Capítulo 9.

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NARRA KENDALL.

Él se tensa y se aleja tras colgar la llamada. Tose, frota sus manos y actúa totalmente distinto, más bien distante.

YO: ¿Cuándo me harán las pruebas? -Pregunto rompiendo el hielo-
DANIEL: No lo sé, pero lo antes posible, tenemos que descartar la posibilidad de temores cerebrales.
YO: Lo que me faltaba -Suspiro-
DANIEL: Tranquila, seguro que solo será una simple jaqueca.

Mordisqueo mi labio nerviosa, no por la prueba, si no porque hace tan solo unos segundos estoy segura de que íbamos a besarnos ¿O me lo estaré imaginando por qué me gusta demasiado? Quizás mi madre tiene razón, a esta edad las hormonas andan revolucionadas.

Su móvil sigue sonando y al parecer a él le molesta demasiado, tanto que me pide unos minutos para salir fuera y resolverlo.

NARRA DANIEL.

Salgo al pasillo, cojo el móvil y contesto la llamada muy enfadado.

LLAMADA TELEFÓNICA.

YO: Rosanna -Cojo aire para tranquilizarme- ¿No sabes qué estoy ocupado?
ROSANNA: ¿Has ido a trabajar para librarte de mi?
YO: ¿Pero qué estás diciendo? He venido a trabajar porque es mi deber.
ROSANNA: No soy idiota, se que podrías haberte quedado en casa porque has pasado la noche trabajando.

Suelto un suspiro, pongo los ojos en blanco y por educación no hago un espectáculo, pero es lo único que me provoca ella en este momento.

YO: Rosanna, por favor, hablamos cuando llegue.

CUELGO.

Entro de nuevo en la habitación, Kendall me espera sentada con los pies colgando y atándose el pañuelo.

YO: Perdona, asuntos personales.
KENDALL: No pasa nada, no puedes estar veinticuatro horas detrás de mi -Ríe- digo, soy desobediente y rebelde, pero se cuando debo parar.

Sonrío. Ella es tan inocente, tal vez rebelde y un poco cabeza loca, pero la miro y lo único que veo es a una chica inocente que está sufriendo tanto que lo único que se le ocurre es huir corriendo descalza de una realidad que la ha golpeado demasiado fuerte.

YO: Bueno, todo está bien, lo único es la pérdida de visión y el dolor de la cabeza, pero tranquila, no será nada.
KENDALL: ¿Y si lo es?
YO: Pues lo enfrentaremos igual que estamos enfrentamos la leucemia.

Baja la cabeza y yo se la levanto sujetándola de la barbilla.

YO: ¿Vale?
KENDALL: No hay más remedio.
YO: Quédate bien, no quiero que tu mejor amiga me diga que has estado cabizbaja.
KENDALL: ¿Hablas con Alexa? -Pregunta ruborizándose-
YO: ¿Por qué te avergüenzas? -Pregunto riendo-
KENDALL: No, es que ella.. es muy burra.
YO: Pero por lo menos consigue distraerte y animarte.
KENDALL: Si, eso es verdad. -Dice con la nariz arrugada-

Le doy con el dedo en la nariz provocando su sonrisa tímida, debo admitir que la más bonita.

YO: Me voy, tengo que hacer algunas cosas, no hagas locuras. -La señalo con el dedo-
KENDALL: Daniel -Me agarra del brazo-
YO: ¿Qué pasa?
KENDALL: Si cuando me hagan las pruebas resulta que tengo algo malo... ¿Me lo dirás?
YO: Claro, no me gusta mentir a mis pacientes.
KENDALL: No me mientas ni siquiera por lástima por favor.

Pongo la mano en su rostro y niego con la cabeza.

YO: Prometo no mentirte.

Le quito un pedazo de chocolatina.

YO: Para mi.
KENDALL: ¡Oye!

NARRA KENDALL.

Se marcha dejando paso a mi mejor amiga que entra con un bollo de la cafetería y con cara de: "Cuéntamelo todo zorra".

Hasta el último suspiro. ®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora