IV

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Era extraño, ¿Qué hacía ahí? Recordaba haber muerto, el bosque necesitaba poder y debido a eso la mató. Miró nuevamente a su alrededor, la luz del Sol le molestaba en demasía en sus ojos, pestañeó varias veces y tras acostumbrarse a la luz, dejó de molestar.

Aquella chica la había llevado frente a un espejo, se miró atentamente dándose cuenta del porque en algunas ocasiones la luz del Sol le molestaba:

Sus ojos eran de cristal, un azul muy claro que parecía poder romperse en cualquier instante. Sus cabellos eran dorados, pero al igual que sus ojos , eran muy claros a tal punto que parecía que le habían cosido los primeros rayos del alba.

Puso una mano en el espejo, estaba maravillada con su apariencia, era simplemente preciosa. Más algo le carcomía por dentro... ¿Por qué era un bebé? ¿Y qué hacía en una casa llena de libros?
-¿Te gusta tu apariencia?-  sólo pudo asentir con la cabeza al no poder hablar -Se que querías morir, pero en todas tus vidas has sido solitaria, no has tenido amigos ni familia con quien estar... así que le pedí a la escritora de tu libro que te diera una oportunidad más de vivir... y me fue concedido- miró con curiosidad a aquella chica otoñal y su única acción fue tirarle de uno de los cascabeles que tenía en señal de protesta -Ay ay ay, espera no me tires de mis cascabeles-

Tras un rato de luchar contra la pequeña niña consiguió hacer que soltarse sus cascabeles

-Suzu, te querían arrebatar tu sello de personalidad- dijo con burla una chica rubia colgada de una cuerda
-No te metas con ella, y tú señorita no le vuelvas a intentar quitar un cascabel- las dos rubias presentes en la sala rodaron los ojos ante el  comentario de aquel chico de cabello azabache
-Y bueno, ¿Cómo te llamas enana?- quiso lanzarle algo a esa niñata por meterse con ella en ese término despectivo, más no consiguió hacer un cristal
-Sol- consiguió decir entre balbuceos
-¡Pues te llamarás Soleil!- exclamó emocionada la chica de cascabeles, no hacía falta decir que sus diversos cascabeles resonaban por todo el lugar
-¿Esa no era una canción de la rubia con lazo?-
-Kagamine Rin se llamaba si mal no me acuerdo-
-S-Sí...- miraron acusatoriamente a la joven de cabellera anaranjada
-Pero también es Sol en francés, así que dejémosle pasar eso- habló tranquilo el único varón de la sala
-Bueno te va a encantar tu nueva familia, es grande y diversa...-
-Y tiene a una niña que le gusta colarse aquí, mira que le dijimos a Matthew que la vigilará y cuidará-
-Yo dije que la trajera aquí-
-¿Sabes lo peligroso que es eso?-
-La podrían haber matado-
-Perdón... y tenéis razón... si llega a aparecer lejos podría haberla matado...- tanto la chica de la cuerda y el varón suspiraron, la pequeña niña sólo podía mirarles sin poder articular palabra.

¿Dónde la habían mandado? Estaba frente a una casa bastante grande, pero estaba ahí sola sin nadie. Iba a matar a esos tres si los volvía a ver, mientras ella pensaba en como torturar a aquellas personas, la puerta se abrió dejando ver a un chico de cabellera anaranjada
-Hola Soleil-

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