XLV

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-Buenas pequeño okupa.

-¿Okupa? Y ¿Quién eres?

-Sep, okupa porque estás en un cuerpo que no deberías y no te puedo responder a esa pregunta. Ni yo sé lo que soy.

-Pero... Este es mi cuerpo... Nací con él...

-Seh, pero no era para ti, sino para Hibiki Collins.

-Pero ese soy yo... Ese es mi nombre...

-Niño, ese es y a la vez no es tu cuerpo. Y deberías ir largándote, te llevo mandando señales desde hace años.

-Sólo tengo tres años... ¿Y por qué me tengo que ir...?

-Porque estás matando al cuerpo.

-¿Matando al cuerpo...?

-El cáncer mágico que tuviste, es porque no deberías estar en ese cuerpo.

-Pero yo no quiero irme... Le he prometido a Diya que...

-¡Sandeces!- interrumpió al infante -. ¡Tú ni siquiera deberías haber nacido! ¡Tu alma se pudrió! ¡Tu alma pudre y descompone el cuerpo en el se estás! ¿Quieres ver lo que pasó?- sin dejarle tiempo a responder al niño le mostró mediante un sueño lo que parecía ver la anterior vida del mismo.

°°°°°°°

En un extraño lugar parecido a una casa habían distintas personas. La mayoría eran personas jóvenes uniformados y tapados enteramente, también había niños y ancianos aterrados ante aquellos «vándalos»

-Señor, ¿Qué hacemos con los capturados?

-El superior no quiere testigos, pero les daremos una oportunidad de salvarse a los normales- habló el que parecía ser el líder de aquellos allanadores. Con personas normales se refería a aquellas personas que no poseían ninguna característica animal o que sea distinta de cualquier humano, ya sea tener orejas de perro o de gato sobresaliendo sobre la cabellera, tener orejas alargadas y algo puntiagudas o simplemente tener un color de cabello u ojos de un color extraño.

-¿Qué quiere que le digamos?- habló un anciano, temeroso por su vida

-Nos han dicho que aquí vive un zorro.

-¿Zorro...?

-Sí, una cría de zorro- en los ojos de los presentes había temor y odio

-¿Si le digo dónde está el niño me dejará ir...?- habló uno de los presentes

-¡¿En serio le vas a decir?!

-Sí, quiero vivir- dijo y señaló un armario, el niño que se escondía allí se tapó la boca al escuchar pasos acercándose allí.

Sacaron al niño a la fuerza del armario, tirándolo al suelo con violencia. El uniformado se rió al ver la cara asustada del niño y como se parecía al joven que lo delató

-¡Sueltame! ¡No he hecho nada malo!- pataleaba y lloraba mientras gritaba tanto como su cuerpo le permitía

-¡Cállate, mocoso!- le goleó en el estómago dejándolo sin aire, más el niño seguía llorando -. Qué molesto eres...

-Córtale la lengua, así aprenderá a callar- entre varios agarraron al niño y le cortaron la lengua.

El niño no podía parar de derramar lágrimas y ahora no podía hablar. Empezaron a cortarle las orejas a la fuerza al igual que su pequeña cola de zorro. No contentos con eso decidieron amputarle los dedos de las manos.

El niño miró a su hermano, su mirada era apagada. Le pedía una explicación, ¿Acaso su sufrimiento era divertido para él?.

Aunque esa mirada no duró mucho al quitarle los ojos al niño con una aguja, al final, murió desangrado.

-Seres como tú no deberían existir y para que no vuelvas a nacer...- en sus ojos se podía ver odio y malicia, y le lanzó una especie de ácido que mató hasta su alma.

°°°°°

-¡No quiero ver más!- gritó el infante pelirrojo tapándose los oídos y cerrando sus ojos con fuerza, no podía parar de llorar

-Bueno, ¿Me vas a decir ahora que quieres seguir viviendo?

-¡Sí! ¡Quiero vivir! ¡Se lo prometí a Diya! ¡Quiero crecer y ver a los hijos de mis hermanos y primos! ¡Quiero ir a la boda de los pececitos! ¡Quiero... Quiero ser el novio de Aiko también!- la cosa que hablaba con él soltó una carcajada

-Un amor puro e infantil, pero la estás condenando. No volverás a tener la misma suerte.

El demonio infante se despertó en la cama sudando frío.

-¿Sólo fue un sueño...?- suspiró, pero el alivio no le duró mucho.

Aquella cosa que hablaba con él mientras dormía le apretaba el cuello, él intentaba liberarse arañando sus manos, quemándolo, clavándole cristales e inclusive asfixiándolo con aire. Más fue en vano.

El demonio infante falleció en mitad de una pesadilla, tenía sus cristales clavados por su cuerpo, sangre en su cuello y uñas y diversas quemaduras. También tenía sus ojos abiertos, sin brillo, muertos y con algunas lágrimas.

Los ojos del niño se cerraron, sus heridas se cerraron y curaron, su pecho volvió a subir y bajar. El alma que tendría que haber tenido volvió al cuerpo.

A la mañana siguiente se despertó y tras cambiarse se dirigió a la salita

-Gracias, me encargaré de vivir la vida que has construido. Espero que nos llevemos bien todos o tendré que hacer que me quieran y será a la fuerza- el niño sonrió con malicia y siguió caminando -. Hasta nunca, imbécil.

Alternative final: True Ending

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