XXIV

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Ya era tarde, no había nadie en ese lugar excepto una chica de cabellera verdosa
-Pelo menta, pelo soja, pelo lechuga...- murmuraba con odio todos los apodos que le decían, mientras se disponía a lanzar una flecha -.Justo en el centro- murmuró con orgullo.

Después volvió a su casa, como era común había gritos
-Que asco de verano...- murmuró quitándose un zapato, para lanzárselo a una cucaracha que había en la pared -.Muerta- dijo con orgullo, le encantaba su buena puntería, un chico de diecinueve años se asomó levemente
-¡Mamá! ¡Hana ha matado a la cuqui!-  exclamó el chico llendo a abrazar su hermana menor
-¡¿Estás seguro que está muerta?!-

-¡Hana le ha lanzado un zapato!-
-¡Entonces está muerta!- salió y se fue a abrazar a su hija.

-Pero mira quién tenemos aquí, si es la pelo menta- se rió una niña con su grupo de amigas
-Pero mira a quienes tenemos aquí, las putas. ¿Cómo están vuestros retoños?- dijo con burla la joven, quien tras ver la cara de humillación en esas chicas, se dirigió a su club.

-Otra vez...- dijo con voz apagada al ver como habían llenado su taquilla de comentarios ofensivos, y todo por su color de pelo. Suspiró y se cambió, luego se dirigió al almacén, para recoger las flechas y el arco -. ¿Y si...?- sonrió con superioridad y agarró las fotos de aquellos que le llenaban de comentarios ofensivos.

La gente la miraba con temor, después de todo le estaba lanzando flechas a muñecos humanoides que tenían puesto en su cara la foto de las personas que le hacían mal. ¿Por qué temían? Porque ella no había fallado una flecha, todas estaban clavadas en las partes de los muñecos y si se ponían en medio, ella iba a disparar igual.

Te preguntarás el como lo saben, pues una vez un chico que no hacía más que molestarla se puso en frente de la diana, ella enfadada le avisó que dispararía igualmente. A la décima vez disparó y mató al joven que se puso en frente, se libró diciendo que había sido un accidente.

Ella tenía un secreto bien guardado, sólo su madre y su; fallecido; padre sabían: ella era capaz de manipular la magia para crear un arco y flechas. Pero ella prefería el arco y flechas de madera, a tal punto que ella se hacía sus propias flechas.

-Otro día más...- pensó yendo al mismo lugar, ella iba al instituto sólo para practicar con el arco y nada más.

Un suave tintineo de varios cascabeles captó su atención, cuando se quiso dar cuenta no estaba en el edificio, sino en una zona apartada de la ciudad frente a una gran casa.
¿Dónde estaba? ¿Cómo había  llegado a esa casa? ¿Qué hacía en ese lugar? Tenía miles de preguntas, pero decidió pegar en la puerta.

Había pasado unos días desde que había aparecido en ese lugar, lo bueno es que había hecho una amiga que no hacía comentarios sobre el color de su pelo.

Su amiga era una chica castaña de cabellera corta y ojos castaños. Poesía orejas y colas de gato al igual que unas alas de ángel.

Se sentía feliz con su amiga y más al ver que las alas que poseían un color azabache cuando la conoció eran de un color grisáceo, ahora sonreía más y la notaba más feliz.

-Eres muy linda~- le decía a su amiga quien ronroneaba feliz ante las caricias que le daban, ella se había hecho una promesa haría a ese pequeño ángel brillar y no importaba si se caía antes de ir al cielo, ella la cogería y la ayudaría a ponerse en pie.

-Te quiero- le dijo una vez que la chica se durmió, sentía un gran cariño por ella -. No veo rastro de la cabrona que dijiste que eras, sólo veo a un pequeño ángel herido... ¿Me dejarías sanar tus heridas y estar junto a ti?- tumbó a la chica en la cama y la abrazó con fuerza, dándole un cariñoso beso en la frente.

Todos merecían ser feliz, todos merecen su final feliz, ¿Es por eso que la has traído aquí? ¿Aún teniendo en cuenta que hay dioses que vigilan el mundo?
-Todos merecen un final feliz, yo no tuve el mío y por eso quiero que los demás lo tengan-
¿Has probado a volver a nacer? Si le diste una oportunidad a Sol, ¿Por qué no dártela a ti?
-Alguien tiene que cuidar de los libros-
Hay varias personas allí, y de todas tú eres la que lleva más tiempo, ¿Acaso no quieres ser feliz?.

La chica de cabellera otoñal recogida en lazos con diversos cascabeles se fue sin decir palabra.

¿Tanto cuesta ser feliz?

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