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No veía nada, podía asegurar que tanto sus ojos como su pelo eran negros en este mismo instante. Se intentó mover, pero cayó al suelo desde la cama sollozando levemente, ¿En qué momento decidió que era buena idea quedarse en su cuarto en vez de ir con su primo Hiromi? No lo sabía, pero cuando intentó levantarse volvió a caer al suelo
-Erin... Eli...-  lloró en el suelo repitiendo el nombre de sus hermanos, se arrastró por el suelo hasta poder agarrase a algo para poder levantarse y llegar a la cama.

Tras recobrar la conciencia se dio cuenta de que seguía en el duro y frío suelo, tenía mucho frío y sentía que iba a desaparecer en cualquier momento. ¿Quién era ella? ¿Dónde estaba? No lo sabía, aún no lograba ver nada y le dolía todo.

Podía ver una luz en la que había tres niños llamándola para ir jugar, más por alguna extraña razón quería quedarse ahí. Empezó tanteando el lugar poniéndose a gatas, no sabía a donde iba quizás si tenía a suerte encontraría a alguien que la cogiera en brazos dándole cariño y tapándola con una manta. Mentiría si dijera que no se había chocado con alguna pared o algún mueble, cada vez se sentía más cansada, cada vez tenía menos consciencia, cada vez tenía más ganas de descansar... Pero quería descansar en una cama o en los brazos de alguien, ¿Tenía familia? Quería verlos, quería que la abrazaran
-Chedo a aguie...- murmuró soltando unas leves lágrimas, siguió en gatas hasta chocar contra la barandilla de la escalera. Se sentó acariciando su cabecita le dolía demasiado, ¿Por qué no había nadie con ella? ¿Por qué nadie la abrazaba? -Mami...- llamó entre lágrimas a su madre si es que tenía, más su voz sólo era un susurro apagado y el llanto no era más que un hilo de voz.

Estaba mareada, no sabía a donde se estaba dirigiendo. Y un descuido hizo que al apoyar una de sus manitas en el borde de un escalón se resbalará cayéndose por estas, tras golpear su cabecita contra el mismo aquella niña que veía en la luz le agarró de las manos.

El joven de cabellera y mirada azulina decidió salir a buscar a su pequeña prima, sabía que se encontraba mal, pues según su castaño primo; quien leyó la mente de la niña y le contó lo que le pasaba; se encontraba bastante mal, a tal punto de perder la visión en momentos. La buscó por toda la planta de arriba, buscando inclusive bajo la cama y al no encontrarla decidió bajar las escaleras. Un pequeño bulto al pie de estas hizo que su corazón se encogiera de temor
-¿Pear...?- llamó suavemente a la menor, bajando las escaleras con cuidado -¿Pear...?- la volvió a llamar suavemente cogiendola en brazos, dándose cuenta de las múltiples heridas que tenía en el cuerpo -No...- negó abrazandola con fuerza, ¿Por qué había muerto tan pronto? ¿Acaso era su culpa por no ir a verla? ¿Qué le diría a su hermana y primos? Quería a esa niña tanto como su hermana pequeña, la consideraba su hermana pequeña también y nunca esperó que a sus dieciséis años recibiera tal noticia.

Había pasado a penas una semana, y él con todo el dolor del mundo tuvo que afrontar también la pérdida de sus, castaños, primos. ¿Por qué le hacían eso? Sabía que era el mayor, pero  también sufría, su hermana pequeña tampoco pudo soportar el peso de la noticia y se encontraba desahogando sus penas en un mar de lágrimas ¿Qué hacía con él? Tras la muerte de ambos Kageru tuvo miedo, un miedo atroz de perderlo también
-Amane...- pronunció el nombre de la joven de catorce años en un susurro, ella se abrazó con fuerza a él sin dejar de llorar
-Por favor, no me dejes tú también. Se que te fastidio mucho, pero eres mi hermano y te quiero- le dijo entre lágrimas, él correspondió al abrazo con fuerza derramando por primera vez unas gruesas lágrimas.

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