epílogo 🔞

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La estabilidad había vuelto a mi vida pero de una manera nueva. Tenía a mi madre, a mi padre, a mis hijos y al hombre más maravilloso que podría existir.

Descubrí que no siempre las cosas serían cómo uno las planea, que podría haber enormes piedras en el camino, que sufría y tendría que levantarme una y otra vez... Pero, a pesar de todo, aunque cada golpe pareciera el final del mundo. Si estoy con las personas correctas, siempre habrá un motivo para no darme por vencida.

Ahora que lo pienso, con jimin volvimos a ser los mismos. Volvimos a ser esos adolescentes que se aman pero que jamás lo dicen, esos que antes de expresarlo con palabras, lo demuestran con miradas, besos, caricias y pequeños detalles llenos de amor. 
A pesar de ser perfecto, ya no me alcanza. Quiero más y aunque no necesito valerme de un papel para saber qué es mío, quiero hacerlo. Quiero unirme a él en matrimonio, quiero despertar cada mañana sabiendo que incluso después de mi muerte, me recordarán cómo su única mujer.

—ya sé lo que quiero de regalo— dice tomándome de la cintura. Lo veo a través del enorme espejo de baño con una sonrisa amplía y entusiasta. Recordándome que sólo faltan  horas para celebrar su cumpleaños —cómo dijiste que no sabías que regalarme, decidí darte el tuyo antes y estoy seguro que de ahí podrás hacerme el mejor regalo— me guiña un ojo y sale del baño con la intención de que lo siga. Lo hago porque sinceramente adoro los regalos y a pesar de haber mentido con respecto al suyo, podría aprovechar para darle una sorpresa. —ábrelo!— ordena señalando un paquete plano sobre la cama. Siento nervios, porque no hay que ser un genio para saber que se trata de un lienzo y por la manera en la que la envoltura se arruga sobre los bordes, podría apostar que también contiene pinceles o carboncillos.

—jimin, no creo que pueda.

—dibujame— manda ayudándome a abrir el envoltorio. —Quiero verte dibujar.

Me quedo unos segundos pensando en todo aquello que me alejó del arte. Ya no duele... Recordar a mi madre ya no es algo doloroso porque sé que está descansando en paz. Porque yo también encontré la felicidad y todo aquello que me atormentaba, ya no existe. —recuestate— ordeno mientras me acomodo sobre el respaldo de la cama. Jimin sonríe con entusiasmo y se lanza boca abajo para acariciar mis pies. —no te prometo nada. Si antes no podía dibujar tus labios, no te sorprendas si ahora te hago bizco—  carcajea, dejando a la vista esa sonrisa que tanto amo. Así, en esa posición y con su expresión de felicidad comienzo a delinear sobre el papel cada una de sus facciones. Las cuáles, están grabadas en mi mente.

***
Narra jimin

—no puedo creer que me obligues a dibujarte y te quedes dormido!— me reclama.

—no me dormí! Sólo descansaba los ojos!— trato de defenderme, pero hasta la risa se siente forzada. Nana me golpea los hombros con los talones y eso es lo único que puedo sentir a demás del sueño.

—estabas roncando!— se cruza de brazos con enojo, mirándome con sus ojos bien abiertos, pero ni así puedo mantener mis reflejos alertas y ella continúa golpeándome.

—perdón, amor... Estoy muy cansado...

Tengo que abrazar sus piernas para que deje de golpearme. Lo logro, así que decido recostarme entre sus muslos, con la ilusión de que me deje quedar así por un rato. —tienes mucho sueño?

—si...— bostezo haciéndome la víctima, sin ser conciente de sus planes en contra de mí persona.

—es una lastima. Terminé tu dibujo. En realidad, es nuestro dibujo porque hice un retrato de los dos.

Su tono denota un poco de picardía, por lo que intuyo que está mintiendo y que sólo lo dice para que le preste atención. —si?— vuelvo a bostezar y el sueño gana terreno cuando sus dedos se pierden detrás de mis orejas. Ese acto siempre fue letal para mí, jamás pude encontrar algo más relajante que sus caricias.

Siempre Fuiste Tú [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora