VIII

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Había pasado un tiempo desde que que volvieron de la visita al pasado, le hubiera gustado quedarse un poco más de tiempo y jugar más con aquellos muñequitos de nieve, aunque al final Aiko se salió con la suya y se trajo a un Copito a su tiempo, su madre se rió viendo al ser de nieve, aunque casi de derrite al entrar en su habitación, pues en estos días de verano era un horno.

Se levantó de la cama dirigiéndose a la salita, había estado enfermo unos días debido a que a la pequeña pelirroja se le ocurrió la brillante idea de hacer nevar en la casa para que Copito jugará con la nieve. Al llegar su sonrisa se esfumó, le había dado un beso en la boca a aquel niño que le gustaba, no quiso darle importancia pues se había dedicado a darle un beso en la boca a toda su familia; pero... Esto era distinto, podía notar un leve rubor en sus mejillas mientras sonreía y sus ojitos azules brillaban con un brillo especial. Agachó sus orejitas mientras observaba la escena, aquel chico le había devuelto el beso haciendo que el rubor en las mejillas de su gemela había aumentado, lágrimas empezaron a caer de sus ojos azules.

Se encontraba más tranquilo, pues su hermana mayor, Alice, le acariciaba la cabecita
-¿Por qué llorabas?- preguntó con una voz tranquila, acariciando los rojizos cabellos que se esparcían en su regazo
-No sé... Sólo vi como el nene que le gusta a Aiko le daba un besito en la boquita y... Ella se puso rojita... Y sus ojitos azules brillaban mucho...- se secó unas lágrimas que amenazaban de salir de sus ojitos azules que se habían oscurecido
-¿Crees que puedes estar enamorado de ella?- habló tranquila sin dejar de acariciar la cabeza del infante
-Sí, estoy enamoradito de ella y de ti y de toda la familia- respondió de forma inocente
-No... No ese tipo de amor que nos tienes a todos... si no...- suspiró sin saber como podría hacerle entender al infante el tipo de amor -Ese amor que tienes hacia...- suspiró nuevamente, su hermano menor le miraba con curiosidad -Es ese tipo de amor que quieres que tenga una pareja que shippeas- agradeció internamente que supiera eso al ser un shippeador, cosa que no le extrañaba siendo sus padres unos shippeadores
-¿En serio...? Yo sólo amo a Aiko como mi gemelita, como mi hermanita, no me gusta de ese modo. ¿Tú también nos shippeas?- preguntó eso mirando a los ojos de su hermana mayor, aunque tenga el ojo derecho tapado... ¿Por qué escondía su ojo azul? Le daba igual que tuviera esa enfermedad en los ojos, tenía uno azul y otro rojo
-No, soy la única en toda la familia que no os shippea... aunque no niego que estés enamorado- pensó eso último para sus adentros olvidándose que el menor era capaz de leer mentes
-No estoy enamorado de Aiko...- dijo inflando sus mejillas, un tsundere adorable, diría su prima Stella.

Pasó el tiempo y después de ver aquel beso entre su hermana y ese chico, empezó a ser distante con ella: Ya no la abrazaba, ya no dormían juntos abrazados, ya no pasaban tiempo juntos, simplemente ya no eran tan unidos como antes.

Aiko dejó de usar el gorro en casa, quería llamar la atención de Hibiki, que le dijera que no importaba que tuviera los cuernos y las orejas, que era igual de bonita que si sólo tuviera una de las cosas. Luego empezó a dejar el gorro cerca de él, para que Hibiki se lo escondiera y ella tuviera que buscarlo. Al ver que eso no hacía efecto en él, empezó a llamarle la atención tirándole de la ropa o lanzándole a Copito; no podía evitar gruñir cuando eso último ocurría.

Observaba a lo lejos a su hermano, este le daba la espalda mientras regañaba a Copito que había llenado su cama de nieve. Se acercó a pasos lentos a su hermano y le agarró la cola, éste se tensó y se dio la vuelta mirando al que le había agarrado su cola de demonio
-¡¿Por qué me agarras la cola?!- exclamó en un tono alto de voz, haciendo que los ojos de su similar se llenaran de lágrimas saladas que amenazaban con desbordarse de sus ojitos azules
-Hibiki... ¿Ya no me chedes?- murmuró entre lágrimas, que caían sin parar
-No es eso... es que no me gusta escucharte hablar de ese nene...- murmuró molesto, por alguna razón le dolía el pecho y no lo entendía
-Vale... No volveré a hablar de él... Pero no te alejes de mí...- lo abrazó con fuerza y quiso darle un beso en la boca, le gustaba verlo tan rojo como su abuelo, más el giró su cara haciendo que le diese aquel beso en la mejilla -¿Por qué no te pones rojito?- pensó para sus adentros, se le hacía raro que el vergonzoso de su gemelo no se pusiera rojo. Quizás no lo admitiría en frente de él, pero que no se dejara besar en los labios y que, raramente, no se pusiera rojo ante un beso de ella le hacía sentir mal.

¿Qué hacía espiando a su gemelo y a su hermana mayor? Ni ella lo sabía, pero últimamente le dolía el pecho cuando Hibiki se alejaba para que no le acariciara la cabeza y el verlo tan cómodo en el regazo de Alice, hacía que sintiera un ápice de ¿Envidia? ¿Celos? No lo sabía nunca había experimentado esto
-Hermana, te quiero muchísimo- murmuró el pelirrojo con cariño, Alice sólo río levemente dándole un beso en la frente. Quiso entrar, quiso llorar, quiso gritar al escucharle decir eso, ya no se lo decía a ella ¿Por qué había dejado de decir «Aiko, te quiero»? No lo sabía y le dolía demasiado.

Tenía sus orejas gachas, su madre le había llamado porque su amigo, o como Amaya lo llamaba, su novio había venido a hacerle una visita, lo peor de todo era que se mantenía alejado de ella ¿Acaso era el día de «Hacer sentir mal a Aiko» y ella no lo sabía?
-¿Por qué tienes orejas y cuernos?-
-Soy así... Hibiki también tiene orejas y cuernos...-
-Sí, pero no las dos cosas a la misma vez-
-Eso es porque yo no lo controlo...-
-¿Es por eso que siempre llevas el gorro?-
-Sí...-
-Mejor... Mejor me voy...- murmuró -Adiós Aiko- dijo y se fue, sin siquiera darle un beso o un abrazo. Agachó su cabeza aún más mirando sus pies
-¿Se fue ya? Ese niño no me gusta para ti- dijo su hermana de dorados cabellos y ojos carmesí, ella era la más cercana a su edad
-¿Por qué...?- preguntó en un susurro roto
-Porque sentía que no iba a aceptar el tema que no sepas controlar tu transformación- dijo cruzandose de brazos -Además de que te shippeo con Hibiki- dijo sacándole una risa a la menor
-Pero si sólo nos chedemos como hermanitos, hasta Hibiki lo dice- dijo y por alguna extraña razón sintió un dolor agudo en el pecho al recordar que ya hacía tiempo que no se lo decía
-Ese pequeño tsundere... Stella tenía razón... ahora le debo 20€ y un helado- suspiró dejándose caer de forma cómica en el sofá -Hola sofá, ¿Cómo te va la vida? A mi bien, aunque no consigo que mi OTP se haga real- habló soltando una risa que contagió a su hermana menor.



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