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La primera botella de soju la bebimos en silencio, pero no era de esos incómodos. Era uno tranquilo que nos dejaba apreciar la compañía del otro. Ninguno decía nada, dejamos que nuestras miradas se reconocieran y que nuestra mente grabara el cambio en nuestros rostros.

La segunda botella, nos soltó un poco. Agregamos a las miradas algunas risas. Me sentía algo tonto al no poder evitar sonreír y hasta se me hizo verla sonrojada, aunque sospecho que se debía al alcohol.

Estábamos ignorantes del horario, algo dentro de mi quería que el reloj se detuviera o que corriera más lento. Necesitaba tiempo para saber de ella, qué había sido su vida, si lo estaba haciendo bien... Tenía tantas cosas que quería saber, que me avergonzaba no tener el valor para preguntar sin que me viera cómo un idiota.

Con la tercera botella, agregamos el diálogo y comenzamos a recordar anécdotas pasadas. Por un momento se me hizo que ella quería evitar el tema de nuestra relación y lo hizo evidente cuando nombró a mi madre cómo suya y no por el nombre cómo lo había hecho por dieciséis años. "Nuestra madre"

Sonaba tan extraño en sus labios!

Por otro lado, no me interesó en absoluto. Lo único que podía pensar era que la tenía allí! Sentada frente a mí cómo si el tiempo jamás hubiese pasado. O mejor aún, cómo si el tiempo se hubiera encargado de borrar el dolor y no sé porqué, pero tuve la vaga idea de que podríamos comenzar de cero. Sin reproches, sin tanto drama...

Claro... <<Comenzar de cero>> eso le dirás a doña; <<castradora>>? Mi conciencia se burla y caigo en la triste realidad. Yo... Hice mi promesa de comprometerme con Soomin y Nana tiene una hija! No me sorprendería que ella ya se haya casado.

Pero, siempre hay un pero...

Yo aún no he dado ese paso y aquí no hay rastro de que viva un hombre.

-creo que es suficiente por hoy- dice al darle el último trago a la botella.

-tan dulce, hasta para echarme- lo digo y me arrepiento en el acto. Debía pensarlo pero parece que mi cabeza actuó por si sola.

-no te estoy echando- dice acompañado con una carcajada. -hablaba del soju. Creo que nos vendría bien un té o café.

Se levanta sin esperar respuesta, la veo desaparecer por la puerta de la cocina y el vacío que siento en el pecho es horrible. Decido seguirla.

-tengo un té de vainilla delicioso- comenta poniéndose de puntillas de pie para alcanzar dos tazas de la alacena. El vestido se le pega cuando arquea la espalda y el recuerdo de aquel tatuaje me hace arder por dentro.

Sonrió nervioso apoyándome de la mesada. Ahora me siento torpe, no sé qué hacer con mis manos por lo que opto por guardarlos en mis bolsillos.
No puedo dejar de mirarla cómo si estuviera haciendo algo grandioso y sólo vuelca agua caliente en una taza...
Sus labios se mueven y ese acto me deja embelesado, no es hasta que se acerca y toca mi hombro que noto que me ha preguntado algo. -perdón- digo y tomo la taza que me ofrece.

-preguntaba si querías azúcar o edulcorante- ríe al pillarme absorto en mis pensamientos.

-me da igual.

Hablamos un rato más, esta vez de la niña. Me encanta ver cómo sus ojos brillan al nombrarla con tanto amor, pero mi corazón se estruja ante lo inevitable y quedo mudo. -estás bien?- pregunta cuando nota que mi mente ya no es participe de la charla.

Dejo la taza sobre el fregadero y me acerco a ella. No parece que eso le moleste de alguna manera. -Nana... Tú...- suspiro. Asiente animándome a seguir y es ella quien termina de acortar la distancia. -te casaste?

-no- contesta al instante y me siento cómo un niño por la emoción que su respuesta me brinda.

-nana... Yo podría...- la respiración se me corta al darme cuenta que la tengo tan cerca que debo hablar casi en susurro. Incluso su dulce aliento a vainilla me atonta impidiendo que mis neuronas se conecten. -podría tocarte?

Carcajea a boca cerrada, relame sus labios y asiente. Tengo que pasar las palmas por mi pantalón porque estoy seguro que sudo cómo cerdo. Y así, sin titubear demasiado, apoyo las manos a los lados de su rostro y ella los ahueca para que termine por encerrar sus mejillas entre mis dedos.
Sus ojos se cierran cuando acaricio sus pómulos con los pulgares y eso hace que las ganas de besarla me hagan picar hasta las entrañas. -jimin...

-si?- el corazón me late en la garganta al oírla susurrar mi nombre. Estoy ahí, a un centímetro de comerle la boca y si no hago es porque temo que eso sería letal para mí.

-puedo tocarte yo?- susurra sobre mis labios.

-por favor- contesto cómo si las palabras me dolieran.

Una de sus manos me sorprende cuando la siento en mi pecho, me estremece y eso que lo hace por encima de la ropa. Dibuja una sonrisa al notar mi alocado corazón y va bajando hasta llegar a la zona abdominal. -jimin...

-mmh?- no puedo hablar, jadeo abriendo la boca y sé que dejo en evidencia que muero por besarla. Mis labios tiemblan y su voz susurrando no es de ayuda.

-estás tan... Grande...- A LA MIERDA! -y tan...- suspira haciendo un puño encima de mi ombligo y clavando sus nudillos sigue para terminar de quemar mis neuronas. -duro...

Y NO SABES CUANTOOOO.

mi cuerpo arde de la manera más literal que existe. En cambio ella se ve divertida con la escena, eso me hace confundir y excitar más (si eso fuera posible)

Sus dedos juegan con el dobladillo de mi playera haciéndome tragar duro, ella es tan erótica que por momentos olvido que se trata de la misma niña a quien le había quitado la virginidad. Es cuando encuentra el elástico del boxer que me obofeteo virtualmente. -no hagas eso- suplico apoyando la frente sobre la suya.

-no hago nada- se defiende, pero empeora las cosas cuando suelta el elástico y este me golpea la pelvis enviando una electricidad a todo mi cuerpo.

Me quiero morir, su boca roza la comisura de mis labios y un gemido se me escapa. Pero no es lo único...
Me rehusaba a soltar su rostro, pero me ví obligado a hacerlo. Mis manos cayeron a sus hombros y me incliné apoyando la frente en sus clavículas, sintiendo cómo de una manera inexplicable eyaculaba en mi ropa interior.

Siempre Fuiste Tú [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora