Capítulo 110.

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NARRA JESÚS.

Me trasmite mucha tristeza esta situación. No merece lo que le está pasando, no merece que el cáncer la venza.

YO: Te juro que cuidaré a mi hermano con mi vida si hace falta -Mueve la cabeza. Paso los dedos por sus mejillas y seco sus lágrimas-
KENDALL: Lo pasará muy mal, tendrá que ser muy fuerte para soportarlo, confío en que lo será -Desvío la mirada- pero me asusta que se rinda.
ANA: No lo permitiremos.
KENDALL: Por favor, si intenta tirar la toalla, si se deprime, quiero que le recordéis una y mil veces lo mucho que lo amé ¿Vale?
YO: Te prometo que así será.

Su mano está templando y ella cada vez está más pálida.

KENDALL: ¿Le podéis pedir qué pase?
YO: Si.

Salimos fuera. Daniel permanece en un rincón observando la naturaleza por la ventana, en silencio, un silencio que me aterra.

YO: Quiere verte.

Él gira la cabeza. Niega y pasa las manos por su cabeza.

DANIEL: No quiero, no quiero entrar ahí.
YO: Te necesita. -Digo agarrándolo de la cara- Sabes que no hay otra persona que necesite más en este momento.
DANIEL: Tiene a sus padres, a su hermano y a su mejor amiga.
YO: Si, los tiene, pero me ha pedido que entres tú.

Pongo las manos sobre sus hombros.

DANIEL: Me moriré con ella.
YO: Ve, deja de pensar en lo que pasará y piensa en estar ahí.

NARRA DANIEL.

Jesús tiene razón. Aunque me duela y el dolor esté desgarrándome el alma, ella me necesita a su lado, más que nunca.

JESÚS: Ve. -Pone la mano en mi nuca y choca nuestras frentes- Te quiero hermano.
YO: Y yo a ti.

Me da una palmada en el hombro. Entro, cierro la puerta y me acerco a ella.

YO: Estas preciosa.

Sonríe. Aún sigue sonriendo pese a todo. La cojo de la mano y la presiono contra mi pecho.

KENDALL: Estoy horrible. -Pasa la mano por mi cara- pero te lo perdono. Una mentira piadosa nunca viene mal.
YO: No estoy mintiendo, estás realmente preciosa porque eres preciosa.
KENDALL: Dame un beso o me enfadaré.

Se lo doy. Ella pone la mano en mi nuca y nos besamos hasta acabar con nuestro oxígeno.

YO: Tengo una idea.
KENDALL: ¿Cuál?
YO: Cierra los ojos ¡Y no hagas trampa!

Los cierra obedeciéndome. Abro uno de los armarios, saco los juegos de mesa y las cartas con las que tantos momentos de madrugada hemos pasado juntos jugando.
Beso su mejilla arrancándole una sonrisa.

YO: Ábrelos.
KENDALL: Casi había olvidado la obsesión de Alexa por estas cosas -Ríe- Oh.. nuestras cartas.
YO: Hemos tenido tantas guerras por tus derrotas..
KENDALL: ¿Qué? Imbécil.

YO: Podemos jugar otra vez.
KENDALL: ¡Si!
YO: Tengo otra cosa para ti.
KENDALL: Mm, enséñamela.

Saco de mi bolsillo una chocolatina. Me mira dulce, deja sobre mis labios un beso suave y cálido.

YO: La compré esta mañana para subirte el animo pero.. bueno, no me atreví.
KENDALL: Vale, lo entiendo pero ahora no te daré ni un solo trozo.
YO: Un momento -Se la quito- se la llevará quien gane.
KENDALL: Pues prepárate para una derrota memorable.

Repartimos las cartas. Jugamos, reímos, nos besamos y acabo perdiendo.

YO: Estoy seguro de que eres una tramposa. Déjame ver si tienes alguna carta escondida.
KENDALL: Quieres meterme mano.
YO: También.

Hasta el último suspiro. ®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora