13

990 110 4
                                    

No pude aguantar las dos semanas. Había perdido el móvil y no tener noticias era muy frustrante. Malditos aparatos que lo hacen todo por uno y no me dejan memorizar ningún número celular.
En casa nadie atiende y eso terminó por desesperarme. Obviamente, con los chicos me excusé de estar enfermo. No es del todo mentira, me la pasé encerrado con dolor de cabeza y vómitos. Creo que mi cuerpo buscaba una excusa para no empeorar las cosas con Nana y se hizo evidente cuando mi última noche en el hotel, Suni quiso darme una "sorpresa" colándose en mi habitación.
No pude estar con ella, quizá fué producto del cargo de conciencia o vaya a saber qué mierda me pasaba, pero mi mente sólo viajaba a ese lugar en donde aquella chica de ojos negros yacía en una cama. Dolida, por mi culpa...

El corazón se me oprime al sentir el enorme silencio que invade la  casa en la que vivo.
Por inercia busco a alguien con la mirada pero efectivamente, no hay nadie. Eso no llama mi atención, lo que termina por enloquecerme es notar que la sala se encuentra muerta. Los retratos han desaparecido de los estantes al igual que los diferentes trofeos de Nana que mi madre colgaba con tanto orgullo. Recordaba cada uno de ellos, cuándo ganó el de baile, el de natación, el de dibujo (ese había sido todo un logro). Mi madre jamás los guardaría ni mucho menos existía la probabilidad de que los tirara.

Se sintió cómo si Nana no existiera.

Escucho un alarido femenino y unas pisadas estruendosas bajar las escaleras a toda marcha. Es mi madre y se ve furiosa. —HASTA QUE TE DIGNAS EN REGRESAR!!— me reprende y comienza a gritar tan fuerte y rápido, que apenas logro comprenderle. Suspiro con fastidio y revoleando los ojos le pido que se tranquilice. Pero no lo hace, en su lugar levanta un brazo y lo deja caer en mi mejilla.

Ambos quedamos petrificados. Mi madre jamás me había golpeado, ni siquiera me había levantado la voz y hoy se le da por hacer todo junto. —QUÉ TE SUCEDE!?

El silencio lo invade todo. Su cara de sorpresa se convierte en una de tristeza y sin sostenerme la mirada, camina hasta el pequeño minibar que sólo teníamos de adorno en la sala. Al menos hasta ese momento, porque noto al instante que hay copas usadas y varias botellas vacías. —iré a saludar a Nana— me mira mientras lleva una copa de vino a los labios. Una sonrisa triste se dibuja en sus comisuras y en ese momento me doy cuenta que está alcoholizada. Me sorprende que haya bebido y esa es la señal de que algo malo (muy malo) está pasando.

Nana no está en el jardín, tampoco en la casa. Su celular descansa apagado sobre la pequeña mesa de noche y su ropa limpia al borde de la cama. Entonces intuyo que debe estar en su cuarto de la casa grande o en el mío.

Conecto el aparato al cargador y mientras espero paciente a que encienda, me limito a observa sus cosas... Todo está intacto, los retratos y trofeos que creí desparecidos, también están allí. Hasta me da la sensación que aparecerá en cualquier momento por la puerta. Con una sonrisa en los labios, las mejillas con ese rubor que la hacen parecer una muñeca y los ojitos llenos de luz...

No soy de revisar sus cosas, pero ni bien la pantalla del móvil cobra vida, comienza a sonar incansablemente. Todas, llamadas de mi madre
Incluso algunas recientes.
Reviso su casilla de mensajes y me encuentro con nuestra última conversación en la cima. Varios mensajes borrados de hace días... Exactamente de ese mismo día que me fui.

Sin decir nada, vuelvo con mi madre pero decido ignorarla. Ahora está sentada en el diván con otra copa entre los dedos. Me sigue con la mirada y no es hasta que llego a subir dos escalones que habla. —Nana no está.

—a qué hora vuelve?

—la pregunta es; volverá?

La escucho sorbar la nariz. Está llorando y por más que quiera servirle de consuelo, verla herida me lastima más a mi que a ella. Pero lo extraño es que sentía que decía las cosas para lastimarme, sus palabras sonaban a reproche. —dudo mucho que la Señora whan la deje irse por tiempo indefinido.

—la señora Whan, murió— soltó cómo si de un balde de agua fría se tratase.

Mis piernas tiemblan obligándome a bajar abruptamente un escalón, tengo que sostenerme del barandal para no caer y a partir de allí, todo pasa tan rápido frente a mis ojos, que actuó antes de razonar.
Ella me dijo que estaba grave, incluso que había probabilidades de que no pasara la noche ¿Porqué no le creí? No quiero excusarme, pero esa escena la había vivido tantas veces esos últimos meses, que pensé que jamás llegaría a hacerse realidad. Mucho menos en mi ausencia.
Miro el pasillo que lleva a la cocina, algo me dice que aquella vieja saldrá con cara de pocos amigos para regañarme por haber tirado mi ropa sucia en el suelo. Los segundos eternos transcurren pero eso no sucede. La anciana  no aparece y se siente horrible.

Camino casi arrastrando los pies hasta quedar frente a ella. Mis piernas tiemblan cómo gelatina y las palabras se amontonan en mi garganta impidiendo que pueda hablar con coherencia. —mi niña, jimin... Mi niña está allí afuera. No sé si tiene en donde dormir o qué comer! Y si... Le pasó algo malo?

La gravedad hace su trabajo y me deja de rodillas. Nunca me había sentido tan perdido en la vida, tan... Solo. —qué pasó? Dónde está? Cómo puede ser que haya desaparecido así, sin dejar un rastro?— es extraño. Nana ni siquiera sabe tomar un tren sin compañía.

—NO LO SÉ! NO LO SÉ!— grita exasperada. Puedo sentir la desesperación en el tono de su voz y me contagia.

***

Habían pasado varios meses desde que Nana desapareció de nuestras vidas. Podría decir que ahora soy otra persona. Ya no salgo a no ser que sea a la escuela y regreso ansioso esperando por noticias. He adelgazado varios kilos y el insomnio sumado al llanto se han convertido en mis mejores aliados.
La pequeña habitación de Nana se había convertido en un altar en donde me pasaba todo el tiempo rogando por su regreso.
Mi madre... Bueno, ella parecía un alma en pena. Lloraba todo el tiempo y lo único que hacía era llamar a su detective para gritarle que sus tiempos se acortaban.

Pero un día, cómo por arte de magia, cambió. Había vuelto a sonreír y se veía más enérgica que nuca. Comprendí su cambio cuando la oí haciendo planes al teléfono. Era la primera navidad que pasaríamos los dos solos pero ella insistía en que debía salir y disfrutar con mis amigos. Al principio no comprendí pero sin querer la oí decir que ya tenía su pasaje y que iría a ver a su hija.

Después de tantos meses en la miseria infernal. De no poder dormir pensando que ella estaría en la calle, no de poder comer decentemente por que pensaba que ella no lo estaba haciendo! Descubrí que me estaba evitando.

Quería odiarla! Quería odiarla por haberme dejado así, quería odiar a mi madre por ocultarme sobre su paradero! Pero no... En lugar de eso, decidí seguir con mi vida. Si ella no quería verme, yo debía entenderlo, porque aunque me haga trizas, sé que todo es mi culpa. Si me hubiera quedado a su lado, todavía estaría aquí conmigo.

Al entrar a la universidad, conocí a Jin y por él a Soomin. Al principio me enloqueció el enorme parecido que tenía con Nana. Su cabello, sus ojos, incluso los labios rosados y esa manera tan tierna que tenía al hablar. Pero con el tiempo, ya no veía a mi ex en ella, el rostro de Nana se borró de mi cabeza, se había convertido en un lindo recuerdo, en algo que me entusiasmaba al recordar, pero ya no dolía. Ya no tenía esa necesidad de llorar su ausencia y mucho menos, buscarla.

Bueno... Soomin era todo un drama. Pero no podía dejarla, o peor! Llegó un momento en el que dejaba que me sometiera a sus deseos sólo por miedo a que me deje. Si... Me había convertido en un títere que ella sabía manejar a su antojo. Pero no era bueno para ella. Aunque sabía que la quería y la necesitaba, seguía siendo ese chico idiota que no podía mantenerse liado a una sola mujer. Ese chico insaciable y por eso, siempre la lastimaba.

Los chicos, habían cambiado su juego. Ahora ya no era "la chica de uno para todos" después de Nana, sus reglas cambiaron a "el primero que la ve, se la queda" y eso lo agradecí.

Siempre Fuiste Tú [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora