XXXIV

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Había pasado un largo tiempo desde que mi cabellera se volvió dorada.

Siento una inmensa curiosidad sobre aquel lugar de inmensa oscuridad, he intentado verlo desde fuera, más pareciera que se ha esfumado en la nada.

Hoy ha venido un chico extraño, no me acuerdo de su nombre, pero me ha dado un ropaje extraño.

-Eres extraño...- le dije, pues mi voz ya salía con naturalidad
-No soy extraño, soy un brujo- le miré con extrañeza
-¿Brujo?- él sacó un pequeño palo de madera
-O al menos la anciana me dijo que era eso.

Salí del hogar donde habitaba, la noche anterior había nevado así que llegaba abrigo junto con el vestido extraño que me regaló aquel chico.

Me lo encontré nuevamente en el mismo lugar con la cosa esa sobre su cabeza, tapando sus cabellos y ocultando su mirada.

Al verme sonrió y por primera vez me dejó ver su cabellera y sus ojos.

A decir verdad sus ojos y cabellera eran tan sólo unos pocos tonos más oscuros que los míos.

-Quiero decirte una cosa- me dijo con voz tranquila, se acercó demasiado a mí
-¿Qué pasa?- inquirí curiosa, él se acercó más a mí
-Hay algo raro en ti- me dijo -.¿Qué recuerdas antes de venir?-
-No mucho, lo único que recuerdo es estar rodeada de oscuridad. Caminé durante mucho tiempo, pero no fue hasta que me encontré con la niña de luz que salí de allí- le expliqué
-Ahora serás Shera Collins.

Lo miré irse con una sonrisa, dejándome ahí de pie quieta sin poder pronunciar palabra.

Volví a la casa donde todos los niños me esperaban.

Con el tiempo sus ojos se habían vuelto de un azabache profundo, más sus cabellos seguían igual que antes.

Abracé a la niña de luz, esto era muy complicado. Tan sólo había pasado un año desde que salí de esa oscuridad y estaba asimilando varias cosas.

Una de ellas era que con ayuda de estos niños podía manejar todos los elementos.

Otra era que estos niños no crecían, a pesar de deber tener unos cinco o seis años, siguen aparentando tener tres años.

Mi cabellera dorada había crecido hasta llegarme por encima de los hombros, lo curioso era que no se oscurecía, seguía de la misma tonalidad.

-¿Estáis seguros de esto...?- Con forme me hacía más poderosa el vínculo con esos niños se hacía más fuerte
-¡Claro que sí!- dijo la niña de luz. Desde que sus ojos se volvieron azabaches raramente pudieron hablar
-Vamos Shera, tú junto con aquél chico sois el inicio- me dijo el niño de sombras
-¿Inicio de qué?- pregunté, ellos se miraron y callaron.

¿Cuál era el secreto?.

Días después de aquello me volví a encontrar con aquel chico, me enseñó a utilizar la magia que fluye a nuestro alrededor y en nuestros cuerpos.

Me enseñó a que tomara el aspecto que yo quisiera, me enseñó a cristalizar esa magia y utilizar esos cristales a mi antojo.

Lo único que se de él es su apellido y pocas cosas más.

El día de hoy sucedió algo extraño, los niños se convirtieron en pequeños seres.

Cada uno representaba un elemento y sus ojos seguían azabaches.

Yo... No logro comprender nada... ¿Qué soy?

"Eres el inicio de algo.
Eres el inicio de la luz.
El inicio de un dolor.
El inicio de un recuerdo borrado.
Eres el inicio de una amiga, compañera y amante.
Eres el inicio de una vida y de otras muchas.
Eres el inicio de la felicidad de alguien.
Eres Shera:
Inicio y luz"

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