XXXVIII

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Una pequeña pelirroja se despertó en su cama abrazando a su gemelo
-¿Hum...?- notó como el pelo rojizo de su hermano era completamente negro -. No tengas miedo... Es una pesadilla...- dijo y le dio un besito en la boquita.

Al tiempo después una pequeña de cabellera azulina entró a la habitación y movió a su primo
-Hibiki, despierta- decía la niña con inocencia -. ¿Hibiki?-  decía moviendo a su primo.

Se fue corriendo a la habitación de una de sus primas, para pedirle; llena de inocencia; que la ayudara a despertar al pelirrojo
-¡Prima Alice! ¡Prima Alice! ¡Vamos a despiertar a Hibiki!- la llamó
-¿Aún duerme?- dijo confundida
-¡Sip!- dijo la niña alegre y de fue corriendo nuevamente a la habitación del niño.

Al llegar a la habitación del infante y ver su estado, la mayor temió lo peor al verlo
-Mar... ¿Puedes llamar a Meir...?- la niña asintió y se fue a buscar al castaño mientras que la joven demonio acariciaba el rostro de su hermano menor con tristeza -. Ahora... ¿Cómo le explico yo a todos que no vas a estar más...?- suspiró dejando salir una amarga y desconsolada lágrima que cayó en la mejilla del infante.

-Alice...- llamó con voz apagada a su hermana, no quería creerse que no iba a ver a su hermano menor sonreír o mandar al techo a los demás.

Chasqueó la lengua al notar sus ojos húmedos por las lágrimas que se habían acumulado en sus ojos
-No puedo llorar... No debo llorar por el bien de mis hermanas...- pensó y se acercó a la rubia que se negaba a soltar al menor
-¿Cómo se lo diremos...?- el castaño agarró al niño, notando de inmediato la frialdad que desprendía
-No lo sé... Pero habrá que vigilar a Diya y a Aiko... es más probable que...- dejó la oración al aire sin querer terminarla.

Ahora mismo sentía odio.

Odio a su hermano por irse, odio a sí mismo por no poder hacer nada, odio a todos que no notaron su estado antes.

Aunque ese odio no era más que un mero disfraz.

Tenían que aguantarse las lágrimas saladas, tenían que ser fuertes, eran los mayores.

Pero ambos también sufrían.

No sabían si era suerte o desgracia que hubiera sido en su tiempo, pero al menos estaban todos.

-¿Qué queráis decirnos a todos que era tan importante? ¿No es algo pronto para un matrimonio?- quiso relajar el ambiente el mayor de los hermanos Kagamine
-Estáis muy serios los dos...- dijo un peliazul con preocupación
-¿Dónde está Hibiki?- preguntó Aiko con duda.

Ambos callaron.

Las caras de preocupación y tristeza, junto con lágrimas por parte de algunos menores no se hicieron esperar ante el silencio.

-Hibiki está dormidito... Vendrá luego... ¿Verdad...?- preguntó la menor de todos los Koizumi.

Ellos no pudieron hablar.

Los sollozos no se hicieron esperar, los más pequeños decían que esto era una mala broma.

Pero esto era la realidad.

-Esto es imposible... Ayer estaba bien...- dijo el rubio con coleta con un nudo en la garganta.

La mayor de todos los presentes se fue a por el niño y volvió con él en brazos.

La mediana de los trillizos se acercó con rapidez a su prima, ella se sentó en el suelo aún con el niño en brazos.

-Vamos... Tonto despierta... Dijiste que íbamos a crecer juntos... Que no me ibas a dejar solita... Que me ibas a mandar más veces al techo...-su voz se cortó al poner una mano en el pecho de su primo y entender que todo esto era de verdad.

-Ahora... ¿Quién me mandará a limpiar el techo...?- la rubia de ojos carmesí soltó una risa amarga junto con varias lágrimas
-Amaya...- el castaño se fue a abrazar a su hermana con fuerza.

Aún nadie lloraba, sólo soltaban silenciosas lágrimas.

El primero que se pusiera a llorar haría el efecto dominó.

El menor de los primos se puso a llorar, un pequeño bebé de seis meses, un diablillo recién nacido.

Él fue quién hizo que todos se pusieran a llorar.

Los mayores intentaban guardar sus lágrimas como podían, más cada vez se les hacía más difícil.

Los únicos de los menores que no lloraban eran Aike y Aiko.

El niño no sabía que decir y la niña se sentía fuera de lugar, como si todo esto fuera una pesadilla de la cual puedes despertar.

-Esto es mentira...- negó con la cabeza mientras se acercaba sus hermanos -. Hibiki va a despertar...- empezó a mover a su gemelo con intención de despertarlo.

Diya la abrazó con fuerza, ella también creía que era un mal sueño, que iba a despertar.

-¿Por qué...? ¿Tú lo sabías...? ¿Tú sabías que te ibas a morir...? No... No lo creo... Sino no me habrías prometido que te ibas a declarar... Hibiki tonto...- pensó entre el llanto.

Los menores estaban todos llorando, los mayores algunos lloraban también, no podían evitarlo.

Y pensar que ayer todo estaba bien... Los giros que da la vida... ¿No?.

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