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Era muy consciente de lo que pasaba a su alrededor, era consciente del peligro que corrían estando aquí, pero alguien debía preocuparse por aquellas dos rubias que no se estaban quietas
-Eli, ¿Estás bien? Estás muy callado- le preguntó el infante que estaba a su lado, era amigo de sus hermanas y le resultaba muy extraño el que pudiera hablar bien
-Shi, ¿Po qué?- preguntó con duda, aún no sabía hablar bien, pero no le preocupaba pues su amiga Leri tenía cinco años y tampoco sabía hablar bien
-Estás muy callado- miró a sus pies y los agarró con fuerza, no estaba acostumbrado a no escuchar a sus hermanas mayores armar escándalo
-Toi mu peocuao po mis manitas...- no pudo evitar hablar en un susurro, a penas tenía dos años y aunque estaba con su familia, sus hermanas eran lo más importante para él. Suspiró sintiendo sus ojos llenarse de mar
-Tranquilo, ya verás como se ponen bien- habló el brujo infante, intentando tranquilizarle. ¿Qué le habían pasado a sus hermanas? Ambas están inconscientes, y por distintas razones:
A la mayor de las dos por minutos le cayó un rayo encima, debido a que a dijo varias cosas que habían causado un gran dolor en él y en su hermana, por lo que ella sin controlar lo que hacía le lanzó un rayo a su similar causando que cayera al suelo.
A la menor de los dos, hizo un poderoso hechizo que su cuerpo no logró soportar por lo que cayó inconsciente.

Se despertó en el sofá, le había extrañado que alguno de sus padres, o de su familia lo hubiera llevado a la cama, así que medio adormilado se fue hacia la habitación donde descansaba con sus hermanas. Al llegar escuchó varios sollozos provenientes de una voz femenina, se asomó por la puerta y vio a sus padres
-¿Mami...?- tras escuchar la voz de su hijo se mordió el labio inferior queriendo detener su llanto, su padre; que en este tiempo no era mayor de 12 años; se acercó a él y lo agarró en brazos alejándolos con pesar se su madre.

Un llanto desgarrador alertó a toda la casa, así que se dirigieron hasta donde provenía el sonido encontrándose con su primo, quizás no tenían relación de sangre pero lo quería así
-¿Aki...? ¿Qué pasha...?- se acercó a su primo mientras su padre con dolor se acercó al cuerpo de su hermana que yacía con una gran herida en su brazo -¿Manita...?- pronunció en un susurro y ahí entendió que había perdido a ambas gemelas, su pecho empezó a doler soltando leves sollozos. ¿Qué había hecho mal? ¿Por qué no podía ser feliz? ¿Acaso era necesario arrebatarle la felicidad? ¿Acaso ya no podrá meterse con sus hermanas sin escucharlas regañarle? ¿Acaso ya no pasarán nuevamente la tarde juntos jugando, haciéndole cosquillas o simplemente haciendo nada? ¿Acaso ya no recibirá esos abrazos que le daban entre las dos dándole besos por toda la carita? ¿Acaso no las volverá a escuchar que le digan bebé? ¿Acaso las ha perdido para siempre...?

Empezó a llorar con fuerza sintiendo tanto su pelo como sus ojos volverse negros, ¿Por qué le pasaba eso a él? Miró a su primo que lloraba como él, teniendo su pelo azabache en vez de castaño. Sin poder soportar más se fue a la habitación de su primo peli-azul que lo recibió en un abrazo sin saber que ocurría
-Tranquilo... ¿Qué te pasa?- preguntó dándole caricias en la cabeza, más le era imposible hablar sólo quería que fuera una pesadilla y ya, quería despertarse y ver a sus hermanas mayores, abrazarlas con fuerza y no soltarlas.

Finalmente después de un rato se quedó dormido en brazos de su primo, soltando aún leves sollozos. El chico de nombre Hiromi quiso saber el porqué del llanto del menor y tras saberlo agachó la cabeza en silencio sin poder articular palabra.

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