XXXIII

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Era una tonta, había vuelto a preocupar a su primo, ¿Tanto le costaba fingir? Y lo peor era que no paraba de llorar.

Se sentía mal, le dolía el pecho y en su mente sólo estaba la idea de que estarían mejor sin ella.

"Si lo dicen es por algo" pensaba continuamente cuando la insultaban.

¿Por qué eran tan crueles con ella? Ella no recuerda haberse metido con ellos.

Tenía pequeñas ojeras y sus ojos oscuros, no había podido dormir bien.

Hubiera deseado que su primo no le hubiera contestado a la pregunta, si era un aborto fallido ¿Por qué nació?.

Aunque Hiromi diga que es una mentira, que los niños lo dicen por fastidiar y hacer sentir mal, no puede evitar pensar que tienen razón.

Estaba intentando ignorar a todos, realmente lo intentaba, pero su gemela era insufrible.

¿Por qué no lo comprendía? No lograba entender el porqué.

Se había levantado temprano, y así poder esconderse en el estudio o en otro lugar.

Llendo al estudio se quedó mirando fijamente la escalera con sus ojos oscuros.

Pisó aire deseando caer hacia delante, más se arrepintió y dio media vuelta viendo el rostro de su gemela mirándola con terror.

"¿Por qué...?" Fue lo único que salió de los labios de la pequeña que podría haber presenciado el suicido de su hermana.

"Estariais mejor sin mí..." respondió sin titubeos.

Sus ojos se abrieron con sorpresa al sentir como la mano de su similar se estampada en su mejilla.

Se encerró en el estudio mientras lloraba en silencio, ¿Era verdad lo que le había dicho Erin? ¿Era una egoísta?.

Miró sus brazos, estaban llenos de marcas negras que le habían hecho aquellas manos negras.

Miró su collar y agradeció el tener a Flamita dentro, si llegaba el día en que conseguían quitarle su collar  inevitablemente iría nuevamente a ese lugar que le aterraba.

Antes de morir tenía que alejarse de todos, antes tenía que hacer que se olvidaran de ella.

Se sentó en la silla en frente del piano y empezó a tocar «Sayonara» con un dedo, no sabía tocar mejor que eso.

"He tomado la decisión de no mirar atrás.
De verdad es un adiós."

Cantaba la parte final del estribillo, con su voz rota dejando caer lágrimas que desistían en parar.

Habían pasado días, cada vez que se encontraba con su hermana simplemente se ignoraban.

Quizás Erin creía que no, pero esto le estaba destrozando por dentro.

Su pelo, que se había oscurecido bastante, era una maraña de nudos; sus ojos eran negros, no se podía distinguir la pupila del iris.

"¿Podré morir sin que me extrañen? Si muero espero que los primos Akane y Shigeru no se vayan detrás... No quiero que Haru muera tampoco..." soltó un sollozo tapándose la carita.

Le dolía mucho el pecho, pero no podía ir o los preocuparía.

Aún así... Sentía miedo... No quería morir... Pero todos estarían mejor sin ella... ¿Verdad?.

"Pero... Eso es imposible. Yo... Soy inservible... Ellos sólo lo dicen para hacerme sentir bien, pero en verdad dentro de sí sólo tienen lástima. Lástima de alguien como yo..." sonrió levemente antes de llorar desgarradoramente.

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