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Desilución, dolor, ira y tantas cosas que ya no sé lo que sucede conmigo.

Por momentos, siento que así debió sentirse Nana cuando decidió dejarme. No es lo mismo, no hay punto de comparación. Pero... Tampoco éramos quienes somos ahora. Ella era una niña y no conocía el mundo. Quizá, mis actitudes de ese entonces, le dolieron tanto cómo hoy me duelen las suyas y por eso buscó en la experiencia que yong podría darle, aquello que a mí me faltaba.
Y tal vez, busque una justificación a todo esto que ocurrió en el lapso de pocas semanas. Pero no puedo dejar de pensar que estoy ignorando cosas que no sé.

En ese momento, quise huir de todo. No me sentía con ganas de que la gente me mirara con pena. No quería ser la carga emocional para nadie, ni atormentar a mis amigos "otra vez" con mi drama y corazón destrozado. Pero... No pude. Al menos, no por mucho tiempo. Para ser exactos, sólo duré cuatro meses alejado de todo.

Necesitaba respuestas, quería que alguien me mirara a la cara y me dijera que todo esto era un terrible mal entendido. La cuestión, es que ya no sabía en qué o en quien creer.

Hasta esta noche, Otra noche más, en la que intento dormir aferrado a mis sueños. Esos que a veces me dicen cosas y otras, sólo me torturan con recuerdos que prefería no tener. Pero, soy un imbécil masoquista y cierro mis ojos porque es la única manera en la que puedo verla.

***

Quiero ser dulce. Pero ella rompe con todos mis intentos de crear romance. Es atrevida, lasciva y tan sensual, que olvido la ternura que me provoca verla en trenzas y enfundada en su camiseta de mangas largas que usa para dormir.

La mesedora cruje ante vaivén de sus caderas y me pierdo. Quedo maravillado con su expresión torturada de placer. El mismo, que me doblega, dejándome esclavizado entre sus piernas que me rodean. —despacio...— suplico, porque tengo miedo de correrme antes que ella y porque no me gustaría que sus gemidos lleguen a oídos ajenos.

Trata de controlar el movimiento de sus caderas y cuando encuentra el punto exacto en donde la penetración la llena, muerde sus labios con dolor, evitando así que un jadeo escape. 
Mis piernas se tensan, elevando mi pelvis a su entrada y su boca hinchada se abre dejando salir en forma de susurro un gritito de alivio, indicándome que ha llegado al clímax.

Segundos después, la acompaño. mis dedos crean un puño sobre los bordes de su camiseta y jalo de ese punto para pegarla más a mí pecho. Ella, recuesta su sien en mi hombro casi por inercia y acariciando con las yemas de los dedos los bordes de mi ombligo, me invita a hacer lo mismo en su cintura. —déjame dormir hoy aquí— pido temeroso a una nueva negativa. Pero ilusionado

—jimin...— revolea los ojos con advertencia. —será mejor que te vayas.

—te extraño— confieso para que ceda, pero pareciera que eso le molesta. O quizá ya sabe que se lo digo para acudir a su lastima. —sólo quiero dormir contigo— la sigo hasta su cama. Ella voltea antes de subir y me advierte con la mirada que me golpeará si llegara a acercarme más. Acomoda su camiseta por debajo de sus muslos y mientras se distrae con eso, aprovecho para tirarme de la manera más descarada.

—vete, jimin! A caso quieres que nos maten?— su pedido en susurros me provoca risa. Nana me regaña y me golpea en el hombro para que baje de su cama. Pero no lo hago. no me interesa las represalias de su abuela o los de mi madre. Sólo me interesa ella. —por favor...— suplica pero siento sus manos aferradas a mis codos y sé que está cediendo.

—déjame dormir contigo!— vuelvo a pedir, de la manera más chiquilina e inmadura del mundo y por fin, la oigo carcajear.

—dios... Pareces un niño. Eres un burro inconsciente!— me reprocha, dejándose caer entre las tantas almohadas que utiliza para dormir. —no quiero que nos separen, jimin. Siento que tu imprudencia logrará que mi abuela quiera irse de aquí.

Siempre Fuiste Tú [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora