me hace jadear a gruñidos. 

Veo cómo nuestras pelvis luchan entre sí, desde mi lugar la imagen es demasiado caliente cómo para apartar la mirada. Me animo a jugar con mi suerte y comienzo a salir de ella para ahogarla con una nueva embestida enérgica. —ah! J..jimin!— gime a gritos, demostrando que le ha gustado tanto cómo a mí.
La imagen de mi miembro embistiendo su feminidad con rudeza, comienza a desesperarme por lo que aparto la mirada para enfocarme en su rostro ruborizado y perdido en el placer.

Se retuerce bajo mi cuerpo, dando a entender que el clímax la había envuelto. Baja sus piernas cansadas de mi espalda y las abre, entregándose por completo para dejarme la tarea de terminar con ella.
Segundos después, me encuentro sobre su torso luchando por recuperar el aliento.

Nana, luce molesta. No me importa, está más loca que yo si piensa que volveré a cometer la misma estupidez de ocho años atrás. No! No volveré a dejarla, tendrá que matarme para liberarse de mí.

Siempre Fuiste Tú [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora