Capítulo 95.

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NARRA KENDALL.

Lo rodeo con mis brazos diciéndole sin utilizar palabra que yo también lo cuidaré siempre.

YO: ¿Qué has preparado?
DANIEL: ¿Tan evidente es? -Pregunta haciéndome reír-
YO: Demasiado evidente, tienes que aprender a distraer mejor.
DANIEL: No, creo que distraer es lo que mejor se me da.

Se hace un lado mostrándome una bandeja en el suelo, velas y una manta para que podamos sentarnos.

YO: ¿Cómo lo has hecho?
DANIEL: No seré tan malo distrayéndote.

Lo golpeo. Nos sentamos enfrente del otro y me muestra la comida.

DANIEL: Un picnic.
YO: ¿Dónde está el césped? -Pregunto. Hace una mueca con los labios y ríe-
DANIEL: Desapareció. -Responde- Puedes imagínatelo.
YO: Si, puedo imaginármelo. Igual que puedo imaginar que estas pastillas son golosinas.

Le muestro el vaso con las pastillas, no solo ha preparado esto, también ha dejado claro que las pastillas no las tomaré en la habitación.

DANIEL: Olvídalas -Me da un beso en la mejilla-
YO: No puedo, tendré que tomarlas por años.
DANIEL: Agua fiestas. -Rio. Niego con la cabeza, lo agarro de las manos y lo miro agradecida-
YO: Eres una persona increíble Daniel Oviedo.
DANIEL: Vas a conseguir que me ponga rojo como un tomate.
YO: ¿Ah si? -Me rio- ¿Tengo qué seguir piropeándote para qué ocurra?
DANIEL: Si sigues mirándome así, no hará falta ningún piropo.
YO: ¿Así cómo?
DANIEL: Sabes perfectamente como me estás mirando... -Pone la nariz encima de la mía-
YO: Acostúmbrate, voy a mirarte siempre con admiración porque aparte de amarte con todo el alma, te admiro.
DANIEL: ¿Y puedo saber por qué?
YO: Por quererme. Por enfrentar mi enfermedad, porque gracias a ti tengo una nueva oportunidad de vivir.
DANIEL: Dime quien no te querría -Dice tierno. Consigue ruborizarme como si estuviéramos en nuestra primera cita otra vez- Eres dulce, trasparente, honesta, luchadora, todo lo que un hombre querría tener a su lado y yo tengo la suerte de tenerte.
YO: Es cierto que los mejores amores se encuentran sin querer. -Mueve la cabeza. Besa mis nudillos y sonríe-
DANIEL: Recuerdo el primer día que te vi. No querías vivir, estabas convencida de que tu vida no merecía suficientemente la pena y solo necesitabas salir de la rutina para darte cuenta de que todavía te queda un mundo por descubrir.
YO: Me escapaba, tú siempre venías detrás de mi.
DANIEL: Y siempre lo haré, siempre iré detrás de ti sin importar dónde vayas.

Entra Clara. Ya veo quien es su cómplice, no se porque no me sorprende. Trae una tarta de chocolate y nata, posiblemente recién hecha, Daniel saca unas velas y las coloca con mi ayuda.

YO: ¿Crees en los deseos de cumpleaños? -Pregunto mientras él enciende las velas-
DANIEL: Si ¿Tú no?
YO: Hace mucho que no celebro mi cumpleaños, no de esta manera, siempre lo hacía de fiesta con las personas que me influenciaban a ser rebelde y desobediente.
DANIEL: No te creo ¿Mi niña dulce no ha sido tan dulce?
YO: Payaso.
DANIEL: Pues ahora vas a soplar las velas.
YO: Esta bien.

Se pone en pie. Se sienta detrás de mi, pasa las manos por mi cintura despertando todos mis sentimientos y lo miro de reojo.

DANIEL: Pide un deseo.
YO: Sin cerrar los ojos se lo que quiero.
DANIEL: Pídelo. -Susurra-

Soplo las velas con los ojos cerrados. Siento algo en mi cuello y lo atrapo con la mano. Un colgante, no ha tenido bastante con todos los regalos de hoy, también un colgante.

YO: Es demasiado.
DANIEL: Como me hables de dinero te prometo que no te permitiré hablar hasta mañana.
YO: No me lo permitas. -Susurro-

Nos besamos. Giro mi cuerpo, lo hago para poder pasar los brazos por alrededor de su cuello y sentarme sobre su regazo.

DANIEL: Aquí no.. -Susurra-
YO: ¿Por qué no? -Pregunto. Él ríe y pasa la mano por mi rostro-
DANIEL: Porque vamos a tener todo un apartamento para nosotros solos, podremos tener sexo por toda la casa.

Rio a carcajadas. Unimos nuestras frentes y todo alrededor parece desaparecer, olvidarse.

NARRA MANUEL.

Me permiten entrar a verla. Ella aún está en coma inducido pero tengo la esperanza de que mañana por fin abrirá sus bonitos ojos.

YO: Feita, mañana vamos a poder hablar de mil cosas, te podré decir el miedo que he pasado creyendo que te perdía, tú solo encárgate de luchar ¿Si? Yo me encargo de arreglarlo todo con tus padres. -Le doy un beso- Te quiero.

El doctor entra para revisarla.

DOCTOR: No esperábamos su mejoría, nos da esperanzas.
YO: No puedo perderla. Ella es mi vida.
DOCTOR: Se que a esta edad el amor se vive mucho más intenso.
YO: No entiende -Rio- he vivido enamorado de ella toda mi vida. Cuando éramos pequeños nos odiábamos, le tiraba de las coletas, ella una vez me golpeo en la entrepierna, teníamos nueve años -Sonrío- Te parecerá de locos, pero en ese momento supe que me gustaba.
DOCTOR: Digamos que fue un golpe lleno de amor. -Me hace reír-
YO: Si. Ella ha estado con más chicos, no.. no sabía nada sobre mis sentimientos y tenía que verla cada día, diariamente porque es la mejor amiga de mi hermana y a pesar de ello, me seguía comportando como el niño que le tiraba de las coletas. La picaba pero la quería. Cuando después de tanto tiempo supe que ella sentía lo mismo por mi... Fue increíble e inexplicable, casi me quedo sin reparación y actué de manera patética pero me besó, no le importó. Sentir que la puedo perder, que su vida está apagándose ha sido la peor sensación.
DOCTOR: Tienes suerte -Le dice en el oído-
YO: No es un amor adolescente, es.. el amor de mi vida.

La cojo de la mano.

YO: Y siempre lo será.

NARRA KENDALL.

Recogemos todo. Hemos pasado un rato increíble juntos, hablando, comiendo tarta, besándonos, planeando nuestro futuro juntos e incluso parecía que no estábamos en la azotea de un hospital, si no en nuestro apartamento.

Bajamos en el ascensor. Todos nos miran, claro, antes Daniel tenía prohibida las visitas y ahora nada puede impedir que entre a verme porque es mi pareja.

DANIEL: Creo que nos envidian. -Dice y agarro su mano-
YO: Pues que nos sigan envidiando.

Entramos en mi habitación. Parece que también ha planeado algo aquí porque hay alguna que otra vela alumbrando la habitación a oscuras.

YO: No aceptaré más regalos.
DANIEL: Es tu cumpleaños, deja de ser tan gruñona mi niña.
YO: Me gusta que me llames así.
DANIEL: Mi niña. -Sonrío-

Encima de la cama hay un sobre, miro a Daniel, encoge los hombros y me pide que lo abra.

YO: ¿Qué es?
DANIEL: Ábrelo.

Lo abro descubriendo unos billetes de avión sin fecha, destino: Paris.

DANIEL: No tienen fecha porque aún no sabemos cuándo podrás salir y cuándo podrás viajar sin riesgos -Me agarra las manos- pero están comprados.
YO: ¿Eso qué significa? -Pregunto emocionada-
DANIEL: Que nuestro primer destino será Paris, los siguientes los decides tú.
YO: Dani -Lloro por la emoción- no puedo..
DANIEL: Oye -Pasa la mano por mi barbilla y me levanta la cabeza- te dije que vas a vivir como mereces vivir.
YO: Pero..
DANIEL: Espero que no te importe que vaya contigo. -Dice me echo a reír-
YO: ¿Eres idiota?
DANIEL: No quiero perderme nada de ti, tú eres lo más importante.
YO: Es demasiado.. -Me besa-
DANIEL: Vas a cumplir todos tus sueños y yo -Levanta nuestras manos entrelazadas- voy a estar a tu lado para decirte que mereces todo lo que sueñas.

Hasta el último suspiro. ®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora