28 de octubre de 1995
Una enfermera sostiene una recién nacida en los brazos. Su madre había muerto esa mañana y esta, busca angustiada que se prenda del biberón.
La niña no dejaba de llorar, no había querido alimentarse y esto comenzaba a frustrar a la mujer que paseaba en la sala de neonatología con la niña en brazos. A pocos metros, divisó a una joven pareja que lloraba desconsoladamente. La enfermera vió en aquella femenina una salvación momentánea. Pues, esa mujer había dado a luz hacía más de dos semanas y sus pechos rebosaban de alimento. Pero, se sentía desubicada con sólo sólo pensarlo. El hijo de la pareja, había nacido prematuro y se encontraba luchando por su vida. El pedido de ayuda, podría resultar muy cruel.La enfermera, apenada con sus pensamientos. Cubre el rostro de la niña antes de sentarse para seguir intentando darle el alimento. Pero la infante se hacía notar con un llanto desgarrador.
Nerviosa, frustrada y algo desesperada, comienza a lamentarse el haberse ofrecido para ese trabajo. —por favor amor, sólo un poco— súplica en un intento por prenderla al biberón. —vamos bebé, no querrás que tú abuela se preocupe por tí. O si?
—enfermera, necesitamos ayuda— comentó el hombre con pesar. —mi bebé está solo y es hora de su leche.
—buscaré alguien que los ayude. Tengo que asegurarme que esta niña también coma.
—pero mi hijo...— los ojos del padre se llenaron de lágrimas ante la falta de respuesta. Se sentía frustrado, mucho más al ver a su esposa desesperada presionando sus pechos. Ella se había asegurado que no se secaran con la ilusión de poder amamantar a su primer hijo, pero ese deseo se iba esfumando de su corazón cada día que pasaba—por favor.
—señor. Su hijo estará bien si se pasa unos minutos. Esta bebé está al borde de perder la conciencia porque no quiere prenderse al biberón.
—será problema de su madre. Ella debería alimentarla!— grita con enojo y dolor sin conocer las circunstancias. Incluso, ignorando el llanto de su esposa.
—su madre murió y su abuela se encuentra planeando el funeral de su única hija. Pretende que la deje sola?
Al oír esas palabras, la mujer que aún se mantenía sollozando en silencio se animó a mirarla. Se le partió el corazón al ver a la niña en pleno llanto desesperado con sus pequeños puños cerrados por algo tan absurdo cómo un poco de leche. —si me ocupo de la niña. Usted atendería a mi hijo?— la enfermera asintió agradecida y rápidamente hicieron cambios de roles con la otra mujer.
Dos semanas después, la pequeña había alcanzado un peso normal y estaba lista para volver a casa con su anciana abuela. Pero aquella pareja que aún sufrían por la salud de su hijo, se rehusaban a dejarla ir tan fácil. En especial, aquella nodriza que había creado ese lazo tan especial (madre-hija) que por cosas del destino, se le había sido negado a las dos desde el comienzo. —Señora Bomsi. Dios, en su infinita misericordia le devolverá la salud de pequeño. Así cómo usted la devolvió a mi nieta— la anciana estaba muy agradecida con la familia Park. Mucho más con la esposa, gracias a ella su nieta está fuera de peligro y ahora se había acostumbrado al biberón.
—lo sé, señora whan. Pero nos hemos encariñado tanto con Nana, que se nos hace imposible dejar de verla. Por favor, nosotros podríamos darle una buena vida. No haríamos diferencia entre ella y jimin. Usted, aunque tenga la mejor voluntad, no podrá sola con una recién nacida.
—ella es lo único que tengo— contestó con la garganta cerrada. Sabía que aquella mujer tenía razón, pero amaba a esa niña y tampoco quería alejarse de ella.
—entonces, acepte venir con nosotros— agregó el esposo de Bomsi con entusiasmo. —cuando nuestro hijo salga de aquí, nos iremos a vivir a Busan. Yo podría darle un trabajo, techo, comida y todo lo que usted necesite.
La anciana no podía creer la suerte que tenía. ¿Qué más anhelaba que irse? Vió en esa propuesta la oportunidad de dejar todo el dolor que aquel lugar le traía y más aún, sabiendo que su pequeña no estaría sola si a ella le pasase algo.
Después de pensarlo unos minutos, aceptó con alegría y dos meses después, sin avisar a sus conocidos, partió con la pequeña en busca de una vida mejor.
Ella quiso escapar del destino cruel que le esperaba a la infante, sin saber que la mala suerte la acompañaría a donde quisiera que fuera. Era inevitable, Nana no podría escapar de su destino y quizá esa salida rápida le costaría más caro de lo que creía.
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Siempre Fuiste Tú [TERMINADA]
Fiksi PenggemarEs ley de la vida. Que nadie elige de quién enamorarse. Cómo también, es ley que no hay edad para hacerlo. Lo seguro, es que, donde hubo fuego, cenizas quedan. Lo realmente verdadero perdura y aunque creemos superarlo, sólo basta con una mirada para...