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Las noches siguientes no he recibido la visita de jimin. Comenzaba a pensar que quizá, mi atrevimiento de la última vez lo había intimidado. Pero él merecía saber que su jueguito me estaba haciendo mal y digo "mal" en el buen sentido de la palabra. No imaginaba lo que podría estarse cruzando por su cabeza, pero comenzaba a ponerme ansiosa. Necesitaba saber, me urgía comprender cómo se sentía al respecto.

Una semana después, al escuchar a mi abuela roncar cómo motor oxidado, decidí escapar para ir a buscarlo.
Bomsi, sabía de nuestras andanzas y "se olvidaba" de cerrar con llave la puerta que da al jardín. Obviamente, sin querer. Vieja picarona... Aunque no sabía cómo interpretar su ayuda involuntaria. A veces estaba segura que presentía las razones reales que con jimin intentabamos ocultar. Otras, que seguía viéndonos cómo niños pero a diferencia de mi abuela, todavía nos creía inocentes.

Cómo sea. Sin su ayuda no podríamos vernos nunca ya que mi abuela vivía a la defensiva.

La puerta de la habitación estaba entre abierta. Podía divisar la oscuridad y el silencio que me decía lo vacía que se encontraba. O quizá estaba durmiendo, aunque conociendo a jimin cómo lo hago, sabía que eso era imposible. Él nunca podía dormirse antes de las 2 de la madrugada y a penas eran las 12.

—a quién espías?— susurra en mi espalda. Pego un respingón del susto y sin querer lo golpeo en el mentón con mi cabeza. Se queja en silencio, tocándose la zona y quiero reír.

—me asustaste!— le reclamo apretando los dientes para ahogar una carcajada.

Pucherea señalando la puerta. Por inercia miramos a los lados antes de entrar. 

Entro directamente a la ventana que da al patio trasero. Una vez que me aseguro que no se ve movimiento en mi casa, con mayor tranquilidad vuelvo a acercarme a él. —duele— comenta sobando su mentón. Está sentado al borde de la cama, por lo que dudo unos segundos antes de acompañarlo.

—aquí?— señalo y al verlo asentir, le doy un beso en la zona marcada. Sé que está exagerando! Sé que lo hace para obtener mimos en lugar de un reclamo por su ausencia! Pero yo también necesito de su cercanía y le sigo el juego, a pesar que eso es justamente lo que venía a hablarle con urgencia.

—y aquí— susurra tocando a un milímetro pegado al beso que acabo de darle. Suspiro en forma de derrota y vuelvo a besarlo.

Ya se salvó... Sabe que no le diré nada porque ya me tiene comiendo de la mano y eso le gusta.

Cómo es su costumbre, besa mi rostro demostrando que tiene control total y acunando mi nuca, me ayuda a apoyar la espalda contra el colchón.
Esos detalles, esa manera tan gentil, su dulzura y su trato tan delicado, me derriten entera. ¿Cómo no desearlo?  Cómo no hacerlo, si me trata cómo si fuera su objeto más preciado?

—jimin... Espera!— pido sin ganas. No quiero que se detenga. Sus besos ya llegaron a mi cuello y me siento atontada. Lucho contra mis impulsos que quieren arrancarle la ropa y recorrerlo cómo dios manda. Lucho porque necesito estar segura que él es capaz de llegar tan lejos cómo pretendo.

Es muy cruel de su parte que sea tan obediente, se detiene y se queda observando mis ojos que a pesar de la poca luz, estoy segura que reflejan el deseo en ellos.  —perdón... Olvidé que eso ya no te gusta.

Qué no me gusta!?

QUÉ NO ME GUSTA!?

tengo ganas de darle un sartenazo por tonto. —cuando haces eso, sólo quiero una cosa.

—qué me detenga— afirma soltando el aire hasta desinflar su pecho. Su voz es apenas un hilo tímido, casi inaudible.

—no. Todo lo contrario, quiero más... Mucho más— confieso con el mismo tono que él y al notar que vuelve a inflar el pecho, agrego. —jimin, quiero que me hagas el amor.

Siempre Fuiste Tú [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora